Entrevista a Marttein. “Siempre he tenido una necesidad natural de habitar el escenario. Es donde todo cobra significado”.

Entrevista a Marttein. “Siempre he tenido una necesidad natural de habitar el escenario. Es donde todo cobra significado”.

Marttein es un antihéroe que encarna el fracaso, el punk electrónico en una suerte de Billy Idol argentino, con influencias de Fede Moura, Tony Manero y Ricky Espinoza. Un Sandro del infierno. El año pasado publicó su cuarto disco, “homónimo”. Que él cataloga como su disco debut. Pero el disco fue solo un atisbo. Después llegó la película, y con ella, este personaje fantasmal que recorre la noche y cobra carne, cuestionando lo que sucede en ella, colgado desde un mástil frente a la casa de gobierno, mostrando una ciudad derruida y abandona. Es uno de los artistas jóvenes más interesantes de la nueva escena argentina no solo por su propuesta musical que se adentra en la exploración de sus límites sonoros, sino por la forma en que habita la performance. Conversamos con él en donde profundizamos sobre su disco, esta “película argentina”, el hedonismo, influencias y lo que depara a futuro con esta carrera que, aunque esté en construcción, es imposible de ignorar. 


¿Cómo fue el proceso de gestación de este disco? ¿Cómo se fue dando?

Yo ya venía de hacer tres discos. Este es mi cuarto disco pero lo siento como un disco debut, aparte es homónimo —Los demás discos están en soundcloud—. Toda esa identidad que fuimos construyendo todos estos años culminó acá.  Y arrancó un poco como de una época en la que estaba trabajando mucho, disco tras disco y empecé a trabajar en un formato más de singles. Me empecé a juntar más con Pepe, que es el guitarrista, y a componer mano a mano las canciones del álbum. Y un poco así nació el disco, yo con mi compu  —también soy productor— y él con su guitarra empezamos a componer el álbum que tiene como esta cosa de canción clásica con estructura. Creo que este disco también se puede decir que es el resultado de todo mi trabajo anterior, pero que funcionó de otra forma, un poco porque se concentró la intensidad y la energía para hacer este disco en todos sus niveles tanto como visual o conceptual o musical.

Es un proyecto bastante completo y ambicioso. Sobre todo el tema de esta película argentina que retrata lo que viene siendo el fracaso, la crudeza de la noche, pero más que idolatrarla viene a ser documento, de mostrar lo que está ahí, quizás como cuestionamiento. ¿Cómo surgió esta movida audiovisual en complemento del disco?

Ese era el objetivo más allá de las cuestiones políticas que atraviesen algunas temáticas, es como un registro objetivo de mostrar lo que está pasando de forma fría, sin hablar mucho del “por qué pasa esto”. Y también está el humor de contar algo fuerte con ironía y también a veces un cuestionamiento que es medio burlón y que pasa desapercibido. Y la idea de la peli surgió porque los directores vieron en el disco imágenes y también porque las canciones son bastantes narrativas, cuentan una historia y también son bastantes conversacionales. Había un lenguaje cinematográfico en el disco y ahí se desprendió la idea de abarcarlo de esta forma y de hacer un álbum audiovisual. Pero surgió después del disco, no fue planeado como una idea inicial. Yo en un principio tenia otra idea de trabajo, también por los recursos que teníamos, fue una apuesta un poco irracional, pero bueno, al final se empezó a materializar y se convirtió en realidad y nada, fue una locura. También por los pocos recursos que habían salió esta idea de hacer planos secuenciales. Fue muy difícil hacerlo, pero también nos hacía más fácil todo porque estaba también la cuestión de post producir el video y si cada escena había que editarla y montar iba a hacer más grueso el trabajo. El plano secuencia nos ayudó un montón. La idea de que cada canción la desarrollamos en un espacio y este espacio alimentaba la narrativa, se continuaba la historia y explotábamos cada espacio con cada secuencia y eso sí que fue bastante laborioso porque tanto las cámaras como el acting y la coordinación total del video había que lograr todo de una tirada y era una apuesta complicada. También estaba esa intensidad que yo tenía que poner corporalmente en cada toma y era demandante.

Y si, es notable la forma en que habitas las escenas. ¿Cómo trabajaste eso? La corporalidad y la performance. 

