Poppy en Knotfest Chile: ecos de una era digital
El Stage B se encendió con la presencia de la estadounidense Poppy, era la previa de Baby Metal, así que los fans ya estaban encendidos, contagiando de emoción a Moriah, que a veces saliéndose de su concepto robótico, sonreía, saludando a los seguidores chilenos. Hizo bailar, cantar, saltar, demostrando una amplia capacidad para los guturales y una estética que los asistentes elogiaron. La performance incluía coreografías simples que aportaron elementos visuales a la presentación, unida al dinamismo del espectáculo el show resultó en una grata sorpresa para quienes no la conocían con anterioridad.
El setlist fue variado y eso se valoró, ya que combinó muchas piezas sonoras como pop, metal, electrónica que resultaban en melodías pegajosas, como la canción «V.A.N» que interpreta junto a sus compañeros de sello Bad Omens, el tema resonó con fuerza igual que “New Way Out” siendo un ejemplo de que los nuevos sonidos que se atreven a experimentar son aceptados, sobretodo porque tocan temáticas como la inteligencia artificial y la manera en que afecta nuestra humanidad, pues los estímulos a los que estamos expuestos, a veces nos sumergen en una realidad virtual que ella aprovecha para comunicar sus mensajes subversivos y hacer resonar texturas provocativas para hacer música.
A puertas de su nuevo lanzamiento «Negative Spaces» y con destacadas colaboraciones, Poppy continúa invitando a los oyentes a sumergirse en su experiencia melódica, siendo parte de una narrativa que hace tomar conciencia de elementos rupturistas tan importantes en la actualidad. “I’m Poppy, I’m Poppy” recita a veces, dando a entender que es un producto, una “muñeca” como forma de crítica a lo plástico que resulta ser la industria. Y en el escenario no es diferente, interactúa de maneras robóticas y casi sin expresión, pero en nuestro escenario fue diferente, ya que se notó la emoción con la que la recibió Chile y cómo ella se sentía encantada con eso.
