Mortiis y Nytt Land en Chile: Un ritual y un recorrido por paisajes nórdicos

Fotos por Cristian Calderón
Desde Sala Metrónomo, la noche del 02 de febrero Mortiis, antecedido por Nytt Land, nos hizo un recorrido por los territorios nórdicos más oscuros; lo armónico fue la cúspide. Mortiis se presentó celebrando los 30 años de su álbum debut, mientras que los exponentes del folk europeo, Nytt Land, abordaron un repaso de los nueve lanzamientos que conforman su catálogo hasta la fecha.
Nytt Land, invitados especiales del Mortiis y por ende, encargados de dar apertura al evento, nos impregnaron de sonidos tribales desde el primer momento que aparecieron en escena, a eso de las 20 hrs. Adherido a la puesta en escena, los cantos guturales mongoles y el uso de instrumentos tradicionales tales como el Kantele, el diálogo entre folk y lo atmosférico parecía inherente. El ritual chamánico abrazaba con intensidad a cada uno de los espectadores, con el que Anatoly y Natalya Pakhalenko –acompañados de un percusionista– nos transportaban a su vez, a sombríos —aún mágicos pero expresivos— paisajes escandinavos.
El dúo proveniente de Siberia, Rusia, realizó un set de 10 canciones en el transcurso de alrededor de una hora. «Ritual» y «Ragnarok» fueron su epítome.

Eran las 21:20 hrs cuando el ex-Emperor subió al escenario para brindarnos una retrospectiva de los inicios de su carrera en solitario. Una propuesta íntima. Sólo él, su teclado y 4 pendones a sus costados —2 a cada lado—.
En efecto, con su personificación monstruosa habitual que lo hace parecer un goblin inspirado en la literatura de J.R.R. Tolkien, el noruego venía celebrando 30 años de Født til å herske, aquel álbum que consiste en nada más que una canción de 53 minutos de duración dividida en dos partes (entendiéndose como «Født til å herske pt. 1 y pt. 2»,—o Lado A y Lado B en un LP—). El set consistió en la interpretación de sólo ese trabajo. Un set que por cierto, se vistió con los matices más ambientales, atmosféricos — e inquietantes— de la música vikinga, donde el propio músico se resguardaba en su mundo interno de melodías. El soundtrack perfecto a la situación hipotética de estar en medio de un inmenso bosque en lo más arriba del norte de Europa.

La música de Mortiis no sólo podía escucharse, sino que verse e incluso tocarse (independiente a las imágenes exhibidas en pantalla detrás del él), Se transformaba en un momento de meditación, introspección y calma para cualquiera, y en vista de su público promedio, sin duda para el que en su día a día recurre a los sonidos pesados del metal. En todo momento, —y sumándose previamente la propuesta de Nytt Land—, aquel espacio de respiro.
