EMI Records, 1984 Un clásico de los británicos. Aparte de estar compuesto de las más…
Disco Inmortal: Iron Maiden – Killers (1981)
EMI Records, 1981
¿Qué hay en la mente de un asesino? ¿Cuáles son sus motivaciones? Estas preguntas fueron el punto de partida para la temática oscura del segundo disco de Iron Maiden, favorito de miles y un manual sobre cómo hacer heavy metal. La voz de Paul Di’Anno, la mano de Martin Birch y las composiciones de Steve Harris, sentaron bases para el género en el nacimiento de los 80’s, sumando además, la plena forma y el punto justo de experiencia con la que contaban. Para lograr este set de canciones, fue fundamental el trabajo de Clive Burr, el baterista ideal para lograr ese sonido limpio y salvaje; sin él, los temas podrían haber sido poco pesados, pero tenía la fuerza para hacer que las canciones rápidas sonaran agresivas y tenía el ritmo para lograr que los riffs simples sonaran cautivantes; Dave Murray seguía evolucionando y Adrian Smith venía a este trabajo con una técnica impecable bajo el brazo, al tiempo que Harris, mucho más empoderado y dispuesto a labrarse un camino con el bajo, bordeó por lo alto acompañando los riffs; y Di’Anno, sin ser un superdotado, ardía de energía por los cuatro costados, gracias a sus matices muy ricos en sentimiento, poniendo el corazón en cada canción.
Con todos los integrantes en un alto grado de lucidez y concentración, se pusieron a las órdenes de Birch, quien ya había producido a Deep Purple, Whitesnake y Black Sabbath, dándoles a todos su propio sello pero respetando el sonido que cada grupo traía entre manos. A Maiden, su colaboración en Killers le supuso un cambio radical, con acordes que sonaron más sofisticados que en el debut. Y en lo lírico, va desarrollando su concepto cantándole al olvido, a la ira, a la paranoia y a la confusión, en canciones como ‘Wrathchild’ y esa línea de bajo que los volvió inconfundibles. Edgar Allan Poe es la base para ‘Murders in the Rue Morgue’, un tema dinámico en el que escuchamos al mejor Paul Di’Anno al frente y, según Harris, es el mejor tema del álbum. Los redobles de Burr en ‘Another Life’ nos introducen a una dura historia, donde un hombre piensa continuamente en el suicidio al son de unas guitarras agudas perfectas en los puentes, muy parecido a la instrumental ‘Genghis Khan’, que logra representar la potencia del ejército marchando a la batalla. ‘Killers’ nos mete en la mente del asesino que acecha el metro en Londres, mientras que en la segunda mitad, ‘Purgatory’ es absoluta favorita. Es un remake acelerado de una vieja canción de Maiden, la cual tocaron en algunos shows a finales de los 70’s, incluso antes de grabar el EP ‘The Soundhouse Tapes’. Las guitarras dobladas son las verdaderas asesinas y le parten el cráneo a cualquiera, mientras que ‘Drifter’ es de esos temas que clavan la sensación de una escucha completa, de un disco con sentido y de calidad en todos sus frentes.
Los discos de Maiden son las canciones y su portada. En Killers se nota la mano de Derek Riggs aportando al concepto con el mítico Eddie empuñando un hacha empapada de sangre, después de haber cometido un crimen. Como curiosidad, una de las ventanas de atrás está firmada por el autor, y en uno de los edificios se puede ver una luz con las letras del ‘Ruskin Arms’, el Pub donde debutó Paul Di’Anno con la banda.
Killers fue una confirmación explosiva del inmenso potencial que Iron Maiden había mostrado en su debut, con una sensación aún mayor de impulso y convicción. Las composiciones demuestran que esos jóvenes tenían una idea de sonido clara y querían luchar por el mejor resultado, el cual Martin Birch respetó y los ayudó a perfeccionar; también aportó a su trascendencia el estado de gracia de Paul Di’Anno como frontman, porque simplemente tuvo la actitud de encarar ese desafío con vitalidad y brutalidad también. Killers fue una pauta para muchísimas bandas sobre cómo defender el estilo y tener un punto de partida sólido para iniciar un camino por el heavy metal, siendo una desviación del modelo estándar del rock, según lo que venían estableciendo montones de guitarristas con acordes basados en el blues. El disco le permitió a Iron Maiden volverse “progresivo” dentro de esas líneas y agregar texturas con acordes reales. Son varios los elementos que se trabajaron a gran altura y que hacen de Killers una experiencia de brillante desempeño, y que solo plantaría la semilla de la consagración que les estaba esperando con su disco definitivo de 1982.