Grindcore, el caos como consigna: 20 álbumes recomendados

Grindcore, el caos como consigna: 20 álbumes recomendados

Pocos géneros han explorado los límites de lo musical como lo ha hecho el grindcore. Con casi 40 años de existencia, este género es sinónimo de agresividad extrema, reconocible por sus guitarras abrasivas, baterías arrolladoras y alaridos en su mayoría indescifrables. Aunque a primera vista pueda interpretarse como un cúmulo de ruido sin mérito ni esfuerzo, lo cierto es que el grindcore es una subversión a las estructuras convencionales. Una declaración en sí mismo, donde siempre se aspira a sonar más rápido, más intenso y más visceral.

Si bien se trata de un género que se formó a finales de los ochenta, la historia del grindcore es un tejido ininterrumpido hasta nuestros días. En esencia, sus planteamientos buscan remecer a la audiencia en un ataque sonoro que refleja fielmente el contenido extremo de sus letras, altamente gráficas o politizadas. Para quienes busquen interiorizarse en este sonido, seleccionamos 20 álbumes que abarcan desde sus orígenes hasta la actualidad.

 

Napalm Death – Scum (1987)

El punto de partida indiscutido. No podemos hablar de grindcore sin referirnos a la banda más representativa del género: Napalm Death. Hacia 1987, los ingleses atravesaban por la efervescente búsqueda de un sonido propio, donde el ritmo y la velocidad fueron los principales canalizadores. “Scum” es un registro de aquella transición, donde cada lado del disco muestra una formación diferente, siendo su baterista, Mick Harris, el único miembro estable. Es precisamente este instrumento el primero que llama la atención, ejecutado a una velocidad nunca antes vista, mediante la técnica del ‘blast beat’, con clásicos como “The Kill”, “Siege of Power”, o la micro-canción “You Suffer”. Este será solo el comienzo de una sólida carrera discográfica que continúa hasta la actualidad, donde “Scum” se levanta como un álbum rupturista en todo sentido, ya sea por su sonido, contenido lírico y arte. Una postal de la cara más pútrida del capitalismo, como nunca se había retratado antes.

 

Repulsion – Horrified (1989)


Con una trayectoria breve, pero de gran repercusión, Repulsion es una banda que estuvo activa durante mediados de los ochenta. Formados en Michigan, el proyecto ocupó varios nombres antes de pasar a la historia (Tempter, Ultraviolence y Genocide). Periodo en el que transitaron desde el thrash metal hacia aquel sonido salvaje y frenético, aún inclasificable por aquella época. “Horrified” es el único álbum de la banda y fue lanzado en 1989, sin embargo, la raíz de este trabajo se encuentra en un demo publicado tres años antes, siendo una profunda inspiración para nombres fundamentales como Carcass o Napalm Death. Mediante un grindcore primitivo, este disco es un ejemplo claro de cómo el cruce entre metal y punk se fue radicalizando a lo largo de los años, esmerándose en buscar la fórmula más salvaje posible. Pioneros absolutos.

 

Terrorizer – World Downfall (1989)

El grindcore y el death metal son dos géneros que evolucionaron de la mano. Uno más prolijo que el otro, ambos comparten orígenes en común, y en más de alguna ocasión han cruzado sus caminos. Terrorizer es de las primeras bandas en desarrollar este híbrido denominado deathgrind, con un debut que marca un hito en el metal extremo. Mediante una línea conceptual muy similar a Napalm Death, “World Downfall” nos retrata una especie humana en crisis, expresada a través del fanatismo religioso, el daño al medioambiente y el autoritarismo de gobiernos conservadores, entre otros males. Siendo el trabajo más importante de Terrorizer, este álbum cuenta con una formación estelar, donde los que más destacan son su baterista Pete Sandoval (quien ese mismo año participó en “Altars of Madness”, uno de los álbumes más importantes en la historia del death metal), y Jesse Pintado, otro prócer que se uniría a nombres como Brujeria o Napalm Death. Con una producción y técnica más cuidada que sus contemporáneos, “World Downfall” es de los trabajos más sólidos de la primera era del género.

