Soen: «Imperial» (2021)

Soen: «Imperial» (2021)

Vía Nación Progresiva

Silver Lining Music, 2021

Para bien o para mal, sabíamos que esto podía pasar. Desde hace unos años, el supergrupo sueco de metal progresivo Soen ha estado en los reflectores de todos los medios especializados y fans por igual, a raíz del éxito desmedido que significó un álbum tan potente como “Lotus” (2019). El álbum que para muchos significó su acercamiento a la banda, y el que finalmente los transformó de ser una banda de culto con su fiel pero moderado séquito de seguidores, a aparecer en todas las revistas, portales y festivales importantes del mundo. Un disco que encabezó muchas listas de lo mejor del año (en nuestros Mejores Discos de 2019 escaló hasta la segunda posición), y con razones muy válidas.

Se había dado el salto de calidad que la banda tanto necesitaba para trascender, y esa racha compositiva y de popularidad no se podía cortar por nada. Llega 2020, y un pequeño amigo conocido como Covid-19 frustró todos los planes que la banda tenía de seguir presentando “Lotus” como corresponde (aunque con la suerte de haber dedicado gran parte de 2019 y el principio de 2020 a exponer su arte, culminando en el mega crucero metalero 70.000 Tons of Metal, del que tuve la suerte de ser parte, además de unas fechas finales en México). Esto hizo que la Soen se enfocara 100% en perfeccionar su sucesor, y pulir cada detalle para que ese hermoso momentum no se perdiera. En palabras de su baterista y fundador Martín López, la banda llegó a pasar 12 horas por día durante varios meses trabajando en llevar estas nuevas canciones al lugar donde exactamente ellos querían.

Y cuando queremos acordarnos, a casi exactamente dos años de la salida de “Lotus”, el quinto disco de Soen ve la luz bajo el nombre de “Imperial”, y es precisamente lo que nos esperábamos. Poco riesgo, pocas novedades, pero tampoco es que las estuviéramos necesitando. “Imperial” es la continuación natural y orgánica de “Lotus”, que a la vez se siente como una evolución del mismo y un auto-homenaje al presente, pero también hacia el pasado de la banda. Vamos a encontrar en él todos los ingredientes que amamos de su predecesor, pero también podemos irnos más allá y encontrar referencias a “Lykaia” (2017), e incluso irnos más atrás y detectar algunas grajeas de sus comienzos con “Cognitive” (2012), cuando las comparaciones con Tool eran demasiadas, aunque justificadas.

Imperial” es un disco breve, directo y muy enfocado, sin rellenos. Ocho canciones perfectamente compuestas, y ejecutadas que totalizan poco más de 40 minutos que se disfrutan plenamente. Las canciones continúan con la tradición de la banda de nombrarse con una única palabra que resuena, se siente potente y resume perfectamente el sentimiento que nos generan. El arranque con “Lumerian” nos mete de lleno en esa mezcla exquisita de pesadez y emotividad, con un estribillo de esos que se tornan memorables al instante. El vocalista Joel Ekelöf continúa explotando su condición de diamante en bruto en la música, mejorando con el paso de los años. Una canción con mucho groove que nos hace cabecear al unísono y saltar gritando de emoción.

Deceiver” continúa esa onda groovera con un riff perfecto ejecutado con maestría por el guitarrista Cody Ford. Ritmos tan meticulosamente construidos que nos hacen cabecear instantáneamente, fluyendo junto con el disco y entendiendo lo que nos querían decir a la hora de pulir completamente los detalles. Todo esta refinado de manera exquisita. Con “Monarch”, el segundo y más reciente single liberado, continuamos con esta racha de elegancia y contundencia, en un balance que pocas bandas pueden lograr. Es uno de los temas que más nos recuerda a las atmósferas logradas por “Lotus”, con melodías vocales que desembocan en estribillos perfectos.

Lo que sigue es algo un tanto… ¿Incómodo? Las canciones “Illusion” y “Antagonist” (primer single) vienen pegadas en el álbum, y son excesivamente similares en melodía y estructura al tema homónimo de “Lotus” y a aquel hitazo que fue “Martyrs”, respectivamente. Esto parece hecho adrede, queriendo evocar el sentimiento que nos generaron aquellos himnos ya atemporales. En el caso de “Illusion”, como pasaba con aquella balada increíble que fue “Lotus”, nos llenamos de buen gusto por las melodías, solos de guitarra sentidos y emocionantes, y una performance vocal de Ekelöf digna de elogio. No deja de ser una canción sublime, pero sufre por parecerse excesivamente a la antes mencionada. Y lo mismo pasa con “Antagonist” (aunque en menor medida), un tema potente con mucha fuerza y gancho, que se entiende perfectamente por qué fue elegido como primer single (así como pasó con “Martyrs”), pero que recuerda demasiado a aquella canción emblemática y propulsora. En definitiva, dos canciones buenísimas, llenas de perfección y sentimiento, pero que evocan indefectiblemente a sus antecesoras y eso opaca un poco las impresiones finales.

Para los tres temas finales, “Modesty” nos trae esos guiños al pasado, basándose más en sus placas anteriores y generando una sensación de grandeza tremenda, nuevamente guiada por la impecable actuación vocal de Ekelöf. Es un tema que se siente como una bocanada de aire fresco, y que además incorpora elementos orquestales y sinfónicos, logrando un clímax inmejorable y muy emotivo. Dissident” vuelve a traer los elementos grooveros al frente, incorporando también riffs entrecortados y machacadores. No se siente como una canción tan novedosa, es 100% Soen y a esta altura ya anticipamos muchos de sus trucos, aunque como dijimos, no es que esto sea algo malo. Para el cierre definitivo, “Fortune” nos trae una balada desgarradora y llena de sentimiento, muy basada en las melodías de piano. Cierra la placa por todo lo alto y nos hace querer abrazarnos a nuestros seres amados y levantar las manos al unísono, siguiendo una melodía de aliento por lo que vendrá. Fue la elección perfecta para terminar un disco que nos dejó con ganas continuar el viaje, pero en el que también entendimos que a veces menos es más, y que es mejor no arreglar lo que no está roto.

Imperial” pone a prueba el fanatismo hacia Soen de todos nosotros. Se siente como un disco esencial pero predecible, que funciona tanto como un paso evolutivo hacia el futuro y como una mirada homenajeante hacia el pasado. Una placa que sufre por apoyarse demasiado en un estandarte de calidad como lo fue “Lotus”, pero que también se beneficia de aprender de él y llevar sus melodías hacia nuevos horizontes. Los elementos novedosos que incorpora están ahí pero en muy pequeñas dosis, y está en el oyente decidir si la conformidad con lo ya conocido es suficiente, o si se necesita seguir refaccionando la fórmula, una que funciona de maravillas y nos regala una hermosa colección de joyas sonoras para el recuerdo.

Por Alejandro Melgar 

Nacion Rock

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