“Chinese Democracy”: el cuasi eterno cuento chino de Guns N’ Roses

“Chinese Democracy”: el cuasi eterno cuento chino de Guns N’ Roses

Black Frog / Gefffen, 2008

Fue por lejos el disco que más se hizo esperar —14 años, como la canción del Use Your Illusion II; también el que más caro costó —unos 14 millones de dólares. Siempre prometido y jamás cumplido, por lo menos hasta el 23 de noviembre de 2008. Se habló de ello desde mediados de los 90’s, tras la colección de covers —The Spaghetti Incident? (1993); y la reversión de Sympathy for the Devil, original de los Rolling Stones, que formó parte del soundtrack de Interview With the Vampire (1994). Mucho rumor y especulación hubo, como noticias de la desvinculación de Slash, Duff McKagan y Matt Sorum; pero por sobre todo el aislamiento total de Axl Rose por seis años —que ni siquiera asomó la nariz para el único lanzamiento formal de aquella época: el tema Oh My God, con unos reformados Guns N’ Roses, que endosó la cinta End of Days (1999) —protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Una que ya mostraba las pretensiones del hombre de la pañoleta, inclinándose a lo industrial; en una eterna búsqueda de evolución de sonido.

Terminó mostrándose, con una voz a mal traer y varios kilos demás, para un puñado de fechas en 2001 y una desinflada gira en 2002 —que sufrió una abrupta cancelación pasada la mitad. Lo más representativo de esa época fue la presentación en la tercera edición del Rock in Rio (2001), que en formato bootleg se reprodujo hasta el cansancio —indicando más los errores que aciertos de la nueva encarnación. De paso mostró en vivo lo primero que compondría la pospuesta placa: la pista homónima, Chinese Democracy “Que no es necesariamente a favor ni en contra de China; pero que simboliza a uno de los más fuertes, y todavía opresores, países del mundo”, diría el pelirrojo; sobre la que terminó abriendo el LP. De vibra clásica, sólida y con una guitarra punzante; pudiendo haber calzado en cualquiera de los antiguos trabajos. Según ha dicho, la idea surgió tras ver la película Kundun (1997), basada en la vida del Dalái Lama. Una vez que salió el disco, fue el punto de inicio irrevocable de los conciertos.

Street of Dreams, que originalmente llevó por nombre The Blues, power ballad cuya columna vertebral es el piano de Dizzy Reed —el otro sobreviviente de la era de los Illusion; lamentando que “lo que me pareció hermoso, no vive más dentro de ti”. La rimbombante Madagascar, con Reed apostado tras el teclado para la apertura, se vale de orquestación. Por la mitad cuenta con fragmentos del discurso Yo tengo un sueño, de Martin Luther King Jr. —como así algunas frases sacadas de películas; donde destaca la misma de Cool Hand Luke (1967), que abre Civil War (1991). Riad N’ the Bedouins, que tomó el nombre del ex concuñado de Axl, fue la menos tomada en cuenta; una experimentación acelerada.

Cómo no, se regresó a las costumbres ermitañas hasta que regresaron para la temporada 2006-07, más afiatados y en mejor forma. Todavía no había disco, pero sí algo nuevo apareció para la ocasión. Better fue la estrella de por entonces, con el riff más figurante de la mano Robin Finck (2000-08) —también militante de Nine Inch Nails. El otro par pueden enlazarse a las ex novias del cantante, Erin Everly y Stephanie Seymour, que tuvieron injerencia en la banda durante sus primeros años: There Was a Time e I.R.S. —sigla que hace referencia al Servicio de Impuestos Internos estadounidense.

El sentido común diría que otra vez esfumados, no pasaría otra cosa de lo que ya se había visto. Pero para septiembre de 2008 apareció Shackler’s Revenge, como parte del videojuego Rock Band 2. La canción, cargada a lo industrial, fue el primer lanzamiento formal en casi una década; y tuvo como labor adelantar al esperado Chinese Democracy —junto al tema homónimo, liberado como el único single promocional, un mes antes de que el trabajo llegase a estanterías. Con una portada en tonos sepia, cuyo primer plano es una vieja bicicleta con un enorme canasto en la parte trasera —y un conveniente grafiti de Guns N’ Roses en una derruida pared detrás; se rumoreó que fue una fotografía tomada por Axl en China, pero lo cierto es que el crédito corresponde a Terry Hardin. Grabado en una docena de estudios diferentes, donde destaca el mítico Electric Ladyland de Nueva York, y Rumbo Studios de Los Ángeles —este último de donde salieron Appetite for Destruction (1987) y GN’R Lies (1988).

Por goteo, los últimos siete años, de manera paulatina estuvieron adiestrando el oído de la audiencia; que ya conocía bien de antemano la mitad de este nuevo repertorio, pero otras recién allí salieron a la luz. If the World, valiéndose de una guitarra española, que aborda la decadencia ambiental. La balada Catcher in the Rye, basada hasta en el título original de la novela traducida al español como El guardián entre el centeno (1951) —obra cumbre, de temática adolescente, de J.D. Salinger. En una primigenia versión, de fines de los 90’s, tuvo como invitado a Brian May; pero terminó desechándose su colaboración de la mezcla final —lo que le valió palabras de reprobación del guitarrista de Queen.

Tras el medio tiempo de Scraped, reluce la verdadera pasta de hit de Sorry; que por la letra despectiva se pensó que iba dirigida a Slash, pero pronto fue desmentido. Sebastian Bach, quien participó en segundas voces, la describió con mucha antelación como casi doom metal; puesto que la otrora voz de Skid Row se mantuvo como una de las personas más cercanas de Axl, atestiguando a través de los años la gran calidad de los demos a los que tenía acceso —además de ser un frecuente convidado en vivo para entonar la clásica My Michelle. This I Love, la única individualidad compositiva de Rose, data de comienzos de los 90’s —justo después de los Use Your Illusion; la primera mitad afirmada en el piano y arreglos orquestales, para darle lugar a la guitarra. El cierre le corresponde a Prostitute y sus marcados cambios de ritmo; siguiéndole el rastro a la antecesora.

Como era de suponer, fue prohibido en China debido a razones políticas. Para el resto; pese a haber debutado como #3 en el ranking Billboard 200, e inclinarse hacia las críticas positivas, no terminó de convencer. Ya sea por la espera, ya sea por el sonido —donde abunda el teclado pero escasean los riffs; pero principalmente por primar el nombre por sobre la alineación. Fue más personal del que se puede contar desde la reformación, y que alguna toma suya quedó en el producto definitivo: tres bateristas, uno de A Perfect Circle y otro de Primus; un bajista, dos tecladistas y dos guitarristas rítmicos; guitarristas líderes virtuosos con suficiente rollo, como Ron “Bumblefoot” Thal y el enigmático enmascarado Buckethead, siempre debiendo convivir de a dos a la vez. Calidad tenían, bastaba verlos sacándole chispas al entarimado; pero no eran los que todos conocían, y eso no se perdonó.

Se habló, para compensar, de una trilogía de discos —según se dice con material escrito de sobra; pero ya echada a andar la maquinaria, y como lo dicta el hábito, la gira promocional de varios periplos no se detuvo entre 2009-14 —con un millonésimo cambio en el equipo al comenzar, con DJ Ashba que tomó las riendas de las seis cuerdas. Cualquier intención de volver a entrar al estudio se aplazó para darle varias vueltas al globo —que incluyó una residencia en el Hard Rock Hotel & Casino de Las Vegas en 2012, de la cual se desprendió el primer material audiovisual en más de dos décadas: Appetite for Democracy (2014). Pero que fuese de esa forma, por casualidad ese mismo año 2014, resultó oportuno: en aquellos ir y venir, Duff McKagan recibió la invitación para parchar en el bajo durante algunas fechas sudamericanas —Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil; en lo que fue el primer acercamiento para la deseada reunión también con Slash, efectuada en abril de 2016 —mantenida hasta el día de hoy con el Not in This Lifetime Tour.

Sin ser una mala entrega, a la que debe dársele una oportunidad desmarcándose de los prejuicios, Chinese Democracy quedó archivado como una extravagancia que rebasó todos los límites —no necesariamente en el buen sentido de la palabra. Era frecuente el comentario, posterior a la publicación, de “Buckcherry se hubiese demorado menos y lo hubiese hecho mejor”. Pero era la leyenda urbana del rock que necesitábamos para mantenernos entretenidos, y que vimos paso a paso durante tanto tiempo.

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