Conciertos que hicieron historia: Guns N’ Roses – Live at The Ritz (1988)

Conciertos que hicieron historia: Guns N’ Roses – Live at The Ritz (1988)

2 de febrero de 1988, ese fue el día, el New York Ritz Club fue el lugar y los Guns N’ Roses fueron la banda que dejó, para la posteridad, uno de los mejores conciertos de la década de los 80’s y de la historia. Un top 3, sin desmerecer a otros próceres del rock que han dado el alma en un show en vivo y que, además, haya sido filmado. Pero nadie puede negar que la energía y actitud más pura del rock, se vivió aquella noche en el Ritz, y se traspasa por la pantalla hasta hoy.

Tampoco nadie puede poner en duda que “Appetite for Destruction” es una de las obras definitivas del rock, y una filmación como la del “Live at The Ritz” se vuelve una especie de tesoro para quien quiera hacerse una idea de cómo la pasaban estos cinco hombres, en esa histórica gira que los llevó a la gloria. Grabado para la cadena MTV en 1988, este documento nos muestra a la formación original en su máximo apogeo, antes que el mainstream y el ego de Axl Rose hicieran volar en mil pedazos la grandeza de la banda.

Al grito de “Please welcome, L.A. hottest band”, los Guns golpean la pantalla desde el primer segundo y van por todo con la contundente “It’s So Easy”, un tema fantástico, de lo mejor del “Appetite…”. Lleno de fuerza, con un Steven Adler que le saca brillo a la batería. En la versión original de la filmación, los simpáticos de MTV taparon los continuos “fuck” de Axl con ese desagradable pito, pero es posible encontrar en otros sitios la versión limpia. Axl saluda a MTV enfundado en sus miles de pulseras, lentes de sol y su ya mítico pañuelo artesa en la cabeza. Siguen el show con otra gran composición como “Mr. Brownstone” la que desata la locura en el público; los acordes iniciales de Slash son de un maestro que, con los años, ha sido reconocido por su arte en las cuerdas; Axl alcanza las notas que logra en el álbum, despliega una bandera, canta con Izzy y ya el ambiente está en lo más alto. Sigue la bestial “Out Ta Get Me” con unos fantásticos coros de Duff y la banda totalmente desbocada; Axl dedicando la canción con epítetos que deliran al público, mientras se lleva (varias veces) las manos a sus genitales.

Hay actitud, hay harto punk, a Slash se le desenchufa el cable, le agarran el clavijero y le desafinan la guitarra…el público está salvaje, como la banda, y la temperatura sube. ¿Quién dijo que “Sweet Child O’ Mine” calmaba los ánimos? En esta pieza imprescindible de los ’80, Izzy Stradlin nos muestra de sobra que es la piedra angular de la banda; toca con tanta clase que eleva las exigencias al resto de sus compañeros, Slash toca los acordes igual que en el disco, mientras que Steven… Que digan lo que quieran, pero este es el único baterista que ha podido tocar los temas del “Appetite…” y hacerlos sonar como deben.

Tras una dedicatoria, Slash empieza el arpegio introductorio de “My Michelle”. Me encanta como en este tema se complementan las guitarras de Izzy y Slash. Axl, ya sin polera y sólo con sus suspensores Davidson, se pasea por el stage moviendo el micrófono a su ritmo tan particular. “My Michelle” sonó perfecta. Un hablador Axl nos grita eso de “You Know where you are?” para introducirnos al himno que es “Welcome to the Jungle”. Acá la banda se acopla muy bien y se escuchan increíbles; Axl deja su voz completa en la interpretación y los cinco, tocando este tema, dinamitan el viejo Ritz; las dos guitarras suenan en perfecta armonía, el intermedio sube con la perfecta ejecución de los tambores de Adler, Axl grita tan fuerte como el mensaje del tema… es un momento perfecto de este show. Luego, Axl presenta a cada integrante señalando alguna característica especial de cada uno. De Slash dice que “él no creó el mundo pero vive en él como si lo hubiera hecho, mitad hombre, mitad bestia”. Y así, Slash introduce el tema siguiente: “Nightrain”, con Axl ya sin pañuelo y enfundado en una polera de Thin Lizzy. Tiene la voz algo destrozada pero la canción se salva con pura actitud y un juego de guitarras, al final, impactantes. Lo que sigue es de antología.

“Paradise City” es otro himno, es un tema perfecto en su estructura y en vivo logra elevarse tan alto como en el disco. La canción aparece inofensiva con la intro de Slash, esa batería que todos conocemos y ese melódico estribillo; en este show en el Ritz “Paradise City” se volvió épica, ofreciendo uno de los momentos más impactantes de la velada cuando Axl se juega el físico tirándose al público. Cuesta creer que saliera vivo de ahí, por más de un minuto la seguridad y gente del staff lo tiraban y trataban de sacarlo de las primeras filas… le destrozaron la camiseta, le arañaron la espalda, le doblaron un dedo…Pero la adrenalina hizo que Axl acabara la canción a su manera, con locura, mirándose ese dedo fracturado producto de la energía que conlleva cantar “Paradise City” y del status que ese primer álbum les había dado.

La sexual “Rocket Queen”, en algunas ediciones, cierra el show. Axl le arroja el micrófono a alguien del público, Slash ya está convertido en un genio (manoseado por algunas enloquecidas fans), el gesto impasible de Izzy, la imponente figura de Duff, la espontaneidad de Adler. Algunas copias tienen la grabación de “Mama Kin” de Aerosmith y otras terminan con “Knockin’ on Heaven’s Door”, donde el público canta con fuerza y Axl se torna carismático y cercano, mientras la batería guía suavemente la pausa. Guns N’ Roses, con episodios como el del Ritz, estaban definitivamente en lo más alto y se habían convertido en la máxima herencia de las grandes bandas del pasado.

Sería una linda idea que en este momento, donde están dejando atrás los problemas que tanto los alejaron surgiera la idea de reeditar este show de manera oficial, porque para muchos de nosotros es un documento imprescindible del rock, sello de una época gloriosa, donde muchos estábamos en el colegio y admirábamos a estos tipos que, con total desparpajo, querían comerse el mundo y lo demostraban con un repertorio infalible en el “Live at The Ritz ‘88”.

En un pasaje de la autobiografía de Slash, él le dedica un párrafo a este show: “No fue uno de nuestros mejores conciertos ni de cerca. Axl tenía problemas en la garganta y, aunque no tocamos mal, lo cierto es que tocamos mucho mejor después. En todo caso, fue un concierto relajado, desafinado y punk, y ya sólo por eso merece cierto reconocimiento. Se trata de una grabación importante porque muestra la esencia de la banda y el público fue genial”.

Guns N’ Roses, para siempre, serán Axl, Slash, Duff, Izzy y Steven, ya es muy difícil aceptar sucedáneos porque, estos cinco, hicieron temblar los cimientos del rock con el inconmensurable “Appetite for Destruction”, y con registros como “Live at The Ritz ‘88” y otros más (el Live in Paris ’92, por ejemplo) le sacaron brillo al calificativo de la “banda más peligrosa del mundo”.

Macarena Polanco

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