 

Brutal Truth – Extreme Conditions Demand Extreme Responses (1992)


Condiciones extremas demandan respuestas extremas. Esto es lo que reza el debut de Brutal Truth, uno de los proyectos que abre de manera más auspiciosa la década de los noventa en materia de música extrema. La banda está formada por Dan Lilker, una leyenda del metal durante la década anterior, gracias a su participación en proyectos como Nuclear Assault, S.O.D. y Anthrax. Alejado del thrash metal, Lilker abraza el grindcore en búsqueda de nuevos enfoques, adecuándose al discurso politizado y distópico que, por aquel entonces, se transformaba en uno de los sellos identitarios del género. Junto a “World Downfall”, el debut de Brutal Truth se sostiene como uno de los pilares del deathgrind, con canciones clásicas como “Birth of Ignorance”, “Denial of Existence”, “H.O.P.E.”, o la apocalíptica “Unjust Compromise”. Con una trayectoria consolidada entre los nombres más importantes del grindcore, Brutal Truth demuestra que la agresividad es una de las vías más honestas para canalizar nuestra cruda realidad.


Assück – Misery Index (1997)


En una época donde el grindcore se acercaba cada vez más hacia su faceta metal, Assück es de aquellos proyectos que busca volver a las raíces vinculadas al punk. Con solo dos álbumes, los de Florida son una banda de culto y con un fuerte compromiso político. El mensaje anticapitalista es claro y directo, tanto en sus letras como en las portadas de sus dos únicos álbumes, donde se expresa cómo la especie humana es explotada y forma parte de un engranaje más en la maquinaria de producción. En comparación con su debut, Anticapital (1991), Misery Index alcanza un mayor nivel técnico y una producción más equilibrada. Al poco tiempo de lanzar este trabajo, Assück se disolvería repentinamente, dejando como legado una de las joyas menos citadas del grindcore, pero que posee un estatus de gran influencia por su crudeza y mensaje, trazando una ruta para aquellos proyectos más politizados.


Exhumed – Gore Metal (1998)


Exhumed es uno de los exponentes más brutales de su generación. Los californianos se caracterizan por rescatar aquel imaginario sórdido que anteriormente fue explotado por Carcass durante sus primeros álbumes. Se trata del goregrind y su título es más que ilustrativo. “Gore Metal” es precisamente lo que ofrece el debut de esta banda; si no queda claro, la portada no deja espacio a dudas. Pero no hay que confundirse. Detrás de este cúmulo de imágenes grotescas, pig squeals y blast beats, se esconde una gran técnica instrumental, como se aprecia en las canciones “Necromantic”, “Open the Abscess” y “Enucleation”, con solos vertiginosos influenciados por Slayer, o “Deadest of the Dead”, con arreglos de un enfoque más melódico. Luego de este álbum, la banda continuará un recorrido discográfico constante, siempre alojado en construir imaginarios cruentos, propios de un slasher ochentero. Sin embargo, “Gore Metal” es el que marca un antes y un después en el metal extremo, gracias a su contenido gráfico y explícito.


Discordance Axis – The Inalienable Dreamless (2000)


Para que un género mantenga vigencia, pese a su longevidad, es necesaria la existencia de proyectos vanguardistas, que replanteen sus cánones e incorporen nuevos elementos. Discordance Axis representa todo esto en la escena del grindcore, particularmente con «The Inalienable Dreamless». El último trabajo de la banda abre el nuevo milenio de manera magistral, otorgándole complejidad y tecnicismo a un género que históricamente se ha caracterizado por su crudeza primitiva. En la medida que avanza el álbum, resulta impresionante cómo la banda resuelve constantes cambios de ritmo y agrega una serie de acordes disonantes a composiciones de solo 60 a 120 segundos de duración. Es una obra que se influencia fuertemente por algunos de sus contemporáneos, como The Dillinger Escape Plan o Botch, incorporando matices de mathcore a una fórmula que no se despega por completo de su raíz. Si se pone atención a los detalles, este disco es una verdadera genialidad y un absoluto recomendado para quienes disfrutan del grindcore, pero buscan algo que sobresalga de los tópicos habituales.


