Mötley Crüe/Def Leppard en Chile: Cuando el lado salvaje y la excelencia perduran en el tiempo

Cuando dos nombres tan incrustados en el memorial musical -incluso más allá de los gustos- se anuncian, pocas y pocos quedamos indiferentes. Algo de atención siempre tendrán. Transversales a los géneros, bandas de hits radiales, de la canción que te hace vibrar en el auto, en la casa, en la vida. Def Leppard y Mötley Crüe claramente no están en el peak de su carrera, pero si en el consciente colectivo, porque, aunque no seas fan de la banda, innegablemente has escuchado algunos de los grandes clásicos que sonaron anoche. La dupla claramente estaba orientada al rock de los 80’s, ese hard rock y glam que fue opacado por el boom del rock alternativo de los noventas. Sí, opacado, pero jamás olvidado.

La tarde/noche del Bicentenario ante un Santiago que aun manifiesta altas temperaturas se preparaba para una noche de clásicos. Ambas bandas lo hicieron y deleitaron a su público reconociendo su legado. Def Leppard fue la primera, con una lista de canciones renovada del Stadium Tour del año pasado que presentaba a otros grupos icónicos de los 80 como Poison y Joan Jett and the Blackhearts. Una adición notable fue «Let’s Get Rocked», que la banda tocó escasamente en ese tour y se sintió la respuesta de la gente. “Love Bites” «Hysteria», «Pour Some Sugar on Me», «Rock of Ages» y «Photograph» fueron los golpe-tras-golpe que nos dejaba claro que la banda británica hace rato dejó huella en la historia del rock. Joe Elliott, quien tuvo serios problemas respiratorios hace unos días, ha envejececido con gracia, su voz está atrapada en los años 80 en algún lugar entre Pyromania e Hysteria. Quizás es por eso que «Take What You Want», del último Diamond Star Halos de Leppard, se siente como en casa en la lista de canciones.

El “viejo sabroso” Phil Collen está tan definido como siempre y es un baluarte potente en la banda, es su forma de tocar la guitarra que puede pararse de igual a igual en vitalidad y gracia hasta con el propio John 5 que sonó en esta misma noche. Viv Campbell y Phil hicieron lo suyo mostrando su destreza con su tándem de guitarras. El bajista Rick Savage, mientras tanto, mantuvo un ritmo constante mientras Rick Allen nuevamente sorprendía al mundo con su capacidad de tocar bien y con excelencia en sonido con una sola mano, debido al accidente que marcó su vida y por ende la de la banda. El deleite final llegaba con las imágenes de los mismos fans chilenos en pantallas como collage fotográfico y la banda se despedía dejando un show a la altura de su estirpe.

Es verdad, Mötley desde hace un tiempo entró al panteón olímpico ese de bandas “de tours de despedida” y que vuelven de igual manera. No hay duda alguna que el boom de la producción The Dirt les dio el empujón para seguir arriba, pese a las críticas por su edad y por tratar de levantar-por un puñado de ex-drogadictos y alcohólicos revenidos- una banda que se dio por muerta hace algunos años. Pero disipemos algunos mitos, ya que este concierto llegaba para callar bocas a sus detractores. Pasadas las 22.00 horas una solemne sinfonía de Mozart nos indicaba que esto estaba a punto de comenzar.

Y es que en esta noche, la voz de Vince Neil funcionó bien a su favor. Tenía un gran control. Sabía cuándo usar el falsete y cuándo no. Se nota lo ha trabajado mucho (también lo de estar en forma aunque con eso no le ha ido muy bien) pero si eres fanático de Mötley, este show cumplió totalmente las expectativas.

Potenciado también con unas impactantes pantallas, la banda arrancó con una futurista intro digna de los shows de BMTH, y de ahí en adelante todos entendimos que esto marcharía bien. “Wild Side” para el arranque y “Shout at The devil”, ni más ni menos. Dos bombas de grueso calibre y el rock estaba desatado y sin freno.

Con John 5 como reemplazo permanente de Mick Mars, quien se retiró de este tour debido a su batalla de décadas contra una rara enfermedad de la columna, ya sabíamos que al menos en cuanto a espectacularidad del sonido de los riffs y solos, la cosa estaría a un nivel superlativo. El hombre de Manson y Rob Zombie hizo de las suyas y se quedó en gran parte con el protagonismo, tanto así que más tarde su nombre se vería inscrito en un logo circular de esta nueva etapa, al mejor estilo de los Ramones.

Lee tocó la batería en todo el set, algo que no pudo hacer a principios de 2022 debido a unas costillas rotas. Ahora completamente curado. Por supuesto, Lee usó su encanto de chico malo ”. cuando se dirigió a la multitud literalmente pidiendo a las chicas “que les mostraran sus tetas” , haciendo gala de su reconocida fama de “chico hot” y “Sex Symbol”, aunque ninguna de las chicas del estadio optó a conceder su petición, todo antes de un emocionante momento con “Home Sweet Home». La banda en general no comulga ni lo piensa en hacer en pleno 2023 con las disidencias ante la masculinidad exacerbada, machismo y misoginia del cual se jactaron sin ningún tapujo en los 80’s, contando con dos gigantescas estatuas de chicas en el escenario, y bellas chicas de carne y hueso haciendo striptease, bailando y cantando según cada tema lo requería, las que seguramente desviaron la atención de más de uno durante la jornada.

Llegaban momentos emotivos y para que quede todo en la retina: Nikki Sixx, invitando a una chica (fan) al escenario, un medley que se paseó por sus covers clásicos como ‘Helter Skelter’ de los Beatles (con sangre chorreando en las pantallas) o la iconografía punk con una encendida “Anarchy in The Uk” de los Sex pistols). La fiesta estaba encendida desde el primer minuto y lo mejor vendría para el final. “Dr. Feelgood”, “Primal Scream”, “Girls Girls Girls”, “Same Ol’ Situation” y “Kickstart My Heart” cerraban un show de una hora y media en que no hubo mayor interrupción ante una verdadera cátedra de rock and roll y esta vez muy potenciado en sonido y espectáculo visual.

Fotos por Jerrol Salas