Iron Maiden en Chile: El encuentro de dos mundos 

Iron Maiden en Chile: El encuentro de dos mundos 

Fotos: Andie Borie/DG medios

Sabemos a lo que vamos y aún así es especial. Aunque el setlist era conocido y los videos de los shows de otros países nos habían contado todo, distinto es vivirlo; las horas pasaban lentas, mientras las poleras negras eran la indumentaria obligada del día. A estas alturas, Iron Maiden tiene escrito su nombre dentro del legado del heavy metal, ese que nació en los años ’70 en los barrios británicos sumidos en la pobreza y desesperanza de su juventud. Mucho tiempo ha pasado desde esa era dorada, e igual que la primera vez, nos apuntábamos con emoción a vivir la undécima vez de Iron Maiden en Chile.

En pleno siglo XXI, los fanáticos chilenos se cuentan por miles y tienen todas las edades, estratos sociales y condición social. Importante es resaltar que esta es la primera vez que una banda metal hace sold out para dos noches en Chile, lo que se resume en 120.000 fans como testigos de otra jornada consagratoria para una banda que ya es legado y parte de cualquier libro que documente la historia de la música de los últimos 50 años. Lo novedoso de esta gira ‘Future Past Tour’ es que combinaba temas, principalmente, de dos álbumes: el último lanzamiento, Senjutsu, junto a clásicos de Somewhere in Time, uno de los más influyentes e importantes de la carrera de Iron Maiden y con el que entrarían de lleno al formato de superbanda y grandes estadios; musicalmente hablando, iniciarían su viraje hacía una propuesta más progresiva y con una fuerte presencia de sintetizadores, con letras que imaginaban un futuro como el que hoy vivimos.

La cuadras aledañas al Estadio Nacional eran nuevamente testigos de cientos de camisetas con los distintos ‘eddies’ que resumen las etapas por las que ha pasado la banda; desde las 08 de la mañana ya llegaban aquellos visitantes de regiones, esos que viajaron toda la noche para no perderse esta parte de la historia. Las redes reportaban fans de Arica, Osorno, Temuco, Puerto Montt, Chiloé, Quilche, Putre, Iquique, Magallanes, Panguipulli y tantos otros lugares de Chile, e incluso desde Perú, y que marcaron el día con rojo en el calendario y dispusieron de todo su tiempo para llegar temprano a la cita con la doncella. Muchos de ellos venían con sus hijos, pasando la antorcha de un género que se ha resistido al paso del tiempo. Por otro lado, la propuesta musical y visual de este show se avizoraba como otra  experiencia única, sólida, y que en este tour presentó como la ‘mezcla de dos mundos’, de dos tiempos: el pasado, ejemplificado en ese disco de 1986 y que hablaba de este futuro improbable, y de Senjutsu, buscando un lado más reflexivo acerca de ese pasado que hoy es realidad.

Con mucha puntualidad, el rugido de la gente dio inicio al esperado show de Harris,  McBrain, Murray, Smith, Gersy Dickinson, quienes salieron a escena en medio del vistoso escenario con neones y luces futuristas. ‘Caught Somewhere in Time’ inició la fiesta con su sonido épico y, en la misma línea, la memorable ‘Stranger In A Strange Land’. ‘The Writing on the Wall’, ‘Days of The Future Past’  y ‘The Time Machine’ sonaron muy bien en un tándem armonioso salido de Senjutsu; Bruce asumía su rol como hilo conductor del show con la maestría habitual e invitaba a todos a gritar, a corear cada tema, a escribir en conjunto otro capítulo de este libro de encuentros memorables de Maiden con Chile. Contrariamente a lo que muchos podrían pensar, su voz se sintió completamente intacta, a un nivel bestial y como en sus años jóvenes, demostrando que sigue siendo de los mejores frontman en la actualidad. ‘The Prisoner’ y ‘Death of the Celts’ fueron una clase de cómo se toca metal en vivo, mientras que ‘Can I Play With Madness’ demostró que para cantar en este estilo se necesita algo más que fuerza, y ahí es donde sorprende Bruce con su variado rango vocal, al tiempo que ‘Heaven Can Wait’, con su ritmo frenético, nos puso a brincar sacando a relucir la última gota de energía del día.  Bruce tuvo su acostumbrado duelo con Eddie, pero esta vez la lectura fue la de la pugna entre el pasado y el futuro, la lucha desatada porque uno sobreviva frente al otro; esto dio paso a los bellos acordes de ‘Alexander The Great’, la sorpresa de la gira pues ha sido interpretada en vivo por primera vez en la historia. Un momento valioso y que todos vamos a atesorar como una clase de virtuosismo en la musicalización y la interpretación.

La parte final del show estuvo dedicada a los infaltables. Sonó majestuosa ‘Fear Of The Dark’ para darnos aún más emoción, porque es un clásico casi de ópera y que viste a Bruce de una elegancia brutal en su juego de tonos altos y bajos; esa emoción solo subió con la metalera ‘Iron Maiden’, extraída de su debut homónimo y que remontó la memoria a los inicios del género, cuando el recientemente fallecido Paul Di’Anno era el vocalista.

‘Hell on Earth’ entre llamaradas y sus estructuras complejas, fue la antesala del himno ‘The Trooper’, un tema que no puede faltar gracias a ese coro sensacional y el solo que la vuelve inconfundible. Vibración máxima, ejecución excelsa, una canción que es sello de época y que sigue maravillando en su inicio casi a capella y con todo el estadio siendo el coro de Dickinson. Finalmente, los riffs de ‘Wasted Years’ despidieron otra presentación majestuosa, llena de innovación en este equilibrio entre pasado y futuro musical. Este nuevo show de Iron Maiden generó incluso más reacción que aquellas visitas de inicios del siglo porque se puede considerar una experiencia  que toca todos los sentidos. Cada canción tuvo una puesta en escena que la distinguió, que estuvo pensada y analizada en el contenido profundo del cancionero de la banda. Las pantallas gigantes y las animaciones completan una propuesta novedosa de un gran equipo creativo que, sin duda, ayuda a que Maiden se mantenga relevante y viviendo de su legado. El escenario de inspiración japonesa para Senjutsu y los de estética futurista para lo de  Somewhere in Time, más la alegría de escuchar Alexander the Great’ y comprobar que aún le queda mucha gasolina al tanque de la doncella, logran que este show no sea uno más y escape de la típica gira que muestra nuevo material; acá hubo una selección de joyas pensada en el fan más fiel y que hace el sold out apenas salen a la venta las entradas. Un viaje musical a través del tiempo, poderío instrumental y vocal, nostalgia, carisma y energía inagotable. Otro récord que anota Iron Maiden en esta relación de admiración e intensidad con nuestra tierra. Para nosotros, ellos son embajadores irreemplazables de un estilo que vive de viejas glorias, pero que se mantiene vigente y sumando nueva fanaticada gracias a la magia de su propuesta metalera, cuyo espíritu habla de una mística que Chile recoge con fervor y logra que los ingleses quieran volver siempre, tal cual lo avizora Bruce al final del show.

Hasta la próxima amada doncella, estamos a tus pies. 

Macarena Polanco

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