Disco Inmortal: Radiohead – The Bends (1995)

Disco Inmortal: Radiohead – The Bends (1995)

Parlophone, 1995

El «The Bends» de Radiohead puede enmarcarse claramente como «la transición necesaria» de la esencial banda, si bien es un disco donde ya habían claros síntomas de evolución distaba mucho de lo sorprendente que llegó a ser el nivel de la agrupación británica con su obra magna «Ok Computer» un par de años después. La banda a través de este  disco ya empezaba a hurgar en otras direcciones, la actitud más college de su primer «Pablo Honey» quedaba de lado en pos de un disco mucho más guitarrero y a la vez experimental, donde como si casi a la fuerza se quisieran desmarcar de las credenciales de las cuales se les había impuesto mediáticamente: estar metidos en el saco de las bandas brit pop del momento. Para mala suerte de los británicos, la prensa e industria los mantuvo en esa casilla un buen rato, tanto por el factor marketing como por ciegamente no dar cuenta de que esta banda apuntaba a algo mucho más avezado.

También era imperiosa la necesidad- particularmente de su líder Thom Yorke- de desmarcarse de algo que los había expuesto ante los ojos y oídos de todo el planeta: el ultra mega hit ‘Creep’, canción que sin duda los lanzó al estrellato, pero que sobrepasó en gran medida lo que Yorke y secuaces querían para la banda: no ser una banda ‘one hit wonder’, sino que mostrar un montón de canciones que pudieran sopesar la presión de ese abrumador éxito y deleitar a oídos más finos. Era el principio de la banda «terrestre» que conocemos, de ahí en más el mundo de las orientaciones musicales no sería suficiente para los ingleses.

El combo de canciones de corte melancólico ya avalaban esta premisa: ‘High and Dry’ (renegada más adelante al igual que ‘Creep’ por el propio Yorke) no siendo extraño, ya que la canción fue originaria de las sesiones de aquel contradictorio «Pablo Honey», una canción emblema que paradójicamente logró que la obsesión del mundo con ‘Creep’ acallara por un rato. ‘Fake Plastic Trees’, una de las canciones más espontáneas salidas de la cabeza de Yorke y que dio créditos aún más a la validez de este disco. Adjetivos para elogiarla sobran: cautivadora y devastadora por mencionar un par.

Pero hay mucho más: ‘My Iron Lung’ es una explosión volcánica de guitarras donde el binomio Ed O’Brien y Jonny Greenwood ya hacía de las suyas, el uso de pedaleras, amplificación innovadora y feedbacks estaban a la orden del día, mucho más que en su debut. ¿Reinvención Nirvanesca? dejémosle los créditos a Radiohead, la gran canción que desmedran casi por acto de herejía: «es una canción, igual que la última, una total perdida de tiempo», como dice su letra. Casi como dedicatoria al tormento que ha sido ‘Creep’ mucho más significativo en el día de hoy que en esos años. También ‘Just’ no lo hace nada de mal, probando que no sólo las bellas melodías encajaban dentro de los cabeza de radio, sino que mucha alma y rock’n roll. Por lo demás contó con el enigmático e ingenioso video dirigido por Jamie Thraves de ese hombre tirado en el piso y que nadie sabía que le pasaba, un hito en la historia de los videoclips, uno de los grandes plus de los de Oxford por lo demás: las presentaciones audiovisuales para sus canciones.

‘Planet Telex’ era el augurio de que algo nuevo estaba pasando en el arranque del disco, sus reminiscencias al sonido de los irlandeses de U2, aunque son claras, rompen esquemas de todas maneras, nutrida de atmósferas por doquier, donde roles importantísimos cumplirían el fundamental productor John Leckie y por supuesto el ingeniero Nigel Godrich, el «sexto Radiohead» como asertivamente se la ha catalogado. La canción suena tan concentrada que por ninguna parte quedan rastros de que fue facturada luego de un día de juerga del quinteto, en estado de ebriedad incluso tal como cuenta su historia. La intensa ‘The Bends’ que nombraba al disco dejaba signos de esa desolación brutal líricamente hablando, claro punto medio más existencialista que crítico que es lo que le sucedería a la banda más tarde en ‘Ok Computer’.

La verdad es que es un disco donde había mucho más de donde aferrarse musicalmente, las orientaciones pinkfloydianas marcarían tendencias, ni siquiera del Pink Floyd tan clásico, sino de ese Floyd de discos más experimentales como ‘Meddle’, del cual Jonny Greenwood más de una vez citó como influencia. ‘Bullet Proof… I Wish I Was’ podría evidenciar aquello, una canción donde el propio Yorke se autocritica por su sensibilidad al momento de escribir para la banda. ‘Sulk’ se mueve por el mismo ámbito con un Yorke más «animoso» al momento de vocalizarla y las guitarras nuevamente van creciendo de forma muy intensa para alzarla en los momentos propicios.

Fue un punto intermedio, inserto en plena era de la explosión del grunge en Seattle y del lado británico que venía en alza con cosas de Blur y Oasis, logró separarse de todo eso imponiendo estilo y a la postre influencia clara para el indie rock, rock alternativo o como se le quiera llamar desde su nacimiento hasta la fecha. Es el álbum que identifica a Radiohead en su veta más «clásica», por que lo que vendría a acontecer después iba a estar totalmente salido de cualquier pronóstico, pero eso- lógicamente- ya da para otro Disco Inmortal.

Patricio Avendaño R.

Patricio Avendaño

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