Trabaje el acting con Roma Trigo que es una profesora que yo tuve de performance. Me la crucé cuando estaba haciendo el disco y dijo que estaba para ayudarme y construimos ahí el personaje uno a uno y fuimos practicando para cada video, armando ideas con Mutti que fue el director creativo y guionista de la peli. Y ahí se dio la base para que yo también me pueda desenvolver en un rodaje tan agitado como fue ese que fueron dos días seguidos de estar filmando y las tomas de una sola tirada. Igual yo vengo tocando desde el 2017 y mi idea de un show tiene que ver con la interpretación en vivo, que el momento que pase sea un momento vivo, que se sienta de verdad. Siempre tuve esta inquietud, antes de este disco era solo yo —pista y voz—, y  decía el instrumento de este show tengo que ser yo. Entonces el hábitar el escenario surgió de una forma natural que siempre tuve. Ese recorrido después lo fui perfeccionando y trabajando con talleres de perfo y  teatro físico, pero todo este despliegue performático viene de mi historia natural como músico. También la voz es parte de ese cuerpo performático y justamente también cuando uno escucha el disco sin ver los videos siente al personaje y eso fue re loco porque el personaje antes de tener una materialización visual, existía como un sonido. Y gracias a eso en los shows me siento muy libre y puedo hacer cualquier cosa que quiera. Creo que el show en vivo es el espacio principal del proyecto, si bien, tiene su fuerte en un montón de cosas, es el lugar donde todo lo otro cobra significado.

Las letras tienen una identidad muy oscura. La noche acá es una especie de monstruo que intenta tragarse al personaje, pero también son muy porteñas. Son letras paisajozas, letras con imágenes. ¿Cómo funciona el tema del lenguaje en tu música?

Yo use mucho el lunfardo, que es como el argot que tenemos acá que sale de los italianos de la migración que hubo a principio del siglo pasado y usé ese lenguaje porque es el lenguaje coloquial y cotidiano de Buenos Aires y de otras partes de Argentina y un poco también porque es lo que nos representa, la parte identitaria de cada país. Creo que hay algo de ese lenguaje que representa también mucho la forma de vivir de los porteños. Estuvo muy influenciado por eso y también por la cuestión de meter personajes en las canciones  —aparece una voz de fondo, aparece una pelea de fondo— de una forma para descontracturar tanto la idea de que estamos en una canción. Porque quizás si tienes una canción buenisima, con una letra buenisima pero está dicha de una forma que no impacta se cae. También estaba el desafío de hacer toda esta técnica de palabra hablada y tal, tenia eso encima. Fue una búsqueda. La idea de romper este código que se da entre la canción y la persona que escucha, porque la música es eso, una forma de comunicación. Y bueno las letras tienen estos relatos nocturnos que se van complementando uno con el otro y que van generando cierto recorrido, estos sonidos de la calle, estos monólogos…

De hecho, la gente en tus conciertos corea este monólogo, ¿cómo te hace sentir eso?

Me impresionó un montón la verdad. Porque yo sentía que las canciones por más de esta rareza que hay en el álbum, se sostienen en esta fórmula de canción pop, con estructuras. Y yo sentía que los estribillos eran los que más iban a pegar, coreables, pero al final en las presentaciones todos cantan el versión mío de “Llámalo” que es un trabalenguas directamente y fue re loco.



¿Hay algo de tu historia personal en la que te inspiraste para construir este personaje?

Hay una base desde donde escribí cosas que me pasaban literalmente así en la realidad. “Adelante” o “Llámalo” son muy reales. También hay historias que le pasaban a amigos o que pasaban a mi alrededor. Parte de una documentación personal y también un poco sobre el fracaso que estaba alrededor. Tanto en mí como en la gente que conozco con las que comparto mi vida básicamente. Sentía que todos estábamos subimos en esa sensación de incertidumbre, de que las cosas no iban para ningún lado y nada iba bien. Y también cuando empecé a hacer el disco estaba un poco obnubilado con esta idea, muy enganchado, pero al mismo tiempo viviendo una situación así de estar medio tirado por decirlo de alguna forma, no teniendo seguridad de nada y también eso me fue llevando a situaciones de las que hablo en el mismo disco como la noche que es un lugar donde trabajo la música y todo lo que trae consigo y todas las emociones que aparecen en ese lugar. También fueron muy influyentes en eso. Estaba en la noche y vivía la noche pero no estando ahí como la mayoría de las personas que la habitan. El disco tiene una especie de crítica a la autodestrucción o al estar perdido. Está contado desde ahí —porque yo ataba ahí— pero con cierto recelo de eso. Con un positivismo latente.

Este proyecto es muy híbrido. Viaja entre el pasado y el futuro con estos sonidos nuevos pero también antiguos. ¿Lo quisiste así desde un principio  o simplemente se fue dando orgánicamente con todo este proceso de descubrimiento?

Se fue dando de forma orgánica pero un poco ya sabíamos que las influencias que teníamos eran como muy diferentes. Entonces la cuestión híbrida así de fusión que tiene el disco estaba cantada por decirlo de alguna forma. Algo así iba a pasar. Y también fue uno de los desafíos del disco.  Poder mezclar todos los géneros de la forma en la que lo pudimos hacer. Hubo algo ahí de una línea generacional de música que se va trazando y que ya estaba definida. Si bien hay un monto de rock en el disco, de rock que sale mucho de la escucha del rock argentino, pero un rock que siempre dialogó con el tango, que también es una influencia nuestra, entonces como que se empieza a dar ahí toda una comunicación de música local que está re interesante. Y también lo que me gusta mucho es la música electrónica, entonces llegamos un sonido que reúne todos esto y quedamos muy conformes.

