The Velvet Underground & Nico. Un disco que susurró al futuro

The Velvet Underground & Nico. Un disco que susurró al futuro

Hoy, 12 de marzo, se celebra un nuevo aniversario de The Velvet Underground & Nico, el álbum que cambió la música para siempre. Lanzado en 1967, fue un fracaso comercial, un disco que nadie entendió, pero que con los años se convirtió en un álbum de culto, influyendo en el punk, el indie y la música alternativa en general. Brian Eno lo resumió perfectamente: Pocas personas lo compraron cuando salió, pero todos los que lo hicieron formaron una banda. Este disco cambió la historia para siempre. Hoy es un evangelio del underground, un manual para los que buscan la verdad en el ruido y la poesía.

La portada es tan icónica como el disco mismo: un simple plátano amarillo sobre un fondo blanco, diseñado por Andy Warhol, el padrino del grupo y genio del pop art. La simplicidad de la imagen oculta su audacia: en una época de portadas psicodélicas llenas de colores vibrantes y tipografías alucinantes, Warhol optó por el minimalismo. La portada no gritaba, susurraba. No prometía viajes lisérgicos, sino algo más crudo, más real, más sucio.

Mientras los 60 brillaban con el fulgor de la psicodelia, la Velvet pintaba con tonos más oscuros: calles húmedas de Nueva York, habitaciones llenas de humo y jeringas, el deseo y la desesperación entrelazados en una danza turbia. «Heroin» no es una canción, es una aguja entrando en la piel. «Venus in Furs» suena como una marcha hipnótica hacia lo prohibido, el sonido de un ritual. «I’m Waiting for the Man» convierte una transacción de droga en poesía urbana. Cada canción es un universo propio, una postal borrosa de Nueva York donde la luz y la sombra se entrelazan en un amanecer que no promete redención.

Y en medio de todo, Nico. Su voz gélida flota en «Femme Fatale» y «All Tomorrow’s Parties«, como un fantasma elegante perdido en la distorsión de Lou Reed y la viola eléctrica de John Cale. Su canto es de otro mundo, es el eco de algo más grande —que solo ella conocía—. Es distante. Es gótica antes del gótico. Fue Andy Warhol quien insistió en incluirla en el álbum, convencido de que su imagen y su tono le darían una dimensión única. Y tenía razón. La presencia de Nico es tremenda. Inspiró a generaciones de músicos desde Siouxie Sioux hasta PJ Harvey y Lana Del Rey.

Hoy, más de medio siglo después, este álbum sigue latiendo en el corazón del underground. Es un disco que no se escucha, se respira, se siente por dentro. Un mito. Un evangelio. No fue hecho para vender, sino para quedarse. Y aquí está, inmortal, esperando a la próxima generación de almas perdidas que necesiten un mapa hacia la oscuridad, para que nunca más vuelvan a escuchar el mundo de la misma manera.

Matias Garcia

La música me salvó la vida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *