Disco Inmortal: Blind Melon (1992)

Disco Inmortal: Blind Melon (1992)

Capitol Records, 1992

Muchos dirán que la muerte de un carismático vocalista de una medianamente exitosa banda de rock, en general, con los años convierte a esa agrupación en un grupo “de culto”. Sin embargo, la calidad musical y performance en vivo de esta banda, formada en Los Ángeles en 1989, no hace justicia con esa manoseada premisa. La explosión y apogeo del mal llamado “grunge” especialmente en la primera mitad de los 90, dejó en un segundo plano para el mainstream el breve rodaje de Blind Melon, ese quinteto desaliñado, con look de la oleada hippie de los 60 y 70, que incluso utilizó instrumentos vintage, como las guitarras, para emular un sonido más retro, y que contaba con un frontman de voz única, agudamente melódica, la que aún extraña la escena musical.

Y es que el debut homónimo de Blind Melon, en 1992, ya venía precedido por la colaboración de Shannon Hoon con Guns N’ Roses, icónicamente en su aparición en el videoclip de “Don’t Cry” junto a Axl Rose. Lo que apalancó mucho este disco, aunque no en los inicios en términos de ventas. El sonido sureño y el groove de sus guitarras dan el puntapié inicial a esta placa con “Soak the Sin” donde se lucen en las seis cuerdas Rogers Stevens y Christopher Thorn. Similar situación se da en “Tones of Home”, uno de los puntales del disco, donde los cambios de ritmo se acoplan de forma perfecta con las dos caras de la voz de Hoon, su aterciopelada delicadeza junto a sus entonados aullidos.

El deleite vocal de Shannon se hace notar aún más en “I Wonder”, tema que con existencial lírica se pasea por todos los estados anímicos con grandilocuencia sonora. La juguetona “Paper Scratcher” la sigue con algunas líneas no menos significativas, (On the day I die, thank God my soul will be released/ El día que muera, gracias Dios mi alma será liberada).

En “Dear ol’ Dad” la batería de Glen Graham marca los tiempos de un tema movedizo, junto a la mezcla de guitarras eléctricas con acústicas, con una contagiosa voz de Hoon. Pero si el espíritu de las buenas intenciones y buenaventuras en las letras de Shannon se pueden expresar en un solo registro, esa es la hermosa “Change” y su consejo a todos los adolescentes aproblemados de una generación: (And when your deepest thoughts are broken, Keep on dreaming, boy, ‘Cause when you stop dreamin’ it’s time to die./ Y cuando tus pensamientos más profundos se rompen, sigue soñando, chico, porque cuando dejas de soñar es hora de morir). Una canción que escribió a los 18 años cuando tocaba en una banda de covers, justamente, de Guns N’ Roses.

La mitad de la placa la marca el tema que lanzó a la fama global al quinteto, “No Rain” y su aplaudido videoclip (marca registrada en MTV) de una niña disfrazada de abeja, incomprendida y que luego encuentra su lugar. Todo envuelto en un entramado pop con acordes sureños que hasta hoy resuena en los recuentos de esta década.

“Deserted” sube los decibeles con un groove incansable y una gran explosión en las cajas de Graham. Mientras que la calma “Sleepyhouse” es el nombre de la casa donde la banda comenzó a ensayar en sus inicios, en Carolina del Norte, donde Shannon volvía a su niñez. Enseguida, “Holyman” profundiza en las creencias espirituales de Hoon, que con su rasgada voz no para de envolvernos en una atmósfera “janis-jopliana”. Todo, en general siempre contando con la aplicada presencia de Brad Smith en el bajo.

“Seed to a Tree” nos vuelve al rock habitual del quinteto, al tiempo que “Drive” exuda el folk rock que se cierne sobre este disco. “Time” cierra en alto este mágico debut de Blind Melon, el que marca su punto de inflexión en cuanto a su rápido crecimiento. Cabe destacar la permanente referencia existencial y espiritual (no religiosa) de Shannon Hoon en sus letras y la positiva vibra general las canciones del disco, lo que marcará luego la diferencia con su segundo y último álbum en estudio “Soup” de 1995, el año en que los excesos de Richard Shannon Hoon le quitaron la vida un 21 de octubre en Nueva Orleans en medio de una gira ya accidentada.

Por Ricardo Bustamante

Nacion Rock

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