Me recuerdas mucho a la subcultura de la música electrónica en los 90 con el movimiento Rave que vino en parte a florecer con el Screamadelica de los Primal Scream, donde se celebraba el hedonismo, las drogas, también un poco a los Happy Mondays, una estética de Billy Idol, Fede Moura, Lou Reed…

Si, total, hay una influencia de la cultura rave de fines de los ochenta muy marcada. De esa cultura que se mezcló con estos grupos más pop rock y bueno eso fue más o menos Happy Mondays. El Screamadelica es un discazo, total. Después ya vino el brit pop y todo eso, pero si, hay una relación fuerte entre el hedonismo y la celebración de la noche que se narra en disco.

En la habitación de la película había un póster de Tony Manero. Como chileno lo encontré un excelente guiño. ¿Qué tan importantes son estas influencias ya sean musicales culturales o cinematográficas en la ambientación del disco?

 Lo de Tony Manero lo pusimos a propósito como guiño-homenaje porque fue una de nuestras influencias directas para la película. A mí el trabajo de Pablo Larrain me encanta, encuentro increíble lo que hace. Es uno de mis directores favoritos. Yo tuve una obsesión re zarpada con esa película, también con Alfredo Castro y nada, lo que nos gusta de Tony Manero es esta cuestión de que en esta trilogía de películas que hizo sobre la dictadura de Pinochet el trabajo que él hizo fue contar historias en ese contexto, en que el protagonista es el protagonista de su historia y no del contexto en el que sucede. Y creo que es algo que está en la película porque la también la película despierta muchas preguntas sobre el contexto y nada, acá se atraviesa como un fantasma. Y también el personaje de Alfredo Castro es un personaje que brilla a través de la derrota que es la base de este proyecto, el fracaso. De Chile también me gustan mucho Los Prisioneros, esa forma irónica que tienen de decir todo, la simpleza. Para mi “La Cultura de la basura” fue una referencia tremenda. También el cine argentino de los noventa fue otra referencia directa. Los noventa fueron re difícil para el país y este cine te hablaba desde lo íntimo, desde la primera capa de una sociedad que es también lo que hace la peli nuestra. Ahí fue muy importante “Picado fino” de Esteban Sapir que fue muy importante en los noventa. También “Rapado” de Martin Rejtman. Esas películas nos influenciaron bastante y aparte tienen un objetivo re zarpado de mostrar un registro de la ciudad. En la película también mostramos las calles de nuestra ciudad, donde pintamos esos paisajes como también los pinta la letra.

 Volviendo un poco al disco, una de las particularidades de este es la colaboracion con Mariana Enríquez. ¿Cómo se dio ese contacto y como fue trabajar con ella?

Fue por un periodista de Rosario que me había hecho una nota y el después le hizo una nota a ella y le pasó mi música porque me fue a ver a un show allá y quedó impresionado. Y nada, después nos empezamos a seguir en redes. Y cuando yo tenia este tema medio futurista, de esta ciudad derrotada y vaciada, sentí que era muy similar a su literatura y me animé a hablarle para ver si podíamos hacer algo y lo hicimos. Y está bueno también por que Mariana entra como otro personaje en el disco, también eso me gustó de las colaboraciones en general. Esta cosa de que cada artista que entra en el álbum forma parte del universo y de la narrativa, son personajes dentro de la película. Y Mariana viene siendo esta voz omnipresente que es como la voz de la consciencia del personaje o la voz de la ciudad. Como también esa característica media mágica que tiene su voz que aparece como una alucinación también me gustó mucho su intención cuando lo narró.

 ¿No hay una lucha entre Marttein y el personaje?

La verdad que no. Fue bastante ordenada la forma en la que lo hicimos. Yo empecé a desarrollar una especie de habilidad, como si tuviese un motorcito atrás con on/off. Termino una escena y vuelvo a ser automáticamente yo mismo. Creo que se debe al trabajo performático con Roma que ordenó eso. Podemos cohabitar perfectamente ambos en mi cuerpo. De hecho hay gente que piensa que estoy re loco por el personaje cuando soy re tranqui jajaja. Y bueno también poder sublimar desde la interpretación, la actuación y el arte también genera un equilibrio personal y físico.

¿Existe alguna intención de cruzar la cordillera y debutar en Chile?

Si, me re encantaría. Tengo unas ganas tremendas de tocar por Latinoamérica, podría ser este año. Esperamos terminar de esparcir el disco en vivo y poder viajar.

 

Matias Garcia

La música me salvó la vida.

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