Disco Inmortal: Molotov – ¿Dónde jugarán las niñas? (1997)

Disco Inmortal: Molotov – ¿Dónde jugarán las niñas? (1997)

Universal Music, 1997

Hoy parece normal escuchar canciones en las que se critica a un gobierno y sus autoridades. Hoy, las bandas lo hacen a todo nivel, tanto de manera independiente como bajo el amparo de una gran disquera, pero hace 20 años esto era un reto mayor, sobre todo en Latinoamérica. Sin embargo, existió una banda de nuestro bando que se arriesgó, sacándole la madre en cara al gobierno mexicano y utilizando los micrófonos para llamar a la rebeldía. Era 1997, Molotov eran «Micky» Huidobro, Tito Fuentes, Randy Ebright y Jay de la Cueva, quienes lanzaron su disco debut «¿Dónde jugarán las niñas?», el que los llevó a ser nominados como «Mejor álbum de rock latino alternativo» en los Grammys Latino de 1998. Obtener el éxito al primer intento discográfico los puso en una feliz situación de sembrar un camino que en Latinoamérica estaba silente, a pesar que el conservadurismo mexicano no estaba dispuesto a permitir el atrevimiento de un discurso musical vociferante y sin miedo, que buscaba dar una cachetada a la sociedad a través del contenido de las canciones y su imagen de portada.

Producido por el prolífico Gustavo Santaolalla, artífice de haber llevado el sonido de Molotov a terrenos más latinos amalgamando el sonido del bajo, junto a Anibal Kerpel lograron fusionar el rock con el rap, el hip-hop y el funk de forma muy interesante. Pero lo que hizo trascendente a este material fue la lírica, la cual seguía la estructura de las bandas incorrectas españolas de inicios de los ’80, pero que para una generación MTV debía ser nutrida, además, por una densa capa funk metal para lograr masividad.

Varias canciones marcaron la exitosa historia de este trabajo. «Gimme the Power» criticaba duramente a los políticos del PRI (partido político mexicano) que en ese momento estaba en el poder; si bien sacó la foto de la realidad mexicana, en Sudamérica se coreaba el «Viva México, cabrones!» como si se la cantasen a sus propios pueblos. Este tema traspasó fronteras y logró ser común en varias protestas de la región. El riff a dos bajos con el que empieza «Que no te haga bobo Jacobo» reventó nuestras cabezas y su ritmo endemoniado exudaba furia. «Molotov Cocktail Party» es puro hip hop noventero, con un aire a lo que hacían Beastie Boys. «Voto latino» es un pregón antiracista en la que el grupo, alegremente, manifestaba su desprecio; destaca la utilización de instrumentación folclórica latinoamericana, con mucha percusión. La irreverencia se hacía más clara en «Chinga tu madre», tema que, musicalmente, no es más que un jamming, pero es un buen ejemplo de que la provocación puede sostener una canción a través de líneas vocales atrevidas. Más interesante es la subestimada «Más vale cholo», que tiene un desarrollo narrativo muy bien logrado y en sintonía con la sala de «Pedro Navaja». Un hip hop lleno de fuerza trae «Use or Lose It», un tema infravalorado y en el cual Molotov demuestra talento compositivo; es bastante ambicioso pero destaca por esa elegante línea de bajo que desemboca en un riff sencillo, pero de calidad.

«Puto» es uno de los himnos históricos que dejó esta creación de 1997. Considerada un insulto por la comunidad homosexual, enrealidad refería a una persona «mala onda» y a «toda esa mentalidad machista» como lo dijeron ellos mismos posteriormente; resalta por tener líneas muy simples, pero el coro redondea todo. «Cerdo» es una mezcla de funk y disco muy interesante pero con un letra sin mayor sentido, mientras que el cierre del disco comienza con un riff que pareciera salido de la guitarra de The Edge. «Quítate que ma’sturbas (perra arrabalera)» es una brutalidad Rapcore con una letra muy explícita sexualmente y que los tildó de banda misógina, tanto así que el propio Santaolalla tuvo que argumentar que se trataba de una parodia a la mentalidad machista latina; hay que considerar que la generación MTV respondía bien a este tipo de fraseo al límite, a los garabatos señalados con ímpetu, lo que con los años ha hecho decaer el status del tema a una (buena) sátira sobre el sexismo, considerando el posterior surgimiento del reggaeton y su propuesta avasalladora sobre la conversión de la mujer en objeto.

La portada de «¿Dónde jugarán las niñas?» fue otro punto que ayudó a internacionalizar el disco. Obra del diseñador Víctor Covarrubias, la imagen retrataba el cuerpo de una joven en uniforme escolar y con los calzones hasta las rodillas, foto que impactó y puso a la banda en el ojo público, con el apelativo de atrevidos y complicados. Hasta hubo disqueras que se negaron a vender el álbum y los propios músicos tuvieron que salir a la calle a ofrecerlo.

El sonido de «¿Dónde jugarán las niñas?» era el lógico para 1997. Rap, hip hop, funk, nu metal y rock latino, mezclados con mucha soltura y con letras provocadoras al micrófono aunque, con los años, ese desparpajo se fue entendiendo como un simple juego bien llevado; nunca estuvo la intención de Molotov de enfrentar su propuesta con una cuota de ideología, sino más bien el propósito de gritar mucho, como alguien lo haría en una fiesta con hartas copas encima. A pesar del escenario aparentemente complicado, el éxito del disco traspasó toda expectativa recibiendo críticas favorables de The New York Times, Rolling Stone y otras.

¿Cambió este disco la forma de hacer rock en México o Sudamérica?. Quizás sea darle demasiados puntos, pero sí abrió un camino en nuestro idioma, justo en el momento en que Rage Against the Machine era un buen ejemplo a seguir. El «¿Dónde jugarán las niñas?» está muy bien producido y fue necesario para causar revoltijo en las radios, abrir el debate, subir el volumen y crear espacios para el retrato de la realidad latinoamericana.

Macarena Polanco

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