Nasum – Helvete (2003)


Nasum es uno de los nombres que brindó mayor vitalidad a la escena grindcore de los primeros años del siglo XXI. Si bien se formaron durante los noventa, este conjunto sueco desarrolló su carrera en gran medida a lo largo de la década siguiente. Uno de sus principales méritos recae en su breve, pero sólida discografía. En 1998 irrumpen con “Inhale/Exhale”, un debut que resaltó por su energía inagotable y afinidad al crust punk. “Human 2.0” (2000) es una elocuente puerta hacia el nuevo milenio, con tópicos relacionados al dominio de la tecnología y escenarios distópicos. Sin embargo, es con “Helvete” que los oriundos de Örebro alcanzarían su mayor éxito. Este trabajo es el que goza de mejor producción, una estructura de álbum más coherente y una leve cercanía al metalcore, muy presente en la escena de aquellos años. La banda concluyó su carrera con “Shift” (2004), cerrando uno de los catálogos más destacados dentro del género. Lamentablemente, la historia de la banda terminó abruptamente, ya que el 2004 Mieszko Talarczyk, vocalista de la banda, falleció víctima del tsunami de aquel año en el Sudeste Asiático, mientras visitaba Tailandia. A pesar de su trágico final, Nasum sigue siendo recordado como uno de los nombres más respetados y reconocidos a lo largo de la historia del grindcore.


Pig Destroyer – Terrifyer (2004)


Dentro de un género brutal por naturaleza, Pig Destroyer se destaca por llevar el grindcore al extremo en el amplio sentido de la palabra. Y no podía ser menos, si tomamos en cuenta el historial de su guitarrista y fundador, Scott Hull, quien también pasó por bandas de renombre, como los polémicos e infames Anal Cunt. El mayor exponente de la banda es “Terrifyer” (2004), con una producción sencillamente sofocante, que tumba al oyente tras cada grito, sin darle la oportunidad de levantarse. Al igual que el resto de su discografía, este álbum construye un cúmulo de agresividad e imágenes perturbadoras, tanto gráficas como figurativas, gracias a la retorcida pluma de J.R. Hayes, cuyas letras evocan escenarios grotescos de una manera casi poética. La tercera parte de esta fórmula la compone Brian Harvey, con un trabajo de batería arrollador, completando un tridente que impresiona por su desplante de violencia. El tercer disco de Pig Destroyer es una obra cruda, aterradora y plenamente consecuente con sus planteamientos, como si quisiera adentrarnos a la mente de un asesino en serie.


Genghis Tron – Dead Mountain Mouth (2006)


A diferencia de la gran mayoría de proyectos de la escena grindcore, Genghis Tron se caracteriza por su peculiar aproximación hacia el género. Al tratarse de un estilo veloz por definición, el afán por explotar este factor hizo voltear la mirada hacia las máquinas de ritmo y la programación de baterías. Es así como surge el cybergrind. Genghis Tron se enmarca dentro de este subgénero, aunque también es cierto que reúnen muchas otras influencias. “Dead Mountain Mouth” es el debut de la banda, donde este híbrido entre grindcore y electrónica adquiere mayor protagonismo. Se trata de un disco impredecible, con drásticos cambios de ritmo, que pasan de secciones de blast beat inhumanos a pausados breakdowns. En este vaivén de furia y calma, entre los tracks más intensos destacan “Chapels”, “Dead Mountain Mouth”, “Greek Beds” y “Lake of Virgins”. Posteriormente, los de Poughkeepsie publicarían “Board Up the House” (2009), el que sería su trabajo más reconocido, donde el cybergrind tomaría un rol marginal, para dar paso a otras influencias como el mathcore. La fuerza, originalidad y frescura de esta fórmula es mucho más apreciable en este primer trabajo, cuyo valor está en darle una nueva vuelta al grindcore y ejecutarlo con recursos atípicos.


