NR En Vivo: The Rolling Stones “Live at the Checkerboard Lounge” junto a su héroe, Muddy Waters
En mitad de su gira norteamericana “Tattoo You Tour”, en 1981, los Rolling Stones se tomaban el día libre para asistir a un pequeño local en Chicago. El lugar era conocido por ser un club constantemente visitado por los mejores bluesmen: el Checkerboard Lounge. Mojo Bruford presentaba, esa noche, al “padre del blues moderno de Chicago” para dar inicio a una gran velada, con los riffs de John Primer en “You Don’t Have to Go”. Tras enfundarse su Fender Telecaster y comenzando con “Baby Please Don’t Go”, Mick Jagger, Ron Wood, Keith Richards e Ian Stewart llegaban repentinamente al club para ver a su ídolo Muddy Waters, y aunque el público estalló en aplausos cuando entraron al lugar, la música nunca paró. Y fue el gran ídolo del blues quien no dudó en aprovechar esta visita a favor del espectáculo, y mientras bromeaba con ellos desde el escenario, decidió invitarlos a ser parte del show. ¡Mick Jagger, Mick Jagger, sube aquí!
Mick no lo dudó. No se pudo resistir a la llamada de su mentor y subió al escenario; las miradas entre profesor y alumno eran de absoluta complicidad, al tiempo que Muddy decía “¿Qué hay de Keith?”, y Richards se lanzó al escenario para entrar a la acción, y Wood hacía tal cual. En un minuto, los rockeros pasaban de ser estrellas a fanboys de un Muddy Waters igual de extasiado, a pesar de su avanzada edad. Cuando llegaron a “Mannish Boy”, Muddy era pura vitalidad, contagiado de la energía que ponían Jagger, Richards y Wood, porque la música funcionó y permitió este ejercicio de admiración mutua. Fue una fiesta de blues en el Checkerboard Lounge, con Buddy Guy y el armonicista Junior Wells presentes, con la voz de Mick y devaneos de Ron con el slide y algunos “duelos” entre Keith y Guy.
Este pionero del blues fue una influencia temprana para los Stones. De partida, tomaron su nombre de una canción de Muddy Waters y, además, su estilo de blues influyó en Keith y Mick con tanta intensidad que pasaron gran parte de sus años de formación escuchando la obra del oriundo de Misisipi y entendiendo su evolución. La banda estuvo feliz de unirse en esa improvisada velada de noviembre de 1981 que quedó para la posteridad de la afortunada audiencia, y de las cámaras que inmortalizaron el encuentro y su magia. Así, Waters mostraba a los rockeros en una versión desconocida, íntima, poco iluminada, sin pavonearse tanto como lo suelen hacer en los grandes escenarios del mundo.
La cinta de este show fue remasterizada y es un gran regalo para los fans de ambos próceres de la música, una inesperada reunión de un padre con sus hijos.