Guns N’ Roses, «Appetite for Destruction» y todo lo que devoró su destructivo apetito

Guns N’ Roses, «Appetite for Destruction» y todo lo que devoró su destructivo apetito

Un disco que ya es toda una fiesta en sí, representa el más puro extracto de lo que fue la esencia del conjunto con todo ese desenfreno, drogas, chicas y rock’n roll que vivieron los americanos. Era un momento en que vivían lo que escribían y escribían lo que vivían, a diario, viviendo al límite y llevándolo totalmente a cabo.

Y no se queda en mito, la historia y ellos mismos en sus respectivos libros y documentales lo cuentan: a Slash muchas veces había que «apuntalarlo» en plena sesión de fotos, es decir, tenía que estar alguien tras él sujetándolo para que no se quedara dormido y se cayera, era el que más se desmayaba, en algún momento la cosa llegó a ser hasta preocupante ya que incluso una vez fue encontrado sin pulso. También tocaba los solos en vivo en un estado deplorable en ese período, al grado que muchas veces tuvo que ir en pleno concierto tras los amplificadores a vomitar y después volvía a tocar como si nada.

Appetite fue un disco que sobrepasó límites, si algo de vida en el trono del rock  le quedaba a las bandas del glam ochentero como Poison, Mötley Crüe o Bon Jovi, Guns N’ Roses se encargó de lapidarlo completamente. ¿Cuál fue la clave de su éxito? Su actitud, su furia enardecida, su talento y su forma de explotar tanto en vivo como en el estudio en una endemoniada máquina de riffs y rock’n roll sin precedentes. Paradójicamente a la par tomaban y se drogaban como condenados, y eso querámoslo o no los hizo ser más grandes y legendarios aún.

La fama, los primeros lugares en las listas y el éxito no se dejaron esperar. La clásica portada por lo demás con estas cinco calaveras distribuídas en un crucifijo hasta el día de hoy sigue siendo icónica y continúa vistiendo con poleras a rockeros de todas partes del planeta, aunque sin embargo, fue la que reemplazó a la original censurada que constaba de un robot amenazando con violar a la población.

Un disco que replanteó las bases y la forma que se iba a hacer el hard rock de ahí en adelante, lamentablemente este suceso no duraría mucho: peleas, guerras de ego y el exhaustivo abuso de drogas de sus miembros terminarían por liquidar la formación original, y también unos años más tarde terminarían con la disolución completa de la banda, pero no cabe ninguna duda que este disco marcó uno de los mejores momentos para el grupo y para el  rock en general.

Los Guns de finales de los ochenta, aparecieron con su apetito de destrucción y al parecer se devoraron todo lo que apareció por su paso, incluyéndose a sí mismos.

Patricio Avendaño R.

 

Patricio Avendaño

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