Anaal Nathrakh – Hell Is Empty and All the Devils Are Here (2007)


Birmingham es una ciudad netamente industrial, pero también es la cuna de grandes proyectos musicales vinculados al metal, entre los que destacan Black Sabbath, Judas Priest, Godflesh o Napalm Death. Es quizás este escenario gris, ilustrado por los artistas antes mencionados, la inspiración para gestar música de inclinaciones más radicales. Obedeciendo a esta tradición, Anaal Nathrakh es otra banda que robustece el legado de Birmingham. La banda se articula como un conjunto que juega con variados subgéneros de metal extremo, que van del black hasta el industrial, entre otras influencias. Dentro de este híbrido, “Hell Is Empty and All the Devils Are Here” es uno de los trabajos donde el grindcore adquiere mayor protagonismo. Si bien se trata de un trabajo poderoso y estridente, son estas diversas influencias las que entregan matices, especialmente en las voces, donde el registro de Dave Hunt abarca desde los clásicos guturales o gruñidos, hasta coros con secciones melódicas. Mientras que la base instrumental está a cargo del hábil Mick Kenney, quien aporta con la programación de baterías eléctricas, otorgando aquel sonido frío y mecánico, que hace un justo homenaje a la tierra natal de la banda.


Insect Warfare – World Extermination (2007)


Grindcore duro y al hueso. Para la época en que se publicó “World Extermination”, el género llevaba veinte años de existencia y un vasto número de lanzamientos en el camino. El único larga duración de Insect Warfare es un llamado a volver a las raíces, aunque con los recursos de producción que ofrecía el nuevo siglo. Desde los primeros segundos, este álbum abunda en energía y no baja la guardia en ningún momento, con un ritmo frenético y sumamente divertido para quienes gusten del grindcore. En tan solo 22 minutos, la banda exprime lo mejor que puede ofrecer este estilo en su estado elemental, con tracks destacados como “Self Termination”, “Manipulator”, “Human Trafficking” e “Internet Era Alienation”. Tan fugaces como su sonido, la banda se disolvió abruptamente un año después de este lanzamiento, con algunas reuniones ocasionales posteriormente. Insect Warfare no reinventa la rueda dentro del género, pero sí da una buena muestra de su crudeza esencial.


Magrudergrind – Magrudergrind (2009)


Al igual que el grindcore, existen otras expresiones afines que le preceden o que se influencian de él. Su antecedente más directo es el thrashcore, que durante principios de los ochenta reunió a las agrupaciones más salvajes y ultra aceleradas de la escena hardcore punk; mientras que en los noventa, el powerviolence se acercó nuevamente al hardcore, reemplazando los guturales por gritos, añadiendo una gama más amplia de velocidades, que van desde los demoledores blast beat hasta densos y lentos riffs. Magrudergrind toma nota de este estilo y su álbum homónimo lo demuestra plenamente. Cada canción es una bomba de sonido que explota y se inmola en pocos segundos, salvo aquellas composiciones en puntual que son deliberadamente más extensas, acompañadas de un ritmo pantanoso cercano al sludge. Dentro de este último grupo, la que más destaca es “Bridge Burner”, una verdadera mole distorsionada que rompe con la dinámica a mitad del disco. También es curioso el uso de samples al cierre de gran parte de las canciones. En este trabajo, las pretensiones de la banda son claras y directas, donde se despliega un ataque sonoro por un corto periodo de tiempo, que envuelve al oyente en una demoledora pero agradable muralla de ruido. El manifiesto definitivo al anti-sonido.


