Disco Inmortal: AC/DC – Highway to Hell (1979)

Disco Inmortal: AC/DC – Highway to Hell (1979)

Albert Productions, 1979

La última gran placa de AC/DC junto a Bon Scott tiene eso de la paradoja de los grandes discos del rock ’n‘ roll de todos los tiempos: sin saberlo, y sin que nadie se lo hubiera imaginado, “Highway to Hell” parece un disco premonitorio acerca del destino de su desenfrenado cantante tan sólo unos meses después de su lanzamiento, sobretodo cuando nos deslumbra su título: la carretera al infierno, como el último viaje, pero a ese infierno que sólo AC/DC podía optar: el lúdico, el sátiro, como el de los diablos en caricatura ilustrando las carátulas de sus álbumes, el de esos cachos que emanaban al borde de lo ridículo de sus cabezas, era un infierno a su manera, lleno de rock’n roll, chicas, distorsión, excesos, pero  al fin y al cabo un infierno buena onda en toda su esencia, como lo es también el espectacular puñado de canciones que salen de este inolvidable álbum de rock, y en este caso en el estricto rigor de la palabra.

Ya sabemos acerca de la fórmula que tanto le ha dado resultado a los australianos desde sus inicios, sin ser al extremo virtuosos y sin efectos ni técnicas de ultra avance en los estudios ni tampoco post-producción, saben como llegar al hueso con la fuerza de su música de forma perfecta, la desgarradora “Night Prowler” de al final nos deja esa sensación al terminar de repasar esta maravilla, con esa impronta blusera emanada de las garras de Angus Young, es muy claro que por ahí va la cosa al momento de tratar de explicar de cómo te puede llegar directo al alma un disco de ellos.

Pero hay un festín de canciones que hacen parada en cada estación que nos lleva directo al infierno a través de esta carretera, desde su archiconocida canción que da título y que abre, pasando por ‘Girls Got Rhythm’, las chicas, claro, tienen ritmo para el rock’n’ roll pero también para el ‘back seat rhythm’ (el asiento trasero de un automóvil) ése es el tipo de ritmo a que va AC/DC bajo una lluvia de riffs con una onda impresionante. ‘’Touch Too Much’ se nutre de melodías y coros amigables que mantienen en línea, pero con ‘Beating Round’ the Bush’ surge ese desenfreno tan expuesto en su “Let There Be Rock” (1977). Bon como siempre luciendo con cada tono de su voz, ‘Shoot Down in Flames’ en tanto, anticipaba un poco lo que sería más frecuente en su sucesor “Back in Black” (1980), el tema de riff corto, pero con ganas de convertirse en un nuevo himno con todas sus letras. Bueno, ya a estas alturas los australianos ya contaban con varios himnos de este estilo, pero de ahí en adelante se acentuarían más en este prototipo de canción, que no pudo haber tenido más éxito.

Portada de la edición australiana
Portada de la edición australiana

 ‘Get It Hot’ sigue la fiesta infernal, en un disco que literalmente arde en llamas, y para qué decir de ‘If You Want Blood (You’ve Got It)’, incitando esa cosa media criminal, pandillera que es muy propia de Scott y de la banda. También sirvió de título de su último en directo con su voz lanzado un año antes, una canción que nos hace recordarlo por varios frentes. ‘Walk All Over You’ es otra de las gemas que sobresale de este disco que exuda rock’n roll y actitud por donde se le mire.

Es un álbum para tomarlo, ponerle play y mandar al demonio todo (o irse con él). El golpe de la muerte de Scott en febrero de 1980 se sintió duro luego de lanzada esta maravilla, los Young se cuestionaron claramente el hecho de salir adelante después de eso, pero como habrían dicho por esos años tras la decisión de continuar: “Bon nos hubiese molido el culo a patadas para que nos levantáramos y siguiéramos haciendo música” y así al parecer fue, este disco, que preserva tanto el espíritu de Scott, sirvió de golpe vitamínico para el avance de esta gran banda australiana en ese difícil momento, una banda que nos ha dejado totalmente demostrado una gran cantidad de energía, bolas y actitud y hasta el día de hoy (es cosa de ver sus shows en vivo), tres factores que son vitales para despacharse una obra tan inmortal como lo fue el gran “Highway to Hell”.

Por Patricio Avendaño R. 

Patricio Avendaño

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