“For Unlawful Carnal Knowledge”: la vuelta a las raíces de Van Halen

“For Unlawful Carnal Knowledge”: la vuelta a las raíces de Van Halen

Warner Bros., 1991

Un título, contra su costumbre, inusualmente largo; que quedó simplificado de manera informal con el acrónimo “F.U.C.K.” —en una época que era atrayente, y hasta fructífero, llamar a los filtros de censura. Así fue cómo Van Halen abrió los 90’s. Siguiendo un éxito arrollador, con su segundo vocalista Sammy Hagar, otrora voz de Montrose y una respetable carrera solista; un verdadero supergrupo de platino, que ya había dado batatazos de clase mundial con 5150 (1986) y OU812 (1988).

Ya, para el 18 de junio de 1991, hicieron gala del 9° disco de estudio: For Unlawful Carnal Knowledge, cuya primicia era volver a las raíces —las cuales habían estado sepultadas desde la llegada de Hagar, por material empalagoso direccionado al AOR. Porque tras esa portada, con fondo de cuero tono escarlata, hubo un retorno importante: Ted Templeman, el histórico productor de la primera etapa de Van Halen (1978-84), al que se le sumó a las perillas Andy Johns y la misma agrupación; que, cómo no, usaron como base de operaciones los Estudios 5150 de Los Ángeles —propiedad del guitarrista.

Las seis cuerdas vuelven a tener un rol de verdad protagónico, como no se le veía desde 1984, que lo deja en claro la apertura con Poundcake; cuyo inicio es acompañado del accesorio del taladro sobre la guitarra —que hizo patente, un par de meses antes, Mr. Big en Daddy, Brother, Lover, Little Boy. Acercada incluso al heavy metal, y cuyo videoclip para comenzar tiene a la pequeña niña disfrazada de hada; recitando la canción infantil What Are Little Boys Made of (siglo XIX), con Eddie jubilando su icónica Frankenstrat roja con franjas blancas y negras —para darle lugar a la EVH Musicman. En esa misma línea le acompaña Judgement Day, haciendo el doblete. Tras la subida de tono Spanked, Runaround hace clic nada más enseñando el taquillero riff. Pleasure Dome, la muestra más larga de esta colección, roza casi lo progresivo; con mucho recurso de la voz en off. In ‘N’ Out, también por sobre los seis minutos, hacen asomar los coros agudos marca de fábrica de Michael Anthony. La vibra clásica se extiende a Man on a Mission y The Dream Is Over.

Right Now es un caso aparte, cuya columna vertebral es el piano de Eddie; que según ha dicho, la melodía fue compuesta en 1983 —pero fue dejada en carpeta, por no calzar con el perfil de lo que estaban haciendo por aquel entonces; pero que asomó como parte de la película The Wild Life (1984). En tanto, el vocalista la señala como su mejor trabajo mientras estuvo dentro de la agrupación; en una época en que “estaba cansado de escribir canciones de sexo barato”. Aquí enfocándose a la inmediatez, con una caladora letra de no posponer nada. Lo que toma fuerza con el video, quizás el de mejor factura de Van Halen, que además le valió varios premios. Porque se conforma de una gran cantidad de mensajes cortos, siempre comenzando el enunciado con “Right now…”. Que van desde algunas banalidades, a unos cuantos guiños a la banda, como muchos temas sensibles; que iban en boga en aquella época, como por ejemplo segregación racial, últimos movimientos de la Guerra Fría, la explosión global del sida, o posturas pro animalistas —sin contar bastantes otros, de índole personal, que pueden ser tomados por cualquier persona. Aunque en un comienzo, Hagar se negó al concepto del clip —debido a que creía que la gente estaría ocupada leyendo, sin prestarle atención a lo que cantase. Pero se transformó en una de las más representativas del periodo del Red Rocker tras el micrófono, y que le dio nombre a la siguiente placa, la primera en directo del catálogo —Live: Right Here, Right Now (1993).

316, una apacible instrumental de minuto y medio; pensada en un comienzo para el ya nombrado 5150, tuvo sus primeras apariciones en vivo a mediados de los 80’s —siempre dentro de alguna parte de los solos de Eddie. Finalmente grabada, y bautizada de esa forma, por la fecha de nacimiento su hijo a comienzos de ese mismo año —Wolfgang Van Halen, de hecho el actual bajista de la banda. La encargada de cerrar, Top of the World, cuyo riff inicial es hermanado al final del clásico Jump; puede ser un perfecto paralelo a lo que vivían por la época. Porque en un tiempo donde los nombres fuertes de la década recién pasada daban sus últimas arremetidas, antes de ser desplazados por la escena grunge de Seattle, Van Halen era la excepción a la regla. Seguía facturando como siempre, y como era la costumbre de esta encarnación; For Unlawful Carnal Knowledge también fue a parar hasta la primera posición del ranking US Billboard 200. Seguirían imparables para lo que fue el contundente Balance (1995), antes del quiebre de la sociedad Halen / Hagar.

Nacion Rock

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