Nails – Unsilent Death (2010)


Nails es una banda que puede considerarse un clásico contemporáneo. Y es que, al momento de publicar su debut, “Unsilent Death”, la banda adquirió rápidamente el estatus de culto, debido a múltiples factores. Desde la brutalidad de su propuesta y la producción de un sonido crujiente y arrollador, hasta la oscuridad de sus tópicos misántropos y un arte que hace referencia a los orígenes mismos del metal extremo. Todo está condensado hasta su mínima expresión. En poco más de 15 minutos, este puño sonoro se expresa a través de un grindcore visceral, pero también muy inquieto, donde conviven influencias del powerviolence y el crust punk, en canciones abrasivas como “Conform”, “Suffering Soul”, “Traitor” o “No Servant”, y aquellas más densas como “Unsilent Death” y “Depths”. Más allá del impacto de este trabajo, Nails ha sido capaz de mantener en alto las pretensiones de brutalidad a lo largo de toda su carrera discográfica. Los siguientes trabajos son “Abandon All Life” (2013), “You Will Never Be One of Us” (2016), y el más reciente “Every Bridge Burning” (2024). A pesar de publicar de manera esporádica y sorpresiva, en cada uno de estos álbumes, Nails logra generar experiencias fulminantes, cargadas de un aura sumamente pesada y caótica, que explota y se consume en unos pocos minutos.


Cattle Decapitation – The Anthropocene Extinction (2015)

Con una extensa y respetada trayectoria en el circuito death metal, Cattle Decapitation es de los pocos proyectos que logran abarcar eficazmente este género en todo su espectro. Desde lo más técnico hasta lo más brutal. En el caso de “The Anthropocence Extinction”, el deathgrind es el estilo predominante, aunque también convive equilibradamente con secciones más elaboradas. Fieles a sus principios, podemos decir que Cattle Decapitation siempre se ha interesado por transmitir un mensaje en cada uno de sus trabajos. Y esta no es la excepción. Las reflexiones más recurrentes van en contra de la explotación humana, tanto hacia la humanidad misma, como también hacia los animales mediante la industria alimentaria. Este álbum nos plantea un escenario apocalíptico y desolador, donde la contaminación e inconsciencia de nuestra propia especie es la causante de la extinción. Mientras que, musicalmente, es un trabajo que lleva la brutalidad del deathgrind hacia terrenos altamente complejos a nivel de ejecución.


Wormrot – Voices (2016)


Con una modesta pero consistente discografía, Wormrot es un nombre que crece a pasos agigantados y se consolida con fuerza entre los grandes del grindcore a lo largo de la historia. El origen de la banda es bastante inusual. Oriundos de Singapur, este proyecto cuenta con cuatro álbumes, siendo “Voices” (2016) la tercera producción y el trabajo que los posicionó definitivamente en el ojo del panorama mundial. Se trata de un álbum de grindcore en su estado más puro y original, fuertemente emparentado al crust punk. Junto a estos aspectos clásicos, también es una producción que suena fresca y logra resaltar las referencias que recogen de otros subgéneros del hardcore, con cambios de velocidad que recuerdan al powerviolence, o el dramatismo de las melodías y la expresividad de los gritos, reflejando afinidades al screamo. Conformados como un trío letal de guitarra, voz y batería, las canciones son dinámicas, variadas y absolutamente furiosas, con algunas destacadas como “Hollow Roots”, “Fallen Into Disuse” o “Buried the Sun”. El trabajo más reciente de la banda es “Hiss” (2022), una obra que destaca por su desplante de poder y experimentación, con algunas secciones de cuerdas incluidas.


Full of Hell – Trumpeting Ecstasy (2017)


Full of Hell es uno de los mayores referentes contemporáneos de música extrema en su aspecto más visceral. Dueños de un sonido profundamente abrasivo y caótico, la banda toma el ruido como la mayor de sus virtudes. Es desde esta trinchera inamovible donde han logrado cosechar una prolífica discografía, que incluye colaboraciones con importantes nombres de la producción electrónica más excéntrica, como Merzbow o The Body. Cada disco de Full of Hell es una experiencia que se conecta con el nombre del proyecto, transportando al oyente hacia un terreno infernal, lleno de distorsión y alaridos. “Trumpeting Ecstasy” es una adecuada introducción a este imaginario. Se trata de uno de los álbumes más reconocidos de la banda, donde se aprecia un torrente de rabia y disonancia que, además de incluir los recursos habituales del grindcore, llama la atención por el uso de ruido blanco, levantando un aura mucho más opresiva y abrupta.


