The Brian Jonestown Massacre/The Ganjas en Chile: Invasión espacio-sensorial

The Brian Jonestown Massacre/The Ganjas en Chile: Invasión espacio-sensorial

Una semana de acontecimientos musicales que terminaba en muy buena forma: mientras aún digeríamos lo nuevo de Metallica, Angel Olsen, Pet Shop Boys y nos encontrábamos a la expectativa de confirmaciones tan importantes como The Cure o Blur, o también observábamos lo que pasaba en el siempre diverso Coachella y más, el cierre de semana nos ofrecía un show bastante especial: el regreso de The Brian Jonestown Massacre, a estas alturas todas unas leyendas de la psicodelia retro sin fines mainstream, esta vez en un nuevo local que se portó bastante bien que digamos, y que esperamos sirva para albergar más bandas de tal calibre en Chile. El Basel, que está en pleno Mall de Independencia, en un cuarto piso y que funcionó como un galpón bastante espacioso y grato para eventos de esta envergadura. 

Antes de esta experiencia de rock psicodélico de tintes indie y krautrock muy espacio sensorial, no habían mejores animadores en la apertura que The Ganjas, una verdadera institución del rock lisérgico chileno, con personajes clave del círculo del rock nacional independiente como Aldo Benincasa, Sam Maqueira o Rafael «Pape» Astaburuaga siempre al frente. Fueron pocos los temas de su presentación, entre ellos «La Lluvia No Quiere Caer», «Alondra» o el espacio para el reggae encapsulado psicotrópicamente de «Dr. Drug», todo para mantenernos en trance preciso con su disonancia y simple puesta en escena, que va mucho más por lo orgánico y apunta a explotar en catarsis de guitarras, mientras las voces pasan a un segundo plano. Mención especial para el bailarín animador y controlador de las maracas, que puso una cuota más enérgica y dinámica al show de la banda que siempre es inevitablemente pegado, pero muy envolvente y sólido al mismo tiempo. 

A las 21.00 y un poco más era el turno para los estadounidenses que ya cuentan con bastante cancha en el cuerpo: más de 20 discos y 30 años de trayectoria, por lo que la duda más intensa era cómo irían a repartir un setlist con tanta variedad de canciones (y algunas tan largas y más aun, extendidas en vivo).

La banda hizo lo suyo en un show efectivo, muy compenetrado entre los OCHO músicos ahí presentes, conformándose casi como una sinfonía de superposición surrealista de tonos de guitarra de todo tipo, una incombustible percusión, más la marca de la presencia de Anton Newcombe, quien con lecturas de letras en un atril y con guitarra en mano iba repasando lo más selecto para la ocasión, en un show que varió entre clásicos, pero también en sus nuevos discos, pues la banda ha estado activa musicalmente estos años, incluso lanzando discos en 2022 y 2023. ‘The Future Is Your Past’, su último registro, nos da cuenta de la buena salud musical de la banda en la actualidad. 

Esto se traduce en lo totalmente profesional que tiene el carácter de la banda, que se preocupan bastante de la instrumentalización, aunque un show de dos horas puede resultar un tanto agotador. Pero si bien para la banda esto es sabido, hay cierta preocupación en levantar el show o plantear intensidades hipnóticas en base a las guitarras y a esta monumental entrega en forma de colectivo cuando entraban en su fase más sicodélica y ruidosa, pero que también comparten con las canciones de corte más melódico y acústico como «Night Bird», «Anemone» o «Servo». Todo mientras se comparten cigarros y uno que otro trago necesario para los integrantes más legendarios. 

El público fue otra parte importante de la calidez que se centró en el local, con muchos fans vitoreando o intentando captar la atención de Anton Newcombre o cualquiera de los integrantes en realidad, como el histórico Ricky Maymi, mismos que se animaron a saludar, regalar uno que otro instrumento (como una maraca de Joel Gion, quien es un experto en hacer solo eso, ponerse al frente haciendo lo que mejor hace, pero también siendo muy partícipe del show).

Y claro, la calidad del show y que se finiquite de buena forma también depende de la heterogeneidad de la formación actual, donde estos veteranos comparten con la energía juvenil en batería de un hombre como Uri Rennert, de fuerza, vitalidad absolutamente necesaria para el show. Fue urgente y trabajólico en el cierre con «Abandon Ship» con una jam magistral y disonante donde todos los músicos fueron protagónicos, lo que dejó todo en alto para un show que nos elevó y nos bajó a tierra cuando se le dio el antojo. 

Fotos por Cristian Calderón 

 

 

 

 

 

 

 

Patricio Avendaño

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