Bush en Chile: Con el rigor de la nostalgia

Fotos: Jerrol Salas
Bush desde hace un tiempo que están mentalizados en retomar las cosas. Y bien. Y su show y puesta en escenas no recae solo en vivir de sus viejas glorias (aunque a grandes rasgos eso es lo que están tocando en esta gira), pero el show se respira y siente como si estuvieran en plenos 90’s. La energía y potencia de los ingleses en un Caupolicán en llamas se recibió de excelente manera. Y el fuego y catarsis entre banda/público fue claro, transparente y también, recíproco. Esta fue otra cálida noche de cariño en un recinto que históricamente sabe de ello.
Su set fue electrizante. Desde la apertura con el impresionante sonido de la batería bajo unas capas eléctricas, que le daban la antesala a esa descomunal «Everything Zen» de uno de los discos debut que marcaron los 90’s como «Sixteen Stone». La banda captó la atención del público de inmediato. Éxitos como «Machinehead» y «Bullet Holes» siguieron, cada tema interpretado con una mezcla perfecta de nostalgia y energía renovada. Gavin Rossdale demoró poco en empezar a interactuar con el público, algo que le encanta hacer (incluso en este mismo recinto llegó hasta las plateas hace unos años).
En esta oportunidad se acercó a tomar las manos de los asistentes y bajó a cancha a estrechar físicamente con sus fans. A ratos su español «mexicanizado» que pasaba demasiado «rapidito» y algo confuso, no se lograba entender del todo, pero sin duda agradecimos el gesto. Chris Traynor en la guitarra con menor medida hizo lo mismo, sonrisas cómplices con la gente, con el bajista Corey Britz, pasando uñetas y arengando a la audiencia desde cancha a plateas en todo momento.
Cosas como «The Chemicals Between Us» y «Greedy Fly», se preocupaban de mantener la energía a tope durante todo el concierto. Las interpretaciones en solitario de Gavin Rossdale de «Swallowed» (una versión muy intensa, dramática y sin guitarras) y la luminosidad de «Glycerine» fueron momentos destacados, pero que contrastaban con todo este volcán sonoro de potencia cuando sonaron verdaderas bombas de su catálogo (que la banda le sabe sacar provecho en vivo) como «Little Things Kill» o el apoteósico cierre con «Comedown», sin antes dejar una entrega feroz de las nuevas de su regreso The Art of Survival como «More Than machines», como queriendo decir que también sus nuevas creaciones pueden tener un rol estelar.