Swans-Birthing (2025): Una respiración larga, densa y final

Swans-Birthing (2025): Una respiración larga, densa y final

 

A esta altura, lo de Swans no es música. Es otra cosa. Un proceso. Un estado. Un trance. Birthing no rompe esa lógica. La estira. La deforma. Y al mismo tiempo, la entrega como un último aliento. Un cierre que se siente como la síntesis de décadas de exploración sonora. Desde que reformaron la banda en 2010, Michael Gira y compañía hicieron de incomodar una forma de búsqueda espiritual. Han hecho de poner a prueba la paciencia de su audiencia una costumbre en su búsqueda de la trascendencia. No se trata de provocar. Se trata de llevar al oyente a un punto donde ya no hay certezas ni formas, solo sonido, peso, repetición. Y una intensidad que se acumula lentamente hasta disolver la percepción.

Birthing es una especie de ritual. Cada pista parece un organismo vivo que respira lento, muta y se arrastra entre atmósferas de folk, drone y ruido primitivo. No hay una estructura convencional. No hay estribillos. Hay momentos que emergen del silencio, crecen como bestias ciegas y vuelven a desaparecer.

Desde The Healers, todo queda claro. Esto no va a avanzar. Esto va a expandirse. A ensanchar los límites del sonido. I Am a Tower arrastra las palabras como si fueran conjuros. En Guardian Spirit, Gira directamente entra en un trance chamánico. “En el brillo de arriba, en un océano de barro, en una ciudad en llamas, en lo profundo de tu cerebro, te estoy elevando / me estoy comiendo tu cabeza”. Profetiza.

La pieza que da título al disco es una caverna. Encara la experiencia de nacer, no como un momento de alegría, sino como un acto doloroso y místico. Suena desde un lugar anterior al lenguaje. Como si alguien intentara recordar cómo suena el mundo antes de tener forma.

The Merge es probablemente uno de los momentos más radicales del disco. Una tormenta. Una canción impulsada por un collage de ruidos ásperos, guitarras en drones, sintetizadores desquiciados y la voz de una niña que comienza con ternura (“Te amo, mami”) antes de desviarse bruscamente hacia el caos total. Es ahí donde el disco toca su núcleo. Lo sagrado y lo profano.

El cierre con (Rope) Away es inesperado. Guitarras limpias y melodías tenues dibujan una atmósfera de aceptación, como si después de la tormenta quedara sólo el eco de lo que fue. No hay clímax, no hay descanso. Solo una paz ambigua, como si estuviéramos demasiado exhaustos para seguir resistiendo.

Birthing no es para todos. Nunca lo fue. No es fácil de escuchar. No quiere serlo. Es exigente, abrumador, a veces impenetrable. Ni siquiera es fácil de recomendar. Pero si entras en su mundo, es posible que salgas distinto. Más cansado. Más vacío. O más en paz. Como después de un largo nacimiento. Es algo sucio, doloroso y absolutamente necesario. Quizás lo más notable del disco es cómo Swans logra condensar todo lo que han sido. Incorporando orgánicamente aspectos de sus diversas etapas previas. A estas alturas, Swans busca cerrar un ciclo con la misma intensidad con la que lo abrió. Y lo logra. Pocas bandas, después de 17 álbumes, pueden seguir sonando así de vivas.

Matias Garcia

La música me salvó la vida.

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