Exodus en Chile: Explosión thrash y conmemoración de todo un clásico del género

Exodus en Chile: Explosión thrash y conmemoración de todo un clásico del género

Los liderados por el mítico Gary Holt incendiaron el Teatro Cariola con una descarga de agresividad que no dio respiro. Fue una auténtica lección de violencia sónica, una de esas noches que quedarán grabadas en la memoria del público como una de las presentaciones más brutales de Exodus en Chile.

Hace un tiempo hablábamos de la importancia de su álbum debut, Bonded by Blood, pero presenciarlo en vivo y completo es otra historia: una experiencia que lleva toda esa potencia al siguiente nivel. No es casualidad, porque este disco suena a manifiesto de una banda, pero también como un epítome del thrash metal. En nuestro país —donde el género tiene una devota legión de seguidores—, el show fue una celebración a la vieja escuela, un ritual de energía pura con Exodus ocupando su lugar merecido en el panteón de los dioses del metal.

La jornada comenzó a las 19:30 con el recinto aún llenándose. Los primeros en encender la mecha fueron los nacionales Infernal Thorns, con una contundente mezcla de death y black metal que demostraron en temas de su más reciente trabajo, Christus Venari, donde la fiereza convive con una producción impecable. Luego, Terror Society mantuvo la intensidad al máximo con su thrash agresivo y letras cargadas de contenido social y político. The Scars of Mankind, su último álbum, sonó con una solidez que reafirma el gran momento de la escena local.

Con el Cariola completamente repleto, la expectación era palpable. La última visita de Exodus había sido en el Metal Fest 2024, pero esta vez el motivo era especial: la interpretación completa de Bonded by Blood. Desde que el riff inicial de “Bonded by Blood” estremeció el lugar, el caos fue absoluto. El público respondió con moshpits furiosos y una energía desbordante que acompañó cada nota.

Gary Holt, afilado como siempre, desplegó un arsenal de riffs implacables con una entrega que confirma por qué sigue siendo uno de los guitarristas más icónicos del género. Su conexión con la audiencia fue inmediata, y su interpretación en piezas como “A Lesson in Violence” o “Metal Command” fue una demostración de técnica y pasión.

El regreso de Rob Dukes generó dudas entre algunos, sobre todo tras el buen desempeño de Zetro Souza, pero bastaron unos minutos para disiparlas. Dukes rugió con fuerza y precisión, dueño absoluto del escenario, interactuando con el público y devolviendo a la banda un nivel de agresividad vocal que se echaba de menos. Junto a Holt, Lee Altus ofreció una base rítmica sólida, mientras que Tom Hunting (batería) y Jack Gibson (bajo) conformaron una maquinaria rítmica de precisión devastadora, manteniendo el groove entre tanto riff destructor.

El público, por su parte, respondió con una energía pocas veces vista: walls of death, moshpits masivos, bengalas y gritos que hicieron vibrar cada rincón del recinto. Era como si una furia contenida se liberara a través de cada tema, en un ritual de comunión entre banda y fanáticos.

Exodus demostró por qué su nombre es sinónimo de thrash metal en su forma más pura. Bonded by Blood no solo sonó como un clásico: se sintió como una declaración de principios, una reafirmación de que el metal sigue vivo en una noche intensa, salvaje y absolutamente inolvidable.

Nicolas Diaz

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