Sapos Sin Lengua- «Creación decepcionante»- EP (2019)
Independiente, 2019
En la historia del rock, grandes bandas han debutado con un EP, y mucho de eso tiene algo de sentido, al principio no hay muchas canciones, pero hay ansiedad y ganas de mostrarle al mundo lo que estás creando. Hay un esfuerzo por congeniar y encontrar tu sentido y dirección musical y también es una forma distinta de mostrarse con tan solo unas pocas canciones, las que solo quisiste que estuvieran tras un ejercicio selectivo tal vez, casi como elegidas con pinzas, pero que solo así bastan para creer que tu camino está partiendo pisando fuerte.
Todo indica que el caso de los viñamarinos Sapos Sin lengua fue también así, quizá como Tool que partió con ese tremendo EP llamado «Opiate», y que quizá no dista tanto en la comparativa de los primeros años de la ultra aclamada banda prog-matemática-mística-oscura con las influencias de Los Sapos, como muchas del espectro alternativo noventero: hay mucho de ese sonido, pero la banda también propone lo suyo, lo cual es lo más interesante. Sí, pasando los tracks se nos viene a la cabeza inevitablemente la locura y vanguardia de Primus, la ecléctica y bizarra mirada de Mr. Bungle y el poderío del grunge y groove en su veta más pesada también está presente, sin embargo, todo realizado por unos jóvenes que recién estaban naciendo en el albor de esas bandas (El promedio de edad de los chilenos anda por los 23 años). Lo que es lo más notable.
«Creación Decepcionante» es un disco bien entretenido, lo que más le importa a la banda es disfrutar y entregar, dejar todo en sus canciones, aprovechar su tiempo, sacarle el jugo a sus jóvenes mentes compositoras. Acá hubieron gotas de sudor, sangre y pasión en la entrega: construcciones llenas de energía, insurrección lírica y convincentes momentos que se tornan hasta épicos: «Poco a poco» debe ser una de las mejores canciones de rock/metal realizadas en los últimos años en Chile: con secciones, solos alucinantes y una fuerza en el golpe de caja y en el riff deslumbrante. El funk está bastante presente: en ‘Funky opresor’, retratando toda una volada, o en ‘T1M0730’, picante y molestosa, en ambas se preocupan de darle su correspondiente ají en el culo a la raza cuica chilena, en temas muy pesados y con un bajo preponderante, con presencia entremedio de tanto riff, lo cual es decir gran cosa, mientras Pablo (Rebolledo, vocalista y periodista musical además, por cierto) desvaría con sus juegos vocales que arremeten entre lo agresivo y lo lúdico, mientras todo se escapa desde una catarsis punk/técnica a una simbiosis frenética dentro de sus múltiples cambios y más de seis minutos de duración.
Por cierto, lo que destaca además acá es eso, no hay canciones cortas, no hay formatos adaptados para radios, son canciones de construcciones complejas y que van mutando mucho dentro de sí mismas. ‘Canto’, el tema con el cual abren posee unos parafraseos claros a Víctor Jara, paseos estilísticos al estilo «Pork Soda» de Primus, y de inmediato notamos la calidad del guitarrista Francisco Galleguillos, un verdadero amo y señor del riff y la inclusión de solos justo cuando los temas lo ameritan (llenando los espacios que requieren estos temas largos y de corte radical y progresivo logrando el efecto de mantenerte muy atento) o en el otro extremo del EP, que encontramos a «Anunnaki», un alucinante track final arrancando con un tamborilleo pseudo tribal que te adentra a una espectacular experiencia de tintes rockabillescos y jazzeros, aunque si bien es rockera, coqueteos muy swing a la usanza que hacían Los Tres desfilan mediante un cúmulo de solos que explotan y un simple «Porropopo, porropoporo» de parte del vocalista para desembocar en algo medio psicotrópico y muy denso con alaridos feroces invocando a estos extraños seres que se mencionan en el título. Vaya abroche.
Para ser solo un EP la propuesta queda clara y definida, los Sapos no vienen a jugar: nos entregan seis canciones muy potentes, serias, con búsqueda, compromiso y originalidad. La fuerza de este EP está en la sangre que tiene, tanto por los matices progresivos que enamoran, pero también por esa fuerza rockera confrontacional orgánica que siempre le ha costado a muchas bandas progresivas, el equilibrio de ambos mundos (hasta Tool, Dream Theater o Rush han lidiado con eso no pudiendo lograrlo siempre). Los chilenos lo hicieron de inmediato y eso es un tremendo punto a favor.
Por Patricio Avendaño R.