«The Collective»: o cómo Kim Gordon se vuelca al trap oscuro y experimental a sus 70 años
Quizá sería algo natural decir que Kim Gordon, a sus 70 años, no tiene la necesidad de ser una artista con mucho que aportar, demostrar, ni que experimentar luego de haber sido parte de una de las bandas que más colores, fondos y formas atrevidas experimentales aportó al rock desde fines de los 80’s. Todo lo contrario a la infame sentencia favorita de memelandia como el «¡ya, siéntese, señora!», Su ímpetu por sonar disonante, provocadora y rebelde al establishment musical, sigue en pie firme, más que nunca y quizá tan o más como cuando en sus treinta paría «Confusion is Sex», obra vital del no wave estadounidense.
La vigorizante producción de «The Collective» es cortesía de Justin Raisen, quien dirigió su predecesor ‘No Home Record’, y ha ayudado a llevar a artistas como Lil Yachty, a otro legendario como John Cale o Charli XCX a territorios inexplorados.
‘BYE BYE’ suena a frescura dark/trap libre y vertiginosa como los más grotescos y creativos exponentes del género actual (Ghostemane, Nothing, Nowhere) o si nos vamos al segundo sencillo, ‘I’m A Man’, en el que hay un evidente guiño a ‘Kool Thing’ de Sonic Youth («¿Vas a liberarnos a las chicas de la opresión corporativa, masculina y blanca?»). «La Chica del Grupo» y todos esos códigos punzantes propios del riot grrrl están latentes.
‘It’s Dark Inside’ o la taladrante ‘I Don’t Miss A man’ exporta algo de aquella visceralidad Butthole Surfers de antaño (banda contemporánea a SY con que se cruzó legendarias tocatas y escena) con una intrincada molestia industrial que te cepilla el cráneo en todo momento, o la colección de ruidos sinsentido de «Tree House» en qué no sabes bien qué mierda está pasando.
No hay paz. No hay tranquilidad. Es un disco intensísimo. Pero hay que decir que todo esto no deja de explicar que Gordon no está para ser una mujer complaciente con nadie, ni viene a mostrar que se le acabaron las ideas, ni menos a ser una veterana confinada al reposo cuando ya ha cruzado la línea inquietante y molesta en tantos sentidos y estilos. Su consecuencia es tan brutal que este disco podrá dejar una huella, y bien profunda en su carrera, que está llena de garra, vigor sónico, y matices opuestos a todo lo establecido.