Disco Inmortal: Pink Floyd – The Dark Side of the Moon (1973)
Harvest Records, 1973
El lado oscuro de la luna, disco absolutamente imprescindible en la historia del rock clásico y progresivo y donde Pink Floyd da un paso al frente en materia compositiva, estética e intelectual. El disco basado en un concepto concentrado en gran parte por el individuo y su filosofía: tópicos como la empatía, la avaricia y la locura son los temas centrales por donde divaga esta magna obra, que sin duda, se ha convertido en una gran experiencia y un primer gran «nuevo» disco de Pink Floyd, que se supo desmarcar de la ausencia física de Syd Barrett, que era lo que buscaba la banda británica desde el inicio de la década de los 70’s desesperadamente.
La gran apertura con ‘Speak to Me’, ideada por el baterista Nick Mason, que es una especie de collage de todos los sonidos que están dentro del disco (llámese latidos de corazón, sonidos de cajas registradoras, gritos gospel, tic-tacs y ringeos de relojes, etc.) es la antesala para algo grande que se nos avecina.
Llegan las suaves y bellas melodías de ‘Breathe’, el punto de entrada mas musical propiamente tal, unos pianos con bases jazz, escuela primaria de Rick Wright, el gran tecladista- que en esta obra es parte fundamental- y unas guitarras totalmente apacibles que conjugan muy bien con la letra que no es mas que una invitación a respirar y disfrutar de los encantos de su melodía.
Pero casi sin darnos cuenta empiezan a aparecer los experimentales y futuristas sonidos de los sintetizadores en ‘On The Run’, toda una experiencia llena de sonidos espaciales intensos que dan la sensación de un viaje a millones de años luz de velocidad acompañado de percusiones y donde la experimentación con las pistas es su gran hazaña. Recordemos que en 1973 muchos recursos no habían, así que los créditos son mas que loables en este extraño track. Escuchamos la lejanía de esta especie de nave sicodélica y ya nos sorprende con un gran sobresalto los rings de los relojes que suenan al unísono y muy fuerte, una especie de despertadores ensañados y que quieren alarmarte de algo, es la entrada de ‘Time’, que previo a esto y a unas percusiones y lineas de bajo, dan paso para la increíble entrada de David Gilmour en la voz. Una canción que nos va explicando lo importante que es el tiempo en nuestras vidas y como no debemos dejarlo pasar. Cabe decir que las secciones de guitarra son prácticamente exquisitas, David Gilmour se luce y es gran protagonista de la canción. Como si esto fuera poco, las voces femeninas otorgan una gran cuota de grandilocuencia al tema.
La siguiente obra es ‘The Great Gig in the Sky’, donde está la notable ejecución vocal de Clarence Torry, una canción que alude a la muerte y al encuentro divino. Es imposible que no te deje electrizado y con los pelos de punta esta canción, la interpretación en piano de Rick Wright bordea lo sublime y empata muy bien con este concepto casi celestial de la canción. Acto seguido y en este caso sin intercalarse con la anterior, las cajas registradoras y un curioso bajo nos sirven en bandeja la bluesera ‘Money’, una canción que se nutre de alucinantes solos, tanto en la guitarra de Gilmour como en el saxo invitado de Dick Parry. Los cambios constantes y un climax totalmente rockero ya para el final la convierten en un hit indiscutido tanto del disco como de la banda, un golazo pinkfloydiano.
La siguiente es otra bella pieza que trae consigo algo de historia, los pianos ya habían sido compuestos para la banda sonora de la película Zabriskie Point en 1970, pero al director no le gustó, así que se desechó. Pues bien, aquí muy bien puestos y condensado con todo el jazz y patrones poco convencionales en el rock hacen de ‘Us & Them ‘ un momento épico y que, dicho sea de paso, se convierte en la canción mas larga de la placa, bordeando los ocho minutos.
Para el final, y luego de ‘Any Colour You Like’, la instrumental que va pegada a ‘Us & Them’, llegan las dos interpretaciones de Waters: primero: ‘Brain Damage’, canción que se arraiga en una de las temáticas del disco impuestas por el mismo vocalista: los límites de la cordura, aquí el factor Barrett está latente cien por ciento, como réplica y aludiendo al gran título del álbum: el lado oscuro de la luna, lo que todos llevamos dentro, el lunatismo, la locura, esa divagación que centra a un individuo de forma misteriosa y egoísta dentro de uno mismo.
Casi sin darnos cuenta llega ‘Eclipse’ que hace que las dos canciones sean una y un gran final que indica que la luna está eclipsando todo, los latidos que escuchábamos al principio vuelven a sonar para dar la vuelta completa en este magnífico ciclo.
Desde distintas perspectivas hay mucho arte en este disco, musicalmente, ideológicamente, el concepto, es, quizá el mejor momento que vivió Pink Floyd y donde los sentimientos dejaron llevar a los británicos por este hermoso viaje astral donde la luna, el cielo, el sol, las estrellas, todos conectados con el ser humano, son los principales protagonistas.
Por Patricio Avendaño R.