Cloud Rat – Pollinator (2019)


Contrario a los estrictos cánones del género, Cloud Rat es una banda que logra brillar con colores propios dentro del universo del grindcore, desarrollando un sonido cercano al punk y sus variantes, que no podría clasificarse con facilidad. Con más de 15 años de carrera y múltiples trabajos de estudio, la banda ha adquirido mayor notoriedad con sus últimos dos discos. En “Pollinator”, los de Michigan alcanzan un punto de madurez interesante y equilibrado, donde convive un ritmo fluido, composiciones sólidas y una producción acorde a lo que buscan proyectar, con sonidos que recuerdan al crust y el sludge metal. Mediante la característica voz de Madison Marshall, la banda levanta canciones con letras crípticas y personales, desde una poesía que conecta con la fuerza y emocionalidad del screamo. “Losing Weight”, “Night Song”, “The Mad” y “Webspinner” son algunas de las canciones que muestran este interesante híbrido de música extrema, posicionando a Cloud Rat como un proyecto que, pese a su estrecha asociación al grindcore, persigue una verdadera identidad, donde los géneros se diluyen en favor de la catarsis.


Escuela Grind – Memory Theater (2022)


Directamente desde Ithaca, Nueva York, los de Escuela Grind hacen justicia a su nombre y reflejan lo mejor de una nueva generación de bandas. Reconocidos por la fuerza y carisma de su vocalista Katerina Economou, este proyecto recogió críticas positivas con su álbum “Memory Theater”, mostrando un sonido pesado y duro que les permitió presentarse en los escenarios más reconocidos del circuito grindcore, siendo parte del cartel del Obscene Extreme Fest durante el año 2022. Desde una perspectiva aplastante, Escuela Grind toma nota de un nutrido entramado, donde se percibe el powerviolence, el death metal y el metalcore en una justa proporción. De una corta duración, el disco viaja de manera fulminante y revienta los oídos de quien escucha, con canciones poderosas como “My Heart, My Hands”, “All Is Forgiven” o la que da nombre a este trabajo. Agrupaciones como Escuela Grind no hacen más que reflejar el buen presente del grindcore y sus ramificaciones.


Gridlink – Coronet Juniper (2023)


¿Grindcore melódico? Puede sonar como una contradicción absoluta, pero Gridlink se acerca bastante a aquello. Luego de la disolución de Discordance Axis, su vocalista Jon Chang, da forma a este nuevo proyecto que, pese a compartir ciertos criterios, también abre una ventana a elementos sumamente innovadores dentro del contexto del género. La banda cuenta con cuatro álbumes de estudio, donde “Coronet Juniper” logra resaltar en mayor medida sus cualidades. Las guitarras son veloces y distorsionadas, como de costumbre, aunque bajo una perspectiva completamente diferente, donde se enfatizan los sonidos limpios y una ejecución técnica. Las letras son fantásticas y de un carácter futurista, fortaleciendo aquel carácter pulcro y mecánico en la interpretación musical. En tiempos donde se piensa que todo está hecho y hay poca cabida a la innovación, Gridlink se levanta como una propuesta única, dándole un carácter mucho más cuidado a un estilo que, en esencia, busca totalmente lo contrario.


El grindcore, inclemente ante el paso del tiempo, sigue erigiéndose como uno de los estilos más extremos de todos los tiempos. Perfeccionado y reinterpretado en muchas formas, este género sigue dando nuevos proyectos interesantes en sus múltiples subgéneros. Más o menos masivos, la esencia de este sonido nunca deja su naturaleza subterránea. Si bien este artículo intenta abarcar diferentes épocas y propuestas, lo cierto es que este es un vistazo meramente superficial, donde abundan más nombres emblemáticos, como Brujeria, Gutalax, The Gerogerigegege, Anal Cunt o Naked City, entre muchos más. El grindcore sigue vivo y probablemente continúe así por mucho tiempo más, explotando el curioso placer de abarcar los rincones sonoros más viscerales y ruidosos del arte musical.

 

Te invitamos a escuchar y seguir esta playlist, donde recopilamos a las bandas mencionadas en el artículo:

Javier Perez

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