Grandes Portadas del Rock: The Beatles – «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band» (1967)

Grandes Portadas del Rock: The Beatles – «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band» (1967)

Hasta 1966, el mundo parecía concebir la relevancia de la música de una forma y, desde 1967, de otra. Con los años, ha sido fácil detectar cuáles fueron los elementos externos que entraron a la fórmula y fueron relegando elementos como las chicas gritando y la industria utilizando el fenómeno que provocaba una banda para subir sus ratings de televisión. Ahora había algo más en la evolución de quienes “llevaban” el carro de la victoria por esos días. Comenzaba a quedar atrás una etapa y The Beatles necesitaba otra conexión, aquella que los llevaría a querer sentirse más artistas, a querer influenciar tanto al rock como al arte.

Hasta entonces, las portadas de los discos eran como envoltorios para contener la música. Pero tras la aparición de “Sgt. Pepper’s lonely Hearts Club Band”, empezó una identificación de la música con la recubierta del disco, como si el arte se hubiera puesto a disposición de las canciones y, con el tiempo, se ha hecho imposible disociar ambos elementos.

El 30 de marzo de 1967, los Beatles posaron para la sesión fotográfica que completaría la portada del álbum más famoso de la historia, aquella en la que, deliberadamente, hubo una concepción de expresión artística. A pesar de la creencia popular de que John Lennon era el intelectual de la banda, el que se introdujo antes en círculos más vanguardistas fue Mc Cartney, y de ese interés surgió su amistad con el galerista Robert Fraser, quien fue el primero en conocer los deseos de Paul de concebir un “disco concepto”, cuyo mensaje también debía ser entregado, también, por la portada. Ahí comenzó todo.

Fraser y McCartney idearon el arte de “Sgt. Pepper’s lonely Hearts Club Band” como un homenaje a figuras indispensables para el siglo XX, al tiempo que pensaban en quién debía ser el artista que diera forma y color a la propuesta. El nombre escogido fue el de Peter Blake, quien se inspiró en las bandas del ejército de salvación que tocaban en los parques, por esos años. Blake logró que los de Liverpool se vistieran como ellos, con vistosos uniformes confeccionados por un sastre de Nashville. Para la sesión, se utilizaron fotos ampliadas y otras en siluetas. Posaron con la auténtica medalla del Imperio Británico y con un instrumento de viento, cada uno. A la izquierda, se aprecian las propias figuras de los Beatles del museo de Madame Tussauds, siendo este un claro contraste de la evolución del grupo, y también supone un autoreconocimiento como personajes fundamentales de la construcción de la cultura popular de los ‘60. El muñeco que está recostado, a la derecha, dice en su polera “Welcome the Rolling Stones”.

Para completar la imagen, se pidió a cada Beatle una lista de personajes. George apuntó varios gurús de India. John pidió a Marx, Aleister Crowley, Oscar Wilde y Poe. McCartney propuso a Stockhausen, Fred Astaire y William Burroughs. Los únicos cantantes seleccionados fueron Bob Dylan y Dion. La leyenda señala que algunos personajes propuestos por Lennon fueron vetados, entre ellos, Hitler y Jesús. La abundancia de artistas visuales se debe a que quedó espacio para “rellenar” y fueron los propios autores de la foto (Blake, Haworth y Fraser) los que añadieron a sus favoritos. Por esto mismo, muchos críticos de arte han resuelto que la verdadera inspiración de la portada fueron cuadros, como «Las Meninas», de Velázquez, o «La ronda de noche», de Rembrandt.

La portada recibiría un Grammy y generaría un impacto tan global como las canciones que contenía el álbum. En 1968, ya era parodiada por Frank Zappa y Mothers of Invention. De ahí, ha sido interminable el desfile de collages, estudios, colecciones y variaciones que se han hecho sobre este arte, el que es muestra genuina del estado de inmensa creatividad por el que atravesaba la banda y de cómo se la jugaron por su nicho en la historia. La influencia de “Sgt. Pepper’s lonely Hearts Club Band” como concepto musical es invaluable y, como portada, es eterna.

Macarena Polanco

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