Tigran Hamasyan en Chile: una clase magistral de virtuosismo y espiritualidad

Tigran Hamasyan en Chile: una clase magistral de virtuosismo y espiritualidad

FOTOS: Bastián Sáez

En una presentación que se hizo realmente corta, el pianista armenio dio un verdadero espectáculo sobre las tablas del Teatro Nescafé de las Artes, llevando a los asistentes a un viaje de rock progresivo, perfectamente aderezado con el talento en las teclas de Tigran y un público muy participativo.

Con una cálida recepción, la violinista nacional Valentina Maza fue la encargada de dar inicio a una jornada que seguramente, quienes tuvimos la fortuna de presenciar, no olvidaremos en un buen tiempo. La presentación de Hamasyan fue toda una aventura sonora, que hizo emocionar, pero también supo hacer rockear a un público que fue increíblemente receptivo, y por momentos, bellamente participativo en el espectáculo.

Pero primero, lo primero. Valentina Maza, como dijimos, tuvo una buena acogida de parte del público, que contempló y disfrutó la interesante propuesta de la artista nacional. Una exploración sonora que sabe muy bien combinar arte escénico, música electrónica y la orgánica viola de Maza, que bien logran evocar una conexión con lo natural a través de lo musical. La artista, que este año se consagró ganadora del Premio Pulsar 2025, por su álbum Busco Espacio, encontró precisamente un espacio para invitar al público a conectar con su música, usando todos los sentidos. Bien por la chilena.

Lo que vino después, ya tuvo tintes de viaje hipersensorial. Es increíble cómo la música exacerba la relatividad del tiempo. Quién se no se ha entregado alguna vez a la música de forma tan honesta, que pierde la noción del tiempo, y se deja llevar por los sonidos brillantemente organizados de una canción hermosa. Algo así fue lo que sucedió de manera constante con la presentación del armenio en nuestro país. Cuatro músicos sobre el escenario dieron un espectáculo de aquellos que no dejan indiferente. Es importante señalar lo de los cuatro músicos, porque cada uno fue un espectáculo en si mismo. Ya después la sinergia que se crea con la unión de instrumentos es algo sublime.

“The Bird of a Thousand Voices» fue la obra que principalmente nos presentó el pianista Tigran Hamasyan, en lo que fue toda una experiencia, en una noche que también tuvo espacio para las sorpresas. Todo comenzó con The Curse – Blood of an Innocent Is Spilled y de inmediato supimos que la cosa se venía intensa. La canción marca el inicio del periplo del príncipe Areg en su búsqueda del pájaro mítico cuyas mil voces tienen el poder de sanar y devolver la armonía al mundo. Con tensión y disonancia en abundancia, el pianista dejó en claro que esto se trataba de la ejecución de todos los músicos sobre el escenario, y esa confianza entre los músicos se sintió desde el primer instante, lo que repercutió en que el protagonismo no estuvo solamente centrado en la figura del pianista, lo que habla muy bien de él, demostrando que su arte está el servicio de la obra.

La canción que siguió fue The Quest Begins, que fue claramente la continuación precisa entre lo musical y narrativo de la primera canción. El viaje continuaba a través de voces del pianista, y sonidos que venían desde el sintetizador del músico Yassai Karapetian, y que supo perfectamente cómo armonizar y contar la historia en un diálogo fluido entre sus propias teclas, y las de Tigran. Lo siguiente fue parte de una sorpresa. Por primera vez en vivo, Hamasyan interpretó War Time Poet, canción recientemente estrenada, en una versión realmente extendida, en las que hubo momentos para una improvisación brillante, pero también para integrar extractos de material nuevo. Un paseo por distintos estilos. Jazz, Rock progresivo, folclor y hasta riffs que, con precisos sutilezas metaleras, hizo a cabecear a más de uno.

Un sonido exquisito, y una iluminación que por momentos fue un miembro más del espectáculo, fueron la guinda del pastel para un show que se sintió corto, y en los que el público hizo volver al escenario en más de una ocasión, a un artista que dirigió e hizo corear a los presentes que rápidamente se hicieron cómplice del concierto. Seguramente el príncipe Areg encontró al ave de las mil voces durante su viaje, así como los asistentes al viaje que nos regaló Tigran, encontraron que 90 minutos, se pueden sentir como solo un instante.

Nicolas Diaz

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *