Videografía Rock: “Breaking the Law” – Judas Priest
Dir. Julien Temple, 1980.
Como parte de su 6° álbum de estudio, el inmortal British Steel (1980), Judas Priest enseñó el mayor éxito de su carrera: Breaking the Law. Una canción acelerada, de apenas dos minutos y medio, que es la rápida asociación del común de la gente con la banda oriunda de Birmingham. Aquella que habla del cansancio de una vida ordinaria, y ve una oportunidad en hacer un quiebre rompiendo la ley —en una época que era casi pan de todos los días el descontento y revueltas dentro del país. A pesar de ser un tesoro de la Nueva ola de heavy metal británico, y rock en general, genera