Disco Inmortal: Motörhead – Ace of Spades (1980)

Disco Inmortal: Motörhead – Ace of Spades (1980)

Bronze Records, 1980

Podría haberse pensado que materializaron su obra maestra con Overkill (1979), su sólido segundo trabajo, pero todavía tenían algo por decirle al mundo: para su cuarto lanzamiento sacudieron la escena con Ace of Spades —publicado el 8 de noviembre de 1980. Era incontenible en ese punto la potencia del power trio conformado por Lemmy Kilmister, “Fast” Eddie Clarke y Phil “Philthy Animal” Taylor —los tres ya fallecidos. Tras su debut de 1977, fueron catalogados por la revista NME como la peor banda del mundo; y eso fue un imán para los fanáticos que se agolparon para escucharlos, consiguiendo una fuerte base desde allí.

Para este Ace of Spades se lo tomaron con algo más de calma, por primera vez teniendo la oportunidad de experimentar en el estudio y con una mejor producción, bajo la tutela de Vic Maile. En la serie de documentales Classic Albums (2005), hecha por la BBC, Lemmy recuerda al difunto hombre tras las perillas: “Era estupendo, se sentaba y no bebía; lo llamábamos tortuga, porque parecía una. Tocabas un fragmento como nunca y te decía ‘¿Eso es lo mejor que puedes hacer?’. La mayoría de las bandas necesitan a alguien externo y que nadie lo conozca, se siente ahí y se porte como un cabrón”. Lo que se complementa con la visión de Clarke: “Tenía una forma peculiar de hacernos trabajar, porque era demasiado pequeño para meternos con él. Y se aprovechaba de la situación, podía obligarnos a hacer casi de todo”.

Todo confluyó para que fuese el inmortal dentro del catálogo de Motörhead. La misma portada; que es la única, junto a Overnight Sensation (1996), que no incluyó a la mascota Snaggletooth —por lo menos en primer plano, porque sí está en un minúsculo pin que adorna la chaqueta de cuero de Taylor. Una que tiene vibra tejana más que inglesa, pero que fue tomada en las afueras de Londres: en una cantera de arenisca en Barnet, y que la fotografía tiene el cielo retocado —por haber estado nublado ese día. “Creo que yo sugerí hacer la portada en sepia, con pistoleros y una mesa de póker, con dos ases y dos ochos; o algo así, luego cambiamos de idea. Pensamos en disfrazarnos de vaqueros, y Eddie dijo ‘¡Quiero ser Clint Eastwood y llevar un poncho!’ —pero según el aludido, a él le iba más Marlon Brando en El rostro impenetrable (1961). Lemmy nunca lo admitió, pero iba vestido de Maverick”, desmenuza el baterista.

Y aquel concepto primigenio venía para enlazarse con el tema homónimo, único single promocional: Ace of Spades, con una tarjeta de presentación apabullante: “Si te gusta apostar, te digo que yo soy tu hombre. Ganas un poco, pierdes un poco; da lo mismo para mí”. No necesita mayor presentación, la que pronto se le encomendó la misión irrevocable de todas las noches cerrar los shows. “Es una canción agresiva, y al mismo tiempo muy comercial. Es del tipo que en los recopilatorios de rock siempre es la número uno”, grafica el editor inglés Phil Alexander. Su gestación viene del conocido gusto de Lemmy por las máquinas tragamonedas con juegos de naipes. Su creador, pese a que la considera como “sólo otra canción” y menospreciando lecturas adicionales que pueda añadírsele, remarca que: “No se trata de una metáfora brillante; es como hacer un ejercicio con palabras, y ver si puedes meter varias sobre las apuestas en los tres versos”. Como dato trivia incluye, muy escondido, un paso de claqué hecho por Taylor; misma persona que dice: “Nadie va a olvidar ese nombre, incluso si no te gusta la canción”.

Love Me Like a Reptile, que según el guitarrista “a las mujeres no les gustaba ese título”, Lemmy se la adjudicó para sí mismo; en entrevistas diciendo que habla de él en una movida llena de groove. Shoot You in the Back, punzante, saca de manera solapada el humor por el que también era conocido el vocalista. Live to Win, cuyo nombre prosperó más que la misma canción, es un medio tiempo que va seguido por la baja en revoluciones Fast and Loose —que a ratos recuerda a Love Me Like a Reptile.

(We Are) The Road Crew, una acelerada que fue escrita en diez minutos —durante un descanso en el estudio, específicamente en el tocador: “Era el único lugar tranquilo del edificio, tuve una idea y necesitaba un lugar donde trabajarla; es la única canción que recuerdo haber escrito en el baño”, rememora Lemmy. Se trata de un ensalzamiento a la agitada vida durante las giras, en un claro homenaje para el equipo tras la agrupación: los técnicos y roadies. Posición familiar para Lemmy, quien mucho antes se dedicó a la misma labor para Jimi Hendrix. Slash, Duff McKagan y Steven Adler —mucho antes de la formación de Guns N’ Roses, llamaron Road Crew a una de sus bandas debido a este tema.

Fire, Fire le abre lugar a otro de los puntos altos: Jailbeat. No existe en español un término equiparable; traducido literalmente como carnada de cárcel, hace referencia a las chicas menores de edad como para dar su consentimiento sexual. Hecha en palabras de Taylor “para impedir que muchachos se metieran en líos cometiendo algún delito”, en referencia a quinceañeras que se les veía en los conciertos. Dance, con un claro ritmo bailable tipo rockabilly, y las altas pulsaciones de Bite the Bullet —la más corta de esta colección, funciona como puente para The Chase Is Better Than the Catch, un nombre mayor que es una muestra perfecta de la faceta lasciva que también poseían. The Hammer es la encargada del cierre, aproximándose ya a lo speed metal.

No se quisieron quedar fuera del año de la Nueva ola de heavy metal británico, con entregas de primer nivel: el debut homónimo de Iron Maiden, British Steel de Judas Priest, o el doblete de Saxon con Wheels of Steel y Strong Arm of the Law. Dentro de ese destacado club —y por supuesto que de todo el rock, resalta a todas luces la entrega de Motörhead; que Angus Young los sindicó como la única banda más ruidosa que AC/DC. El mejor legado de quienes siempre les fue difícil vender discos en Estados Unidos, pero que sí consiguieron inspirar a toda una generación de músicos; Metallica siendo sus mejores discípulos a este lado del Atlántico. Los tres artífices perecieron entre 2015-18, pero Clarke se adelantó mucho antes a ello: “Con la de millones que gana la gente en este negocio, preferiría haber hecho Ace of Spades que tener un millón de libras en el banco. Porque Ace of Spades seguirá ahí cuando me muera. Es un clásico, no se hacen clásicos todos los días”. Un disco que se amparó bajo un naipe que da mala suerte —en estas latitudes conocido como el as de picas; pero, parafraseando a Lemmy, que si utilizaban la mala suerte como emblema nada podría empeorar. Hoy, a cuarenta años de su lanzamiento, podemos corroborar que estaba en lo correcto.

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