Squid en Chile: Nadando en un sueño colectivo
En un show íntimo, los británicos concretaron su debut en Santiago, enmarcado en la presentación de su disco «O Monolith» y su primera gira por Sudamérica.
Fotos por Jerrol Salas.
Ruidosos, inmersivos y sumamente cohesionados. Estos son los atributos que mejor podrían describir la puesta en escena de Squid, un proyecto que brilla por su temprano éxito y su sentido de vanguardia. Y es que, con solo dos álbumes de estudio, una buena cantidad de EPs y algunos sencillos, el quinteto de Brighton ha puesto en marcha una identidad sonora derechamente inclasificable, donde se reúnen géneros como el post-punk, el art rock o el krautrock, junto al uso de sintetizadores, percusiones y un incesante intercambio de instrumentos. Tomando en cuenta estas virtudes, el debut de los ingleses en Santiago reunió todos los elementos para ofrecer un momento histórico y prometedor. Sin decepcionar a las expectativas, Squid hipnotizó al público de Club Chocolate al ritmo de sus intrincadas y extensas composiciones.
Como antesala para esta jornada, el dj set de Vallejos estuvo a cargo de sintonizar los ánimos de lo que pronto se escucharía en el recinto, ofreciendo una selección de canciones cercanas a la arista post-punk de los anfitriones. Sin mayores preámbulos, las luces del Club Chocolate se apagaron para dar paso a la omnipresencia de una pantalla que anunciaba a Squid, quienes abrieron el show con una tripleta extraída de su último trabajo, “O Monolith” (2023). Las primeras capas sonoras de “Swing (In a Dream)”, que fueron rápidamente identificadas por el público, instalaron una conexión inmediata que se sostuvo netamente a través de la música y las imágenes proyectadas. El cierre estridente de esta canción se conectó sutilmente con “If You Had Seen…”, llenando la sala de un ritmo obtuso pero incesante. Como último track de este cuarto, el groove de “Undergrowth” se articuló en una transición hacia el ruido y la improvisación.
Es necesario mencionar que el fiato y la coordinación del quinteto es un aspecto que cautiva y absorbe gran parte de la atención desde un primer momento. Con la batería de Ollie Judge al centro y una gran cantidad de instrumentos dispuestos en el escenario, los músicos van asumiendo diversos roles según lo que requiera el show. Tal es el caso de Arthur Leadbetter, pasando del sintetizador al apoyo en percusiones, Laurie Nankivell tomando la trompeta en algunas secciones, o el intercambio incesante de cuerdas entre Louis Borlase y Anton Pearson. En su conjunto, estos malabares instrumentales construyen una masa sonora que nunca pierde su pulso, ofreciendo transiciones sumamente fluidas entre cada canción.
Tal fue el caso de “Leccy Jam”, cuyo carácter abrasivo y netamente electrónico se unió a la perfección con la rítmica característica de “G.S.K.”, levantando el coro de un público que, aunque reducido, nunca dejó de responder ante los diversos estados de ánimo del show. En un acercamiento a los inicios de la banda, “The Cleaner” fue un breve guiño al dance punk, para cambiar repentinamente hacia la disonancia y el relato ácido de “Broadcaster”. Siendo uno de los momentos más altos de la jornada, “Narrator” se acompañó con la catarsis de un mosh improvisado, mientras que la delicada transición a “After the Flash” coronó el carácter onírico que se mantuvo a lo largo de todo el show, gracias al sonido inmaculado de la trompeta de Nankivell durante el inicio, dando paso a una ovación de todo el Club Chocolate.
Hacia el cierre, Squid comenzó a aterrizar su viaje musical con cortes más directos, como el caso de “Paddling” y “Pamphlets”, que hicieron bailar a los asistentes en un jam de percusiones. Mientras que, a modo de despedida, “The Blades” se trasladó nuevamente al último trabajo de los ingleses, dando punto final a una presentación ininterrumpida, donde la música fue el principal protagonista e hilo conductor.
Squid es una banda con una fama que los precede, a pesar de contar con una carrera medianamente breve. Sin embargo, resulta satisfactorio ver a un conjunto que es capaz de defenderse no solo en estudio, sino también en vivo. En su primera visita a Santiago, el quinteto logró trenzar lo orgánico con lo digital y lo rítmico con lo disonante. Ofreciendo un vaivén de instrumentos y sensaciones que condujeron a todo el Club Chocolate a través de un sueño colectivo, donde la comunicación a través del sonido fue más que suficiente.
Setlist:
Swing (In a Dream)
If You Had Seen the Bull’s Swimming Attempts You Would Have Stayed Away
Undergrowth
Leccy Jam
G.S.K.
The Cleaner
Broadcaster
Narrator
After the Flash
Paddling
Pamphlets
The Blades