«Damaged»-Black Flag: el primer disco genuinamente hardcore punk de la historia

«Damaged»-Black Flag: el primer disco genuinamente hardcore punk de la historia

STT, 1981

¿Qué entendemos cuando hablamos de hardcore punk? La respuesta ahora puede ser bastante simple, pero en los ochenta tal concepto no existía como tal en un entendido global, y aun así con los años tiene un caldo de cabeza por resolver. ¿Es la actitud? ¿Es que la música debe ser sucia y poderosa al mismo tiempo? ¿Es rabia contestataria? ¿Violencia contra el sistema? Un poco de todo eso hay sin duda, pero todas las respuestas las podríamos encontrar en un sólo disco, que con más de cuatro décadas de distancia hoy en día es reconocido como uno de los pioneros y una seminal demostración de algo -hasta esa fecha-muy poco visto.

Y es porque van de la mano todos los adjetivos antes expuestos con la historia del grupo: una tropa de freaks con mucha rabia, con problemáticas existenciales, ganas de pararse a golpes con el que venga y con un poder y suficientes energías para sacudir el mundo. «Damage», como su nombre bien lo dice, fue un disco que quiso hacer daño, quiso romper esquemas y es un disco absolutamente revolucionario desde muchos puntos de vista para entender de qué hablamos cuando abordamos el hardcore desde sus raíces.

La banda quiso grabar material con un desfile importante de vocalistas: Dez Cadena, Ron Reyes. Fallo en el intento. Fue con el recién integrado Henry Garfield (para todos ahora mucho más conocido como Henry Rollins) junto al baterista Robo, el bajista Chuck Dukowsky y el fundamental Greg Ginn con quien encontraron la actitud y el «groove» necesario para plasmar estas canciones. El swing era todo para encontrar esta etapa, en desmedro de los aullidos mortales de Rollins en su anterior banda, S.O.A.. Sí, porque pese a ser un álbum tan punk y desprolijo hubo un exhaustivo trabajo vocal de por medio. El resultado: escupitajos a la sociedad en varios frentes. Acoso policial, materialismo, abuso de alcohol, la censura y otros malestares que el grupo y toda la movida californiana estaba viviendo en tiempo real. Pero eso no era todo, también era el sonido: habían riffs que sonaban metálicos y hasta doom en algunos puentes. La herencia del heavy de Black Sabbath con los sucios trapos londinenses del punk estaban sobre la mesa, haciendo combustión, propagándose y sin duda, explotando.

«La gente trabaja todo el día y necesita una válvula de escape» explicaba Greg Ginn más reflexivo en una entrevista a L.A. Times. «Quiere encontrar una forma de lidiar con todas las frustraciones acumuladas. Intentamos proporcionársela con nuestra música.», decía.  Y claro que sí, el disco inspira, enloquece y destruye: «Six Pack», declarando su amor por el alcohol: «Nací con una botella en la boca, Six Pack!!».  o «No More» que es una verdadera bomba al cráneo de insatisfacción. Pese a que el disco dispara por todos lados, hubo una autodisciplina militar y una introspección digna del post punk que vivía gran momento por estos años, en letras tan personales como las de Ian Curtis (Joy Division). Al mismo tiempo derrocha sinceridad y comunión, la banda contaba lo que pasaba en las redadas y donde más de alguna vez esas tocatas en locales de mierda terminaban en brutales batallas campales, con los mismos punks o con la policía. Hasta ese momento, habían pocos precedentes de un disco que contara cual diario de vida, lo que pasaba en los barrios, las trancas personales de sus integrantes y expulsara con un fuego tan visceral todo tu existir, representando así a un montón de punks y adolescentes incomprendidos, llenos de impotencia y con la necesidad imperiosa de un interlocutor, un vocero a la altura. Ese hombre era Henry Rollins.

Y es porque no era precisamente un álbum de «conciencia social», era un álbum que sintonizó con la gente, con historias de personajes al borde, a punto de estallar, el emblemático coro de «Rise Above» lo dictaba todo: «We are tired of your abuse/Try to stop us; it’s no use!». De tonos desafiantes y partiendo en la zona de confort del punk setentero, no tenía problemas para atravesar a desatar locura, hablar de problemas físicos y sicológicos, pero todo cantando con una rabia de perro sin bozal que lo contenga. El disco genuinamente era eso: hardcore a la médula, y un poco más de humor inclusive, como en otro himno como «Tv Party».

«Damaged» tuvo el impacto suficiente para llegar a Europa e Inglaterra, sobre todo en la prensa, quienes pensaban a ese lado del Atlántico que las bellas playas californianas y paradisíacos parajes no engendrarían a chicos que mandaran a la mierda la sociedad. No pasó mucho para que la banda llegara a Inglaterra, donde la banda tuvo que lidiar con las constantes peleas entre punks y skinheads y abordar cada show como un caos vívido.

«la música era intensa, y bueno, yo era tan intenso como fuera necesario» dijo Rollins, quien tras la salida de este álbum se transformó en todo un ícono del estilo. Tatuajes, cabeza rapada, músculos, vozarrón intimidante. Era el hombre que la banda andaba buscando y el que esa juventud con ganas de romper todo abrazó.

Por Patricio Avendaño R. 

Nacion Rock

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