«Nativity in Black», el tributo a Black Sabbath: el homenaje a los dioses por semidioses (Primera Parte)

«Nativity in Black», el tributo a Black Sabbath: el homenaje a los dioses por semidioses (Primera Parte)

En pleno corazón de los 90’s y cuando el grunge estaba en el peak máximo de fervor marcando tendencias, impacto, modas y todo un estilo de vida, las bandas metaleras se reunieron en una trinchera para reverenciar a los dioses, a los que hicieron posible una cantidad de sonidos heavy impresionantes en la década, y sí, incluido el aclamado grunge de esos días: hablamos de «Nativity in Black», una necesidad casi urgente de rescatar las canciones de Black Sabbath pero con los sonidos de sus herederos directos, y vaya que resultó ser buen experimento, pues N.I.B. ha resultado ser uno de los grandes discos tributo de la historia del rock (aunque algunas versiones brillan sin duda más que otras).

Los padres y tributados no iban a quedar todo exentos. La banda aportó con lo suyo también a este abanico de bandazas para exponer que el legado Sabbathico era lo que las nuevas generaciones sí o sí tenían que conocer. Y vaya que sirvió pues, los recién crecidos con la generación del groove metal, punk y grunge imperante dieron vuelta la cara y le dieron reversa a las manecillas del reloj en el tiempo al conocer las tremendas canciones que la banda madre de todo había compuesto décadas atrás.

Pero ojo, era un disco tributo, pero las bandas también se querían mostrar y ahí radica un poco las versiones donde las bandas, cada cual en mejor momento, pusieron lo suyo para dejar claro que también hubo ingenio al momento de facturar sus relecturas: Corrosion of Conformity, que brillaba en la etapa Pepper Keenan, se despachaba con toda su polenta cruda de guitarras stoner «Lord of This World» (vaya qué vozarrón y forma de abordarla por Keenan, impresionante); White Zombie, otros que se acaparaban las listas y programaciones con las canciones de su gran «Astro Creep:2000» proponían su industrial y poderosa mirada para ‘Children of the Grave’ (qué difícil tarea con esta gema) y no mal lo hacía Al Jourgensen que andaba muy en boga con el devastador «Filth Pig» junto a Ministry, pero esta vez junto a su proyecto ‘1.000 Homo DJS’ para despacharse una entretenida versión de ‘Supernaut’.

La actitud de Biohazard con ‘After Forever’ nos decía que también se podían hardcorear estas canciones, la velocidad innata de Dave Mustaine con Megadeth para una muy parecida pero certera «Paranoid» destacaba totalmente o la brutalidad de ‘Sympton of the Universe’ con Sepultura tras lanzar «Chaos A.D.» nos dejaba una joya para atesorar, una obra cumbre del headbanging de la década, en tanto el momento épico lo daba Bruce Dickinson, otro ícono (y sí , antes de todo ese lío con Sharon Osbourne) haciendo una magistral lectura de «Sabbath Bloody Sabbath» o quizá lo mejor del disco, el cierre con el tema «Black Sabbath» en las góticas y apocalípticas manos de una sublime interpretación de Type O Negative. Qué temazos fueron elegidos, por cierto. Clásicos puros y duros.

Pero la banda, como dijimos, tuvo mucho que ver en esto y ahí estaba el propio Ozzy junto a Therapy haciendo «N.I.B.» o la banda algo ficcionada llamada Bullring Brummies con integrantes de los propios Sabbath (Bill Ward, Geezer Butler), más Scott «Wino» Weinrich (Obsessed, St. Vitus) junto a Rob Halford, otro «God» haciendo la mágica ‘The Wizard’, en una versión que suena hasta algo country pero fiestera todo el tiempo. También se incluyó la conocida versión en vivo (gigantesca, por cierto) de «War Pigs» de Faith No More del Brixton Academy y Ugly Kid Joe intentó jugar más rudo con «N.I.B.» (fome el plato repetido y opacada totalmente por la de Ozzy), en tanto Cathedral, herederos genuinos del sonido doom, aportaron para las versiones bonus europeas y japonesas «Solitude», «St.Vitus Dance» y «Wheels of Confusion», tres estrellas negras del catálogo sabbathico.

Eran años de gloria para el nuevo heavy y Black Sabbath y sus integrantes se dejaron seducir y contribuyeron a una fiesta de la armada del metal del momento. El disco cautivó de inmediato y se transformó en un clásico «Casette» noventero que a cualquier metalero no le podía faltar, pues era una recapitulación bien fidedigna de la herencia de todo un sonido y eso que fue solo la primera pieza de una sucesión que dio bastante que hablar más adelante, pero eso lo dejamos para el siguiente capítulo.

Por Patricio Avendaño R.

Patricio Avendaño

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