Disco Inmortal: Pixies – Doolittle (1989)

Disco Inmortal: Pixies – Doolittle (1989)

4AD / Elektra, 1989

El “Doolittle” es mucho más fácil escucharlo que analizarlo. Largarse a escribir sobre él puede ser un arma de doble filo. Y esto no sólo lo puede pensar quien escribe, sino también el propio Black Francis, vocalista de los Pixies y cerebro tras este totalmente imprescindible del rock alternativo, quien en más de una ocasión ha invitado a que sólo dejemos fluir nuestra imaginación y capacidad de divertimento simplemente escuchándolo, aunque también no tiene por donde hacer vista gorda sobre que acá hay mucho que analizar, en un disco lleno de referencias artísticas y donde las bellas melodías y una brutalidad emocional desgarradora al mismo tiempo salen de él. Por lo demás, el propio Black no pudo esconderlo tanto, concediendo un tiempo considerable de entrevistas para descifrar sus misterios, en lo que se convirtió hasta en un libro dedicado sólo al disco en 2006.

Así es, «Doolittle» fue un poco incomprendido en su tiempo, no muchos quedaron conformes con el sonido, que difiere bastante de su anterior “Surfer Rosa”, producido por Steve Albini, esta vez la banda se arriesgaba con el productor Gil Norton, logrando un sonido más limpio y conquistando a la larga su primera proeza, de hecho el disco nunca encabezó las listas en EE.UU hasta seis años después, caso curioso para ser reconocido como una de los más influyentes de todos los tiempos.

En el libro de «Doolittle» se revelan escalofriantes detalles: como que ‘Debaser’, la genial pieza de entrada casi queda fuera, el primer salto de influencia Dalí/Buñuel a esa obra audiovisual surrealista ‘Un Perro Andaluz’, un tema con esa guitarra épica, la voz desgarradora de Black y los angelicales coros de Kim Deal, como para caer rendido a sus pies de inmediato. ‘Tame’  y su línea de bajo inolvidable aguardan una explosión de proporciones, acá ya dan ganas de empezar a lanzar todo por la ventana y es sólo el arranque.

Es el punto de entrada a algo mucho mejor. Es increíble, estábamos ante un disco de canciones muy diversas, de una factura global muy contundente, poco antes vista. Mientras la visceral ‘I Bleed’ le daba a esta cosa autodestructiva, con ese compás tan singular como sacado de la película Zorba el Griego, ‘Wave of Mutilation’ se convertía en el himno de toda una generación, con su onda –y la forma en que están puestos los coros- simplemente dan ganas de largarse a llorar de emoción, fuera de su letra, es una de las canciones que más nos pueden provocar emociones al cantarla. Una maravilla.

Pero Francis no sólo fue brillante al componer esta placa por el lado emocional, también fluyó más que nunca el factor intelectual, aparte del surrealismo y las referencias a David Lynch, la cosa bíblica está puesta en varias, siendo Francis un gran lector toda su vida, en esos años rayaba más con el rollo bíblico (luego la ciencia ficción y su devoción por Ray Bradbury tuvo que decir muchas cosas a futuro), y ahí están ‘Gouge Away’ (qué gran tema elegido para cerrar la placa, broche de oro con todas sus letras) y ‘Dead’ contraponiendo las historias de Sanson y Dalila y David y Betsabé respectivamente, haciendo un paralelo bastante particular. También el lugar ecológico prodefensa de los animales cayó claramente con otra inolvidable como ‘Monkey Gone to Heaven’, funcionando muy bien la dupla vocal Black/Deal, que de verdad en este disco se luce.

También el lado más “funny” surge en este disco, no todo iba a ser temática conceptual, seriedad o visión de deber social: ‘La La Love You’, con esa infecciosa batería de parte de «el mago”  Dave Lovering y la guitarra tan sugerente hacen un flirteo musical, casi como burlándose del cliché del romanticismo, o ‘Crackity Jones’, que recoge las experiencias freaks de universitario de Francis en Puerto Rico (de acá que no es la única vez que las incorporaciones de letras en español están en las canciones de Pixies). También el reggae al estilo Zeppeliano de ‘ Mr. Grieves’ nos sorprende sobre todo cuando se pone algo frenético.

El caso de ‘Here Comes Your Man’ es un punto aparte. El típico caso de la banda que odia su tema más reconocido, tal como Radiohead con ‘Creep’  o el propio Michael Stipe de R.E.M. con ‘Shiny Happy People’, según Francis no había disco donde tuviera cabida y el tema ya arrastraba años de ser compuesto. Tampoco les gustaba tocarla en vivo sistemáticamente. Quizá el poco amor de ellos se transformó en un fervor casi religioso por sus fans, otro himno indiscutido y uno de los coros más pegajosos del rock alternativo, por cierto.

Un disco hermoso, dejar fuera algún tema sería una injusticia. ‘Hey’ también está llena de dulzura, ‘There Goes my Gun’ tiene esa acidez/melancolía que Pixies sabe hacer tan bien cuando quiere. ‘Silver’ con Joey Santiago al bajo y la propia Kim Deal haciendo el slide guitar también sale de la estructura convencional de canción de la banda.

La verdad es que cada tema tiene personalidad propia y un encanto único. Y tantas canciones, puestas así, en ese orden, de esa manera, la hacen una obra maestra, en un disco que no termina de aburrir nunca y que fue una pieza fundamental para mucho de lo que se hizo de ahí en adelante en el rock. Primordial para el grunge que tanto daría que hablar a inicios de los ’90’s (es cosa de echarle un vistazo a cuáles eran las bandas favoritas de Kurt Cobain para darse cuenta). De hecho, es una banda que tiene todo que ver con el sonido de Nirvana, eso de pasar de la melancolía a la rabia inmensa. Un disco que simplemente te dan ganas de atesorarlo, mantenerlo ahí, sin rastros de erosión, como uno de los más preciados que nos ha regalado la música.

Por Patricio Avendaño R.

Patricio Avendaño

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