«Romance»: la catarsis progresiva de Dorso

«Romance»: la catarsis progresiva de Dorso

BMG, 1990

A principios de los noventa, en los inicios de la democracia chilena un power trio de metal, chileno, santiaguino nos trae este disco que simplemente “no se puede creer”.

Contextualizando, la banda nacional Dorso, liderada por el incombustible Rodrigo “Pera” Cuadra (voces y bajo), en ese entonces acompañado por Eduardo Topelberg en batería y Gamal Eltit en guitarras, venía de haber materializado poco tiempo antes su excelente debut “Bajo una luna cámbrica” (1989), disco influenciado por el escritor norteamericano H.P. Lovecraft en cuanto a letras, y sonoramente por todo el metal ochentero de aquellos años; que los thrashers de aquella época compartían a través de copias intercambiadas en los alrededores de la clásica Disquería Fusión, o bien en las tocatas del desaparecido Gimnasio Manuel Plaza en Ñuñoa.

Su debut es de una gran calidad técnica y musical. Pero el 90 nos trae a un Dorso muy renovado en su sonido, como queriendo presagiar que cada disco que la banda publicara en el futuro sería una aventura distinta, tanto en letras como en música. Y es así como “Romance” se configura como una creación de un power trio de metal (sí, power trio, a lo Rush), influenciado por el metal, el progresivo y las historias épicas.

“Romance” tiene un claro hilo conductor, una historia creada por el propio Cuadra, que narra el viaje de Reytec, un señor medieval que, enamorado del fantasma de una dama que habita en su castillo, se aventura en la búsqueda de la Madre de las Tinieblas, una bruja que habita en los bosques malditos, con quien hace un pacto que le permite pasar al “otro mundo” y unirse con su amada. Pero con el paso del tiempo la Madre de las Tinieblas traiciona a Reytec y su amada, quien debe juntar fuerzas y coraje para enfrentarla y vencerla. Sí, así de compleja es la historia y los temas del disco van paseándose por distintos parajes de la historia. El disco abre con “Andante Gore” una introducción de una gran calidad musical, dominada principalmente por los teclados. Es una hermosa pieza incidental que aparte de mostrarnos la maestría de sus ejecutores, nos abre la mente para introducirnos a la aventura.

“Madre de las Tinieblas” nos describe a la antagonista de la historia. Inmediatamente el tema comienza con un bajo perfectamente ejecutado (característica de todo el disco). La batería de Topelberg y la guitarra de Eltit suenan como un verdadero metrónomo. Los cambios de ritmos se suscitan a lo largo del tema de manera tal que suena como si fueran muy fáciles de ejecutar, y la lírica nos habla de lo misteriosa y atractiva que parece ser la maligna (“Cuando caminas, sendero de cuervos, de hueso y carne a tu alrededor. Y necrodecoran con gran insolencia tus pasos y vista / Reina, de tinieblas alguien, te busca. Majestad, de placeres sucios”).

“Proclamación” nos describe en 12.30 minutos el viaje de Reytec al encuentro con la bruja. El tema abre con sonido melódico de guitarras y un bajo que se pasea en sus fraseos por todas las notas. Los solos de guitarra no tardan en llegar y ya en el minuto 4:30 nos encontramos con un Dorso desatando todo su potencial. En mitad del tema se nos deja muy en claro el pacto entre la bruja y el humano (“Según las presencias de críptica forma abrimos esta gran sesión. La madre presente desde su gran trono tallado en piedras llegó. Siete cementerios, siete ocultas puertas aprueban proclama para el gran Reytec. Recuerda criatura, aquello nos da ciertos privilegios para la hermandad”). El tema termina con toda la maestría de la banda y un final perfecto.

“En el jardín” es una breve instrumental de tan solo 0:41 minutos de duración, pero de gran destreza. Es la antesala de “Psicópata peligroso”, tema que nos habla de la furia que se gesta en el personaje principal, quien para cumplir el pacto debe matar y ultrajar de diferentes maneras y miles de almas para entregarlas a la Madre de las Tinieblas. Es un tema que abre de una manera más cercana al metal, con un riff con mucho groove, no obstante, se torna de a poco en un sonido más progresivo, con muchas variantes en los ritmos con secciones de sonido más discretos que se van combinando con compases acelerados. Eltit hace lo propio con un solo de guitarra magistral, acompañado de una sonoridad orquestal clásica, como si se tratara de la banda sonora de un film de terror giallo italiano.

“Reytec” parte con un slap ejecutado por “Pera” Cuadra y con un ritmo de batería que se va entrecruzando de manera bastante compleja. Es notoria la presencia de los teclados. Un verdadero desafío vocal para el cantante, quien en las partes principales de la letra eleva sus tonos hasta el límite, narrando las aventuras del protagonista para cumplir su misión (“Y por los crímenes que me obligas a cometer, en la daga del romance hay castigo y dolor / Puedo sentir, debes sentir igual, hermandad de tinieblas, que siga ella su luz”). Un tema de sonido muy progresivo, aunque con menos variantes rítmicas que otros. Si hubiera existido un single, probablemente podría haber sido este.

La historia concluye con el tema que da nombre al disco, “Romance” nos muestra una compenetración de todos los integrantes por separado y en conjunto. El bajo es arrollador, la batería se pasea por distintos ritmos y la guitarra pasa de acompañamiento a solos de variadas formas. El tema tiene un sonido muy dramático, acompañado de cánticos femeninos que le dan una atmósfera misteriosa. De gran creatividad que se permite incluir brevemente un extracto de una cueca chilena. Podría ser el que representa mejor el disco. La banda despliega todo su arsenal y pasa del dramatismo al metal, de lo rítmico a los cambios intrincados, de lo suave a lo intenso. Vale la pena escucharlo varias veces para descubrir que en cada minuto tiene alguna característica interesante.

Luego de esto nos encontramos con una seguidilla de temas que no hacen alusión directa a la historia principal pero no por ello dejan de ser buenísimos. “Ave Dorsal”, con un tinte mucho más acústico y simple nos narra una historia que nos deja una sensación de cuento infantil combinado con terror. “La ira de la triada”, un tema instrumental de 9:27 minutos suena como una especie de jam sesión, pero con el oficio y pericia de los tres integrantes de la banda. “Romance II” dividida en 3 capítulos nos muestra variados pasajes sonoros, narrando historias al azar, pero de clara tónica dorsálica. Los cambios de ritmos y estilos en este tema son un reto, pasando del metal progresivo al jazz y a la electrónica mística.

El disco concluye con “El harem”, un tema con una marcada influencia de la música de medio oriente y con cierto sentido del humor, que en Dorso nunca falta. “Romance” no es un disco fácil de escuchar ni de digerir, pero no puede estar fuera de los grandes discos grabados en nuestro país. El contexto de aquel momento, combinado con el hecho de ser una banda relativamente nueva en ese entonces, llevan a “Romance” a ser el disco de culto que es hoy en día.

Por Álvaro Guajardo

Nacion Rock

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