In Rainbows: cuando el mundo pagó lo que quiso por un disco de Radiohead

In Rainbows: cuando el mundo pagó lo que quiso por un disco de Radiohead

Independiente / Xurbia Xendless / XL Recordings, 2007

“Resulta divertido hacer que la gente se pare a pensar un momento en el valor de la música”, explicó Jonny Greenwood en el 2007, mismo año en que salió una de las mejores obras de Radiohead y de las cuales dio bastante para la tertulia y la discusión tanto por su calidad como por su precio.

“In Rainbows” había aparecido tras largos cuatro años de espera, siendo el sucesor del tan criticado “Hail to the Thief”. Volvieron con fuerza y originalidad a demostrarle a la crítica por qué son los mesías del indie, a pesar de ser una banda “mainstream”. ¿Por qué Radiohead se volvió original con este LP? Para algunos se convertían en uno de los pioneros en la industria de poner el disco en su página web al precio que quisiera pagar el comprador de acuerdo a su billetera, generando una ola de alabanzas por parte de cierto sector de su fanaticada y también de detractores como Trent Reznor de Nine Inch Nails. “Lo hicieron bien. Sorprendieron al mundo con un nuevo disco, y primero estaba disponible digitalmente. Lo que hicieron mal fue que hicieron una cosa de tan baja calidad, ni siquiera incluyendo obras de arte… para mí eso se siente poco sincero», explicó Trent en una entrevista acerca del movimiento de marketing que realizaron los oriundos de Abingdon-on-Thames.

Dejando de lado las ácidas o directas palabras de Reznor, la séptima placa de estudio de los ingleses fue publicada un tiempo después que el álbum en solitario de Thom Yorke, The Eraser, siendo el preámbulo preciso para el lanzamiento de una obra que era esperada con ansias. Excitante desde el inicio, con toques de guitarras envolventes, baladas acústicas y efectos de sonidos que a muchos les dio la excusa perfecta para comprarse nuevos auriculares y un equipo reproductor acorde al nivel de In Rainbows.

La apertura la hace “15 Steps” con un golpe de sonido que ya argumenta todo lo mencionado anteriormente con ese choque de guitarras y sus riffs contra las baterías y los bajos electrónicos. “Bodysnatchers” es psicodelia pura mezclada con una suerte de heavy rock, pero con una elaboración que prima en las voces (gritos) de Yorke y las guitarras de Greenwood y O’Brien convirtiéndose en una de las mejores creaciones de rock de la agrupación.

“Faust Arp” nos trae a la palestra los sonidos clásicos de guitarra de Cat Stevens acompañados de violines y armonías vocales que dejan en evidencia la belleza de la banda británica. «I don’t want to be your friend / I just want to be your lover» («No quiero ser tu amigo / Solo quiero ser tu amante»), nos dice de introducción Thom  en “House Of Cards” que es un inquebrantable pulso electrónico al servicio de una elegante y frágil melodía.

“Jigsaw Falling Into Place”, que originalmente se llamaría “Open Pick” va cerrando el disco junto a una renovada “Pyramid Song” titulada “Videotape” que en teoría debería ser la última canción en cerrar esta obra. Sin embargo, se editó una segunda parte del larga duración en edición limitada que contó con ocho canciones más y que tiempo después estuvieron disponibles en su página web.

El trabajo realizado durante dos años junto a Nigel Godrich y luego con Mark Sent, recuperando el ritmo de trabajo que habían perdido después de unos años de descanso. Stanley Donwood, el mismo artista que lleva trabajando con la banda desde 1994 fue el encargado de realizar la portada del disco, ejecutando diferentes técnicas para lograr un resultado llamativo y a la vez “tóxico” y que no fue puesto en la obra lanzada digitalmente el 10 de octubre del 2007, sino que recién vino a estar cuando fue publicado en formato físico en el mundo, incluyendo mucho del arte de Donwood y que le valió un Grammy por mejor diseño artístico, su segundo premio luego de la portada de “Amnesiac”.

El espectáculo de Radiohead es un arcoíris de emociones, sutilezas, pulsos electrónicos y guitarras. Para la crítica especializada significó un disco impagable, de gran valor y lleno de magia, cayendo en el clásico cliché del “álbum consistente”, pero teniendo razones grandilocuentes para dar con ese lugar común y tan manoseado por los críticos de la industria música. La estructura dramática de este álbum fue realizada para que el oyente sintiese lo excitante que puede llegar a ser un álbum, parecido a todo lo que sintió  Tom Cruise en la película de 1999 de Stanley Kubrick «Eyes Wide Shut» luego de visitar la tienda Rainbows. Lleno de emociones y sonidos de alto nivel, esta placa nos obliga a tener un equipo de alta fidelidad para deleitarnos con una obra magna que dista mucho de lo que Trent Reznor catalogó en su momento.

Bastián Cifuentes Araya

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