Incubus en Chile: Un océano de nostalgia

Incubus en Chile: Un océano de nostalgia

Y finalmente Incubus dio el primero de sus tres conciertos en el Movistar Arena que vibró con la interpretación completa de Morning View, uno de los discos más emblemáticos de la banda californiana. Una jornada cargada de potencia y nostalgia. 

Con entradas agotadas para las primeras dos fechas y una tercera función añadida por la altísima demanda, quedó claro que MV no es solo un álbum, sino una pieza fundamental del soundtrack de toda una generación. Fue una noche de reencuentro, de emoción y de celebración de un disco que cumplió más de dos décadas sin perder de vista la vigencia de una banda que sigue resonando con fuerza en el presente. Incubus demostró que, más allá de la nostalgia, su música sigue viva, relevante y profundamente conmovedora.

Con una atmósfera cargada de expectativas, de recuerdos encapsulados en canciones que han envejecido muy bien junto a quienes las escucharon por primera vez, Incubus salió al escenario —con unos minutos de retraso— dando inicio a un viaje sonoro que equilibró la energía del rock alternativo con la introspección melódica que caracteriza al disco. Desde el primer acorde de “Nice to Know You” quedó  claro que este no sería un concierto cualquiera, sino un viaje cuidadosamente diseñado a través del tiempo y la emoción: un océano de sonidos donde cada ola traía consigo una emoción distinta.

 

Circles”, “Have You Ever” y “Just a Phase” capturaron el vaivén emocional del álbum: cambios de ritmo, pasajes hipnóticos y explosiones súbitas de energía. La banda sonó firme y madura, contenida pero poderosa. Brandon Boyd, firme en el centro del escenario, proyectó esa presencia serena y magnética que lo ha definido a lo largo de los años. Su voz, intacta en su esencia, conserva ese timbre melancólico y envolvente que transforma cada verso en algo más íntimo: en una confesión susurrada al oído colectivo de miles. Su entrega, sin artificios, es la de un artista que no necesita imponerse para conectar.

Mexico” —tocada solo con guitarra acústica y voz— fue uno de los momentos más conmovedores del show; “Wish You Were Here” se sintió como un respiro profundo, un instante en el que nostalgia y plenitud se fundieron, deslizándose sobre una atmósfera etérea mientras la voz de Brandon se elevaba como un eco perdido en el tiempo. “Blood on the Ground” inyectó una dosis de crudeza junto con “Warning” que fue como un estallido de comunión colectiva que hizo vibrar los cimientos del recinto. El riff, las luces, los coros al unísono: todo fluyó con una naturalidad que solo se alcanza cuando una canción ya no pertenece solo a la banda, sino a quienes la han hecho suya.

La sección más contemplativa del show llegó con “Aqueous Transmission”, la canción que cierra el disco y que en vivo mantuvo su espíritu. Una despedida suave que se sintió como dejarse llevar por una corriente cálida, en silencio. Un cierre que no solo le dio fin al recorrido del disco, sino que dejó una sensación de paz profunda, como si todo lo vivido durante la noche hubiera encontrado su lugar en ese momento suspendido.

Pero no era todo: Tras completar el álbum, la banda regresó para un encore que incluyó algunos de sus clásicos más queridos: «Anna Molly”, “Pardon Me”, “Vitamin” y “Drive”, además de su versión de “Glory Box” de Portishead. El público, compuesto por seguidores de todas las edades, respondió durante toda la jornada con una mezcla de euforia y gratitud. Y es que de seguro muchos de ellos crecieron con Incubus y encontraron en el Morning View un compañero constante, y esta presentación en vivo no solo fue una celebración de ese vínculo, sino también una confirmación de que, más de 20 años después, el disco sigue sonando fresco, relevante y profundamente humano. El Morning View no fue solo revivido esta noche, sino que fue reentendido. En 2001 hablaba de transición, de identidad, de búsqueda. En 2025, sus letras y texturas dialogan con quienes han cambiado, con quienes ahora escuchan desde otros lugares. El disco sigue siendo un refugio sonoro que ofrece calma, vértigo y por sobre todo: algo honesto.

Incubus ofreció un show sólido, sincero, centrado solo en lo esencial: la música, la ejecución y la conexión con su audiencia. Fue una noche hermosa, no solo por la calidad del espectáculo, sino por que demostraron que el poder de un buen álbum nunca se desvanece. Al contrario, se reinventa con cada generación que lo abraza, convirtiéndose en un testamento de que las canciones más verdaderas son las que siguen hablando al corazón, incluso después de tantos años.

Matias Garcia

La música me salvó la vida.

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