Cancionero Rock: «Isolation» – Joy Division (1980)

Cancionero Rock: «Isolation» – Joy Division (1980)

Se ha ironizado en redes y más de alguien creó un playlist con las canciones de Joy Division que representan angustia, soledad, depresión y aislamiento, que es justamente lo que pasa en el mundo general tras una crisis pandémica. «Isolation» (aislamiento), sin duda es un gran ejemplo de aquello, donde Ian Curtis se despacha una de las más brutales letras acerca de su «no aceptación» en el mundo, por su entorno, amigos, seres queridos y hasta por su propia madre, el último recurso que nunca debe prescindir en una persona que lo ha perdido prácticamente todo.

En ‘Isolation’ se podría decir que los sintetizadores “levantan” la animosidad del álbum, pero no, la letra es devastadora: “Mother i tried please believe me, i’m doing the best that i can.I’m ashamed of the things i’ve been put through,i’m ashamed of the person i am.” (“Madre lo intenté, por favor créeme, estoy haciendo lo mejor que puedo. Me avergüenzo de lo que he sido, me avergüenzo de la persona que soy.”)

La canción, que basa su ritmo en la batería electrónica de Stephen Morris, viene acompañada por una línea de teclado bastante intensa de Bernard Sumner. A mitad de la canción, un tambor apresura el ritmo y los hi-hat entran, impulsando la canción hacia su dramático final. No es una canción muy típica de JD a decir verdad, y de paso se convirtió en un predictor parcial del futuro de sus integrantes en New Order. Isolation es quizás lo más cercano que la banda haya tenido al synth pop, Kraftwerk y la idea del suicidio acá chocan en una energía sin tregua.

Pero si pudieras ver la belleza
Estas cosas que nunca podría describir
Estos placeres una distracción rebelde
Este es mi único premio de la suerte

Su sentido de conexión y alcance después de lo inevitable se encapsula perfectamente en la escalofriante línea «Pero si pudieras ver la belleza, estas cosas que nunca podría describir». Otro toque agudo: el final falso donde la banda se corta repentinamente, solo para que la cinta de repente, responda ruidosamente un fragmento de la actuación como un final contundente abrupto y caótico: quizás la vida misma cortada de cuajo.

Patricio Avendaño

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