Disco Inmortal: Depeche Mode – Violator (1990)

Disco Inmortal: Depeche Mode – Violator (1990)

Mute Records, 1990

Comienzo de 1990. La última década del siglo XX comenzaba, musicalmente, con un álbum que concilió al público y a la crítica por igual. Sonó con mucho volumen, orgánicamente, en todas las radios del mundo, dándole una dimensión atemporal, convirtiendo sus canciones en clásicos absolutos. No es un disco de glam, aunque su estética es fundamental. No es un disco de grunge, aunque su carácter rupturista es pieza clave para entender otras músicas de la década. Ni siquiera es un disco de rock.

Violator es un disco que, sin sucumbir a las necesidades de la industria, apeló a públicos rock y pop por igual y se transformó, inmediatamente, en uno de los fenómenos universales y comerciales más llamativos de la música popular.

Depeche Mode, hasta antes de este álbum, eran motivo de vergüenza para el público rockero. Nadie se atrevía a decir que eran un grupo innovador y que podían llegar a ser influyentes, menos para músicos en las filas del rock. A finales de los 80, era impensado suponer que podría existir una banda criada en el seno del conservadurismo del metal -como Deftones- y que se dejaría permear por el sonido de unos teclados y sintetizadores, que poco tenían que ver con el canon rock. Sumémosle que los de Essex tienen una cercanía, sino a la femeneidad, a una exploración artística que se le asemejaba, fomentada además por la performance andrógina y los textos hípersexuales de Dave Gahan, que sólo con los años y gracias a que el punk británico confluyó hacia algo mucho más artístico y exploratorio -llámese postpunk y new wave- pudo ser aceptada y valorada, penetrando los arcaicos muros de la generación del rock setentero en adelante.

Su secreto, quizás, residió en que no tuvieron miedo en mezclar las poderosísimas influencias que les ayudaron a construir su sonido: Kraftwerk, Sex Pistols, Pink Floyd, Roxy Music, David Bowie, The Human League, Vince Clarke (Yazoo, Erasure)… todos ellos al servicio del talento y la ingeniería del multinstrumentista y principal compositor Martin Gore, el genio tras Depeche Mode.

La banda electrónica más influyente de la historia logró con este disco que mucha gente se desligara de sus tabúes musicales, y esa acción liberadora fue la bisagra para que pudieran entrar en las vísceras de la industria del rock. Sus números los avalan: este fue el primer álbum de la banda (séptimo en su discografía) en alcanzar el Top 10 del Billboard, con más de 13 millones de copias vendidas, liderado por un maxisingle (‘Personal Jesus’) que marcaría la historia de la siguiente generación, consolidado en una gira promocional que tuvo más de un millón de asistentes. Las puertas de la fama mundial estaban abiertas de par en par. Nadie se resistió al encanto de la electrónica marca Depeche Mode.

Violator es el disco definitivo para entender el espíritu de la banda, desde su estética portada en negro con la cortada rosa roja, realizada por el fotógrafo Anton Corbijn (quien los acompañaba desde hace una década y que también dirigió sus videoclips), hasta sus canciones, la esencia misma del disco, donde van brotando las tecnicolores ‘World in My Eyes’, ‘Personal Jesus’, ‘Halo’, ‘Enjoy the Silence’, ‘Policy of Truth’, ‘Clean’; todas, exquisitas piezas de synthpop con un oscuro eco rock, la firma del destacado productor Flood.

Fue la carta de presentación definitiva de Depeche Mode, que los puso en la primera línea de la música popular universal, con la gracia de no perder jamás su espíritu de ser una banda electrónica que usa guitarras (y no una banda de rock que usa la electrónica, no se dejen engañar). Esa fórmula aún los hace acreedores de ser una guía sonora que perdura hasta el día de hoy, con canciones que envejecen por el paso inclemente del tiempo, pero que parecen no perder vigencia, ni en su música ni en su discurso. Una obra maestra de principio a fin.

César Tudela

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