Linda McCartney: Una mujer que brilló con luz propia

Durante décadas, a Linda McCartney se la nombró en segundo plano, como si su historia empezara en el momento en que Paul la miró por primera vez. Pero antes de ser “la esposa de”, Linda ya había hecho historia. En una escena dominada por hombres, fue una de las primeras mujeres en capturar con cámara en mano el alma del rock.
Su lente fue testigo privilegiado del vértigo de los años 60. Fotografió a The Rolling Stones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, The Doors. No como estrella colada, sino como una más del circuito. No necesitaba credenciales: su sensibilidad hablaba por ella. Tenía la capacidad de capturar lo íntimo en medio del caos, de encontrar humanidad en los rostros que el mundo convertía en ídolos.
Cuando Paul McCartney la conoció, fue él quien quedó deslumbrado. Y juntos fundaron algo más que una familia: fundaron una forma nueva de vivir el arte. Linda se subió al escenario sin ser cantante profesional, aprendió a tocar el teclado con humildad y se convirtió en el corazón de Wings, esa banda pos-Beatles que, pese a las comparaciones inevitables, supo construir una identidad propia. Linda no brillaba con técnica, brillaba con presencia. Con autenticidad. Su voz, a veces frágil, era justo lo que hacía falta en un mundo saturado de perfección.
En un ambiente acostumbrado a egos inflamados y divismos, ella elegía lo simple. La vida de campo, el activismo por los animales, el veganismo. Hacía música como vivía: con honestidad, sin buscar aplausos.
En Wings, su papel fue clave, aunque muchas veces subestimado. Pero Paul siempre lo dijo: sin Linda, esa etapa no habría existido. Mientras él lidiaba con el peso de ser un ex-Beatle, Linda sostenía el suelo bajo sus pies. Y al mismo tiempo, grababa, giraba, criaba hijos, luchaba por sus convicciones.
Su muerte —un día como hoy— en 1998 dejó un vacío que no se llenó con homenajes ni con palabras. Paul, roto, dijo que no podía imaginar un solo día sin ella. Y no lo decía desde la leyenda, sino desde el hombre que había encontrado en Linda algo que no buscaba: verdad.
Hoy, su legado se vuelve más claro con el tiempo. Fue pionera en la fotografía musical, artista intuitiva, madre, activista, música sin etiquetas. No necesitó brillar más que nadie.
Solo necesitó ser ella.