Depression Cherry-Beach House: un viaje etéreo envuelto en cereza
Depression Cherry es un disco que, de principio a fin, nos envuelve con su atmósfera onírica. La voz de Victoria Legrand se desliza entre secuencias sintetizadas por debajo de un pulsar de ensueño y nos deja flotando en lo más alto. No tenemos miedo de caernos porque la caída es dulce. Uno de los primeros versos que escuchamos de Legrand en Levitation es —You should see there’s a place I want to take you— y la promesa de transportarnos a un lugar sin destino, a la melancolía eterna, a la nostalgia, a toda la dulzura y tristeza existente, es real. Hay una flor en medio de la noche. Hay algo familiar, como un latido, algo que nos hace confiar en este dream pop herido y nos sumergimos en este océano. —From my mouth to yours and then it’s dark again— se escucha en Sparks. Y sentimos que nos ahogamos un poco, pero todo está bien. Es una alucinación brillante. Es un sueño surrealista de Cocteau Twins o el fantasma de Nico que nos viene a visitar.
La decisión de la banda de prescindir del uso de la batería; y en su lugar volver a usar samplers para la percusión, le entregó este carácter de marcada discreción y sencillez. — It will take a while to make you smile somewhere in these eyes I’m on your side—. Las olas se estrellan lentamente en las costas de nuestro dolor y la voz de Victoria se siente como una brisa acariciando nuestro rostro. Y aunque Legrand escriba las letras, Scully las siente, las traduce en guitarras que son como estrellas fugaces, en líneas suavemente arrullantes que persisten por todas partes. Espirales de ruido blando enlazados a armonías que hablan del amor, de lidiar con la pérdida o el dolor. —The first thing that I do before I get into your house Im’ gonna tear off all the petals from the rose that’s in your mouth—. El Depression Cherry captura ese sentimiento que nos hace mirar al cielo mientras damos vueltas en la oscuridad. Nos hace buscar pistas de una fuerza divina que nos ama, que nos guía y nos dice que quizás nuestro dolor también pueda ser un regalo. —Chances are like night you’ll disappear caught in the atmosphere where you go she casts no shadow still you know she’s near—. El viaje de ensoñación sigue, vamos viajando por los rincones de paz que aún quedan escondido en nuestra mente como en uno de los primeros filmes de Sofía Coppola. Un viaje hipnótico envuelto en rojo. Porque en este escenario, la depresión no tiene tintes grises u oscuros, acá es color cereza y se puede sentir por dentro como la mordida de una fruta dulce.
—Out in the heartland I looked in your eyes and I asked, «Are you ready? Ready for this life?— es la frase inicial de PPP y aunque hayan pasado 9 años, jamás saldrá de nuestras cabezas. Me quedaría a vivir dentro de la voz de Victoria; se siente cálida y confortante como nada existente. La vida asume una lógica surreal cuando suena este disco. El duelo de nuestros corazones se integra a todo lo que deseamos que sea eterno, pero con una ternura exquisita, como un soliloquio romántico. Alex y Victoria se volvieron expertos en hacer girar nuestros sueños y, en nuestra oscuridad, encender todo de cereza, como quien prende una antorcha. —No better colour looked everywhere driving home every night the shadows stay by your side—. La estructura ósea de este disco es sublime. Difícilmente puede describirse con palabras todo lo que significa el Depression Cherry porque es un disco que se escucha con el corazón; es música para sentir por dentro. Y sentimos como aún flotando en este viaje, en lo más alto del océano, mientras nos desangramos y la sangre es dulce e inunda todo. —Light that that comes up on the ceiling my mouth and these arms hold a feeling even I can’t control my nature—.
Pero este disco no te persigue, —nunca intentaría capturarte —, promete en Bluebird. Este disco es la invitación a la aceptación, a la inevitabilidad. Con demasiada frecuencia nuestro amor es aferrarse. Creemos que merecemos tanto y exigimos tanto que asumimos que durará por siempre, y nos olvidados de que todo se desvanece y quedamos con las manos más vacías de lo que estábamos antes. —I know it comes too soon I know it stays for nobody I want to know you there the universe is riding off with you—. Entre un acompañamiento coral imponente y pseudo clerical, que se siente como un amanecer, Victoria nos dice que al final el dolor pasa, que la pérdida también de desvanece, pero la tristeza nunca antes se había sentido como un lugar tan perfecto. Days of Candy cierra este disco con un toque místico que le termina de dar la majestuosidad etérea que es el Depression Cherry.
Han pasado 9 años del lanzamiento de este disco. Victoria y Alex nos abrieron el lado más colorido de la melancolía con tan sólo nueve piezas, y la verdad, no hacen falta más. Es la consagración melancólica de la arquitectura de un lenguaje propio que invita a un viaje introspectivo, oceánico y surreal para acercarnos a lo divino, a lo sublime, con una ternura y atmósfera fascinante en donde me quedaría a vivir por toda la eternidad. El Depression Cherry es el océano de nuestras venas y me dejaría ahogar en él.