Liturgy – 93696 (2023): Conexiones con lo trascendental

Liturgy – 93696 (2023): Conexiones con lo trascendental

 

Thrill Jockey Records, 2023

Independiente de cuál sea la disciplina en la que se lleve a cabo, la vanguardia es una corriente que se rige bajo el principio de transgredir los límites. Una punta de lanza que busca ampliar los paradigmas y generar nuevos planteamientos que, idealmente, sean mayormente asimilados a futuro. En esta cruzada hacia terrenos inexplorados, Liturgy es un proyecto que no pasa desapercibido y se abalanza contra el oyente con inclemencia. Valiéndose de la grandilocuencia que los caracteriza, la experiencia de “93696” no se queda en la visceralidad musical, sino que también abre un canal de comunicación con lo espiritual, mediante símbolos cabalísticos y un lenguaje críptico.

Pese a que se les suele catalogar dentro del metal por su desplante de agresividad, el conjunto neoyorquino va mucho más allá de las etiquetas tradicionales; donde es posible trazar similitudes sonoras con la brutalidad del black metal, lo sublime de la música coral, o las complejas polirritmias del totalismo. Este coctel de elementos, que otorga una fórmula tan impactante como original, es el mero conductor para transmitir lo realmente importante para este proyecto artístico, donde Haela Ravenna Hunt-Hendrix construye una suerte de canto a lo divino, en composiciones que se cruzan con la teología y la filosofía desde una óptica propia.

El mismo título del álbum hace referencia de este diálogo con lo trascendental, siendo “93696” una representación numérica del cielo, basándose en el sincretismo religioso entre la mística cristiana y thelema. Profundizando aún más, este extenso álbum de 82 minutos se divide en cuatro movimientos: soberanía, jerarquía, emancipación e individuación; en el que cada parte incluye un track dedicado a un ángel asociado a dichos conceptos.

En un trabajo de constantes contrapuntos, “Daily Bread” abre con sutileza el primer cuarto de la obra, mediante un juego de armonías que da paso a la intensidad de “Djennaration” y “Caela”. De igual manera, la sección titulada “Hierarchy” comienza con la disonancia y efectos glitch de “Haelegen II”. Pese a lo caótico que puede resultar el álbum en la mayoría de las canciones, el equilibrio alcanzado por Steve Albini como ingeniero de grabación logra sostener aquella idea de “divinidad”, siendo un gran punto a favor de “93696” en su aspecto más técnico.

Ya durante la segunda mitad del disco es donde se encuentran las composiciones más contundentes en cuanto a su duración. Con casi 15 minutos, el frenesí y conducción de la tensión durante el track que nombra al álbum es uno de los puntos culmines que, al igual que en los movimientos previos, se va intercalando de interludios instrumentales que bajan la intensidad hacia una atmósfera más contemplativa. “Antigone II” es la última de las extensas suites de “93696” que logra conducir coherentemente hacia el apacible final de “Immortal Life II”.

En su sexto álbum de estudio, Liturgy continúa desarrollando una propuesta que no retrocede en estridencia, complejidad y carácter enigmático, sin embargo, logra transmitir aquella búsqueda hacia lo “celestial” tanto en su forma como fondo de manera sumamente efectiva. Pese a lo desafiante que puede resultar escuchar una obra tan caótica como extensa, el original planteamiento filosófico de Haela Ravenna Hunt-Hendrix justifica la duración y secciones que componen “93696”, donde se aborda una interesante idea de Dios, que trasciende a los conceptos de bondad o maldad, y se esboza sobre ambigüedades que no dejan del todo claro el nivel de independencia espiritual que tenemos ante este ente creador. Un intrincado ejercicio de música sacra que estira los paradigmas de la vanguardia, no sólo en su sonido, sino que también en su trasfondo conceptual.

Javier Perez

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