Old Crows/Young Cardinals: La dinámica identitaria de una generación en código Alexisonfire

Old Crows/Young Cardinals: La dinámica identitaria de una generación en código Alexisonfire

Otra forma de la hablar de, desde y sobre la música, es conectando con quienes hacen de las bandas verdaderos fenómenos, quienes dedican tiempo escuchando y otorgando sentido a temas que, en el fuero interno, son verdaderos soundtracks a una emoción, sentimiento, situación o vivencia. En esta oportunidad avanzamos a la construcción histórica de una de las bandas más icónicas del post-hardcore desde la perspectiva de quienes vivieron en primera persona los años más creativos de Alexisonfire, banda que podremos disfrutar el próximo viernes 18 de marzo en la décima versión de Lollapalooza Chile. Tres historias de vida completamente diferentes marcadas por discografías, tracks y estéticas que cohabitan en aquella generación que comenzaba a construir identidad por medio de la bisilábica palabra “emo”, y que hoy miran con nostalgia aquellos años donde la identidad y la pertenencia estaban relacionadas a propuestas creativas.

Old Crows: Adultez en nostalgia

Es probable que a la fecha muchas y muchos no sepan con claridad “quién es” Alexisonfire, puesto que su última producción discográfica data de los lejanos 2009, por lo que la teoría de la reproductibilidad técnica los quiebra y desvanece hasta desaparecer. No obstante, el impacto de la banda en la actualidad se construye desde el melancólico recuerdo de adolescencias suspendidas en el tiempo y corazones que aún vibran con “This Could Be Anywhere in The World”, “Crisis” y/o “Accidents”.

La banda canadiense que define su sonido como “Two Catholic School Girls In A Knife Fight”, construye una dialéctica que trasciende lo meramente armónico, avanzando así a la composición holística del arte en términos visuales y estéticos, tensionando -sin pretensiones- las magnánimas estructuras impuestas como establishment por tradicionalismos musicales caracterizados principalmente por la impositiva jerarquizante y excluyente. Es por esto que tanto el sonido de Alexisonfire, como el post-hardcore en general, abrieron espacios a quienes también disfrutaban de la música alternativa, pero de esencia hard. De este modo y a raíz de la complejidad propositiva de los ideólogos de “Watch Out!”, es que toda una escena musical también se transformó en una dimensión característica de una generación que dinamizó los límites conocidos a través de las famosas y extintas “tribus urbanas”, por lo que el concepto identidad toma mayor relevancia.

Comprendiendo la identidad como una relación indisoluble con la cultura, esta se puede entender como el sentimiento de pertenencia que se construye mancomunada y colectivamente, por tanto, la identidad surge por diferenciación y como reafirmación frente a una otredad (Molano, 2007). De este modo es que componentes como contenido y expresiones culturales toman profunda relevancia al momento de aproximarnos a la construcción de identidad desde una perspectiva artística y musical. Es por esto que conversamos con Michelle, Ignacia y Felipe para dar cuenta que los entramados identitarios también surgen desde el polisémico sentimiento que suscita el arte de Alexisonfire.

Young Cardinals: Adolescencias en eterno resplandor

Un aspecto relevante a considerar en la difusión musical de la escena post-hardcore de la primera mitad de los 2000, es que los conductos de divulgación artística eran tan variados como creativos, puesto que plataformas de streaming estaban completamente fuera de nuestro alcance, por lo que las historias de vida que incluyen a los nativos de Ontario como parte constitutiva de la musicalización de una vida, reconocen e identifican una riqueza y proactividad indagatoria sobre nuevas y alternativas propuestas musicales: “Llegué a Alexisonfire por conocidos que recuerdo usaban poleras o parches de la banda y por curiosidad busqué videos y me gustaron mucho, -esto fue en el 2007 aproximadamente, tenía 15 años más o menos-” (Michelle).

Llegué a AOF, porque, como muchas personas que somos como de la generación donde el apogeo máximo de música se dio fuerte entre el 2005 – 2009, y fue principalmente por bandas que me mostraban otras bandas, por ejemplo yo soy fanática de My Chemical Romance, y ellos empezaron -bueno, antes de yo conocerlos-, a comienzos del 2005; ellos estaban en estos típicos shows gringos como Taste of Chaos, el Warped tour, el Bamboozle Festival, el Hellfest y así mismo es que yo misma fui conociendo más bandas, o sea, partiendo por la base que este tipo de música -como la de Alexisonfire- es menos comercial y no es apto para la radio por ejemplo, a diferencia de todo lo que es el mall-emo que suelen clasificar, al ser más pesado requería en ese momento, donde el auge del internet estaba posicionadísimo, empezar a descubrir bandas y más bandas. Todas las bandas que yo descubrí cuando chica, te digo adolescente, fue más que nada gracias al internet, conociendo bandas que salían en los afiches, en los line-up, en ares en esa época, bajando en los blogspot cuando subían discos completos, también me empecé a meter en foros y así fue como empecé a llegar más que nada como a música y Alexisonfire” (Ignacia).

Por otra parte, los procesos de difusión musical también comprenden la importancia de las relaciones e interacciones como parte inequívoca de que los intercambios colectivos de capital cultural, también impactan en el modo en que se disfruta la música: “Alexisonfire llegó a mi vida mediante un vcd por medio de una chica que a mi me gustaba en el liceo, es fue como en el año 2006-2007 máximo, y ese vcd fue el que me mostró los primeros videoclips que es super importante, porque yo soy más de los videoclips que de los discos, creo. Y en ese vcd venían una variedad de bandas screamo entre ellas varias que me quedaron para siempre, entre ellas The Used por ejemplo, venía My Chemical Romance que yo los cachaba claramente porque eran más comerciales, eran más de radio, venía también Atreyu, Static Lullaby, pero creo que lo que más que se me quedó fue Alexisonfire, y creo que venían dos videos que eran super diferentes entre ellos ‘Counterparts and Number There’ y ‘No Transistory’”.

Dentro de esta creativa investigativa y de compromiso interaccional, donde las responsabilidades afectivas también impactan en construcción de identidad cultural, es que el reconocimiento mutuo que está en constante disgregación social también reconoce que las nuevas formas acceso a la información que emergen del internet, son una variable constitutiva más de la identidad colectiva de este grupo, puesto que a través de la replicación de dinámicas de búsqueda sobre nuevas expresiones musicales en el incipiente desarrollo de la masificación de internet, es que la pluralización de la cultura emo y hardcore en Chile fue notable:

Esos años los recuerdo con una estética muy del post hardcore que hasta el momento hay algunos que siguen manteniendo, todos nos encontrábamos en búsqueda de la identidad propia. En lo personal Alexisonfire se ajustaba mucho a mis gustos ya sea tanto musical como visual. Me gustaban esos cambios de la voz de Dallas a George, esos cambios bruscos de melodías me acompañaban en mi mp4 camino al colegio todos los días. Fueron un buen apañe” (Michelle).

“Los años del máximo apogeo de la banda en Chile, tú puedes identificarlos con que había particularmente un tipo de persona que escuchaba Alexisonfire, que no necesariamente iba a escuchar todo lo demás, por ejemplo: no voy a escuchar, como ya te hablaba de My Chemical Romance, o no tampoco escuchaba The Used, y se aferraba a un sonido más maduro, más pesado (…) Por lo menos el recuerdo que tengo yo de esos años de Alexisonfire es que era un grupo que gustaba mucho a todos quienes estaban saliendo un poquito de este descubrimiento musical que significa ‘Chucha… no me gusta el metal, pero me gustan las cosas más pesadas con un poco más de grito, con un poco más de técnica distinta’, como rompiendo ese paradigma de lo que era la música pesada en ese tiempo” (Ignacia).

En este sentido, la generativa de identidad también circunscribe un proceso personal, emotivo y simbólico, puesto que la identidad colectiva que emerge también reconoce una especie de representación afectiva y reflexiva a nivel de narrativas, y es eso de lo que nos nutre Alexisonfire, una banda que lejos de magnificencias, conquistó corazones de miles de adolescentes: “no sé cómo habrá impactado al resto pero en lo personal me cuesta encontrar músicos que me hagan sentir lo que me hace AOF, es difícil describirlo” (Michelle). Es por esto que la generativa de identidad cultural no es únicamente un componente mecánico, sino que trasciende a lo medular al momento en que el sentimiento de pertenencia abraza a las generaciones que se desarrollaron en la más pura sombra de una sociedad de capitalismo tardío, donde la emocionalidad era considerada una debilidad y la bestialidad irracional del tradicionalismo del hard rock o metal excluyeron de muchas formas a quienes no seguían una hegemónica misógina e indolente. Es por esto que, la delicadeza conceptual que construye Alexisonfire abraza desde la horizontalidad a toda una generación que desde la soledad encontró representatividad en la valentía de enarbolar el dolor desde una prolífica escritura poética articuladas también desde guitarras pesadas y guturales desgarradores pero políticamente transformadores:

“Esta banda se convirtió en algo súper importante porque era una de las primeras bandas hardcore-screamo que yo escuché, que de alguna forma hizo encontrarse a estos dos puntos musicales que eran mi pasado, ‘la infancia musical’, que era muy del pop gringo que era NSYNC, Backstreet Boys y todos los demás, y se unió un poco a lo que venía escuchando en el liceo, que era más aggro metal y hueás más progresivas como Tool y cosas más así. Entonces de alguna forma, el post-hardcore y Alexisonfire entremedio, hizo que se juntaran estos dos continentes, lo melódico del pop que yo escuchaba cuando era chico -antes de los 10 años-, y lo entretenido del progresivo entre la guitarra y los ritmos del aggro metal que escuchaba cuando yo estaba en el liceo, y yo creo que eso se convierte en un punto determinante, en el criterio para ir evaluando bandas que a mí me gustaban, o me fui dando cuenta que había un patrón en común que era esta dicotomía entre lo melódico, sumado a guitarras, fuertes riffs y gritos, que yo inicialmente se lo atribuía solo al metal y al aggrometal, pero ahí me di cuenta que había un mundo que era este post-hardcore que me entregó una paleta de colores mucho más amplia” (Felipe).

“El sentirse representada por un tipo de música, por una banda cuando tu eres adolescente y estás forjando tu identidad y sentirte que perteneces a algo, yo lo encuentro muy bacán, y por lo mismo la banda en la construcción de la identidad musical actual es las piedras que cimienta todo lo que vino después (Ignacia).

Ante la trascendencia innegable de Alexisonfire a nivel artístico, también deviene todo un aspecto actitudinal y estético que emerge como propuesta visual tanto de la banda, como del post-hardcore en general, es por esto que los creadores de “Familiar Drugs” también fueron disruptivos en la forma en que condensaron la propuesta estética y vestimental de la banda, siendo este uno de los aspectos más destacados:

Uno de los aspectos que yo puedo rescatar de como AOF es que se destacaba del mundillo del post-hardcore era que había una estética que era muy notoria: el pelo, la ropa, el pitillo, la camisa cuadrillé, las zapatillas vans, y siento que AOF escapaba un poco de eso, no sé si es porque son canadienses, y los canadienses un poco se cagan en todo, pero encontraba muy bacán el hecho de que todos los locos se vestían diferente, de que el batero fuera un chascón con lentes -el primer batero estoy hablando-, de que Dallas fuese un poquito más country, que el vocalista fuese un tipo muy común, un hueón de polera y jeans de ropa ancha, que Wade era un hueón súper Rockabilly. Eso para mi fue una cuestión súper disruptiva, porque en el liceo uno mucho que copiaba las bandas, el vestir, la actitud, como que un poco uno se ponía el disfraz, un cosplay, y con AOF te encontrabas cinco cabros que eran muy distintos uno del otro, y eso fue un cuestionamiento que yo tuve y que era muy curioso de la banda, en un mundo en el que el vestir era sinónimo de pertenecer”. (Felipe)

En este sentido que Alexisonfire es una de las bandas angulares en lo que respecta al post-hardcore, pero también en la composición de una generación completa que en la actualidad oscila en las tres décadas. De este modo, la irrupción de la reactivación de la banda impulsa nuevos frentes de nostalgia, donde la ausencia de material nuevo no es tema central ni para la banda, ni para quienes los siguen desde la primera mitad de los 2000:

Ver que vienen [a Lollapalooza] sin un material nuevo como hablamos, no me extraña porque todas esas bandas podrían venir sin material nuevo y sería aún mejor, porque muchos tienen esa sensación de como ‘uuh, la nostalgia’ y no necesariamente tiene que ver con el material nuevo. A mi me pasa con muchas bandas de ese entonces, no me seguí actualizando en lo que empezaron a crear después, pero sí yo tengo mi playlist donde tengo todo lo que escuchaba en ese momento”. […] “Yo de verdad pienso que Alexisonfire es una de las bandas más significativas en lo que respecta a poder dar un sentido… estaba mucho en esa época la separación de la música más pesada de hombres, la música menos pesada es de mujer, y pasaba que muchas mujeres que escuchábamos esta música, nos sentíamos un poco parte de este mundo al que no pertenecíamos al 100%, pero nos empezamos a abrir camino de a poco y es algo que encuentro que es algo que se va a notar definitivamente para cuando ellos se presenten, o sea, probablemente hayan muchas mujeres que estén ahí coreando, tratando de estar cerca, reviviendo esos años muy bacanes y extraños a la vez y tumultuosos que son la adolescencia” (Ignacia)

No hay duda que el regreso a los escenarios de Alexisonfire es una gran noticia para quienes crecimos bajo el alero de “Crisis”, “Watch Out!” y “Old Crows/ Young Cardinals”, puesto que la nostalgia que provoca mirar con distancia esos años, hacen que la construcción identitaria se sienta tan viva como aquellos años. A su vez, la versatilidad técnica y amplitud propositiva en términos visuales y estéticos, es que hacen de los nativos de Ontario, un viaje en el tiempo donde la adolescencia se mezcla y entrelaza con nuestra incipiente adultez permitiéndonos encontrar refugio a la inmediatez en la captura sensorial y emotiva que significa rememorar con una banda, una identidad y una generación que aún vive en muchas, muches y muchos.

Karin Ramirez Raunigg

De música, libros y otras cosas.

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