Inti-Illimani, Quilapayún y Los Tres: La música, una sola razón

Inti-Illimani, Quilapayún y Los Tres: La música, una sola razón

Si algo me llamó la atención cuando supe de este show llamado Por la fuerza de la razón, era la interrogante de cómo encajar a Los Tres con Inti-Illimani histórico y Quilapayún. No por el contexto musical, el cual a estas alturas nos ha enseñado que la música une hilos por todas sus ramas, sino más bien por el factor generacional e histórico de cada una de las bandas en cuestión.

Toda esta incógnita se empezaba a disipar con la diversidad de público que comenzaba a llegar en masa al Caupolicán. Desde los jóvenes veinteañeros, hasta el publico con una historia mucho más amplia. Incluso hasta alguna polera con tintes de rock más duro se divisaba entre la multitud. A las 21:07 de la noche una voz en off daba la partida a todo, y en escena aparecen Inti-Illimani histórico junto a Quilapayún dando a entender que se vendría una avalancha de canciones que forman parte de la memoria colectiva e histórica de la música popular chilena.

Así, en ese momento los trece músicos en escena hacen sonar de forma perfecta la canción ‘La esperanza’ (tema basado en las décimas autobiográficas de Violeta Parra), seguido de ‘El tinku’ (popularizada por Víctor Jara en 1970). Después de eso los Inti hacen de su repertorio un verdadero karaoke del Caupolicán. Pasando por ‘El mercado de Testaccio’, ‘Vuelvo’ (que hizo sentir el primer estruendo del publico en la jornada), luego la hermosa ‘Medianoche’, hasta terminar su presentación junto a Quilapayún haciendo ‘El aparecido’ de Víctor Jara y ‘Ventolera’. Sin duda una presentación perfecta de una agrupación que ya no nos sorprende en lo más mínimo en cuanto a su calidad musical, claro está que son uno de los referentes de su género y de la música popular chilena.


Una hora exacta más tarde, a las 22:07 Quilapayún entra en escena con la inquietante ‘Plegaria a un labrador’ interpretada de forma perfecta (era que no) por la agrupación de ponchos negros. Seguida de ‘La paloma’, la alegre ‘Malembe’, pasando por ‘Manifiesto’, una versión estilo canto nuevo de ‘Pájaros de fuego’ de Los Tres junto a Álvaro Henriquez y Ángel Parra (rara versión a mi parecer), ‘La Batea’, que hizo poner al público de pie e incluso mover las caderas a más de una de las entusiastas mujeres de edades diversas, hasta finalizar junto a Inti-Illimani con la clásica ‘La muralla’ y ‘Sambalando’.

Un Show alegre que mostró a una agrupación histórica renovada con la juventud y el talento de Ismael Oddó en guitarra y voz, y que, mejor aún, alejaba en general al show de connotaciones políticas que si bien siempre están presentes en Quilapayún de una u otra forma, a esa altura era un recurso que no era necesario. Lo que habla bien de la evolución de la agrupación y su renovación musical.

23:15 y aparecen Los Tres en escena, en lo que para mí empezaría a revelar mi gran incógnita. Y claro, las guitarras enchufadas y riff de Parra y Henríquez hicieron sentir a la agrupación penquista como si hicieran su rock más duro, ese bien de los 90’s, después del contraste de haber escuchado gratamente a Inti-Illimani histórico y Quilapayún casi en un ambiente familiar.

Así empezó a sonar ‘Camino’, ‘La Torre de Babel’, ‘Cárcel’, ‘Hospital’, ‘Cementerio’ y la ya clásica  ‘Hojas de té’. Con un Titae inspirado y disfrutando como hace rato no veía. El Caupolicán empezaba a respirar rock por las butacas y asientos varios, y para mi sorpresa, la tía, la mamá, el tío, el papá, etc. disfrutaban a la par de Los Tres junto con ese público de entre 20 y 30 años sin reclamar por los tarros de Manuel Basualto en batería. El Caupolicán explotaba y Los Tres tenían al público en el bolsillo. Eso sí, la cosa se calmó en el buen sentido (para mi preocupación al menos del oído de los más adultos) y vinieron ‘Me rompió el corazón’ con la magistral interpretación vocal de Jose Seves y Horacio Salinas en guitarra (ambos de Inti-Illimani), para llegar a ‘Amor violento’ coreada por todo el público que habitaba gratamente en el recinto.

Y claro, al final no podían faltar las interpretaciones cuequeras de las obras de Roberto Parra, en donde vale la pena destacar la introducción de Angel Parra para ‘La vida que yo he pasado’, haciendo acordes del tema ‘Gavilán’ de Violeta Parra (abuela de Angel). Para luego cerrar con ‘He barrido el sol’ sonando al más puro estilo rockabilly con tintes de ese sonido tan natural que impusieron Los Tres en aquella época noventera, tocada junto a ‘Jefe de jefes’, para así terminar un show que dejo una rica sensación, sobretodo por lo transversal que nos ofreció musicalmente.

Si bien le hemos visto mejores shows en vivo a Los Tres y nunca falta el que reclama que no paran de hacer los mismos temas, la banda estuvo sólida y manejando al publico a su antojo. Se les vio disfrutar del show y eso se trasmitió hasta el techo del teatro. Un show completo, o más bien preciso para el contexto de lo que estas tres bandas importantes de la música chilena querían presentar, en donde generaciones se mezclaron para hacernos sentir en familia a todos los que asistimos. Un show que nos dejó tranquilos y satisfechos, fuera de toda ideología, y en donde claramente la fuerza de la razón de la música fue una sola razón.

Antonio Hernández / Fotografía: Giancarlo Fulgeri

Patricio Avendaño

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