Cancionero Rock: “Slither” – Velvet Revolver (2004)

Cancionero Rock: “Slither” – Velvet Revolver (2004)

Hace casi dos décadas atrás estaban de capa caída muchos de los viejos estandartes, disueltos o pasando por no lo más lúcido de sus carreras. Lo que de una u otra forma empujó la creación de supergrupos, primero Audioslave para luego llegar a Velvet Revolver. El caso de estos últimos tras un velo previo a la underdog: Scott Weiland recién salido de los separados Stone Temple Pilots, Slash habiendo hecho muy poco ruido con Slash’s Snakepit; Duff McKagan mucho menos en su proyecto punk rock Loaded —trayéndose consigo a Dave Kushner para que ocupase la guitarra rítmica.

Terminaron dándole forma a uno de los mayores lanzamientos de aquella temporada: Contraband (2004), donde el single promocional que lo adelantó se robó la película: Slither. Fue la primera formalidad, y con lo que el mundo entero conoció a Velvet Revolver —dando por descontado Set Me Free, que endosó la película de Hulk (2003). Fue el año previo a la invención de YouTube, cuando todavía existía total dependencia en las cadenas musicales de televisión, para Slither desordenarlo todo; y del mejor modo: una canción inspirada, rabiosa y muy bien pulida; llenando los vacíos que por entonces tenía la industria. Y que iba de menos a más, comenzando cuasi monolítica cortesía de la batería de Matt Sorum, hasta que estallaba con los “Hey! Hey! Hey!” a cargo del bajista —dándole paso a una punzante guitarra. El vocalista sindicándola a las relaciones, pero desde un punto de vista incómodo, como lo apuntó en algunos de sus versos: “Cuando miras, ves a través de mí; corta la cuerda, cae a mis rodillas, nace y se rompe cada vez”.

El videoclip, de excelente factura, tuvo mucho mérito para alzar como un neoclásico a Slither: ambientado como una fiesta en las catacumbas de París —aunque en estricto rigor los exteriores fueron filmados en Praga, y los interiores en Los Ángeles. En donde una chica está a la busca de algo, para encontrarse bajo tierra con este excéntrico jolgorio montado por la agrupación, que está apostada en un escenario central —con predominantes tonos anaranjados y rojizos. Gran parte girando sobre el magnético frontman, a torso desnudo y vistoso pantalón de cuero plateado —que daba la sensación de ser papel aluminio; quien a ratos se pasea en la individual por los túneles, y termina apostado contra un muro lleno de huesos y calaveras.

Sólo se necesitaron cuatro minutos para convertirla en un fenómeno de mediados de los 00’s —que le valió buenas posiciones en los rankings y un Grammy a la mejor interpretación hard rock; de un sonido genuino que no quiso ser orientada como un refrito, o cruce de las antiguas bandas de los integrantes. Junto con ser un potente punto en vivo, encomendado para cerrar los shows, contó siempre con improvisaciones suficientes para duplicarse en tiempo. Una vez desintegrado Velvet Revolver, fue sacada a colación algunas veces en plan solista por Scott Weiland; pero quien le sacó mayor partido fue Slash, escudado en el micrófono por Myles Kennedy. Recientemente, a partir de 2018, ha sido rescatada del baúl todas las noches por los reunidos Guns N’ Roses, en lo que se deduce como un tributo a la fallecida voz original —tal como también lo hicieron con Black Hole Sun, tras la muerte de Chris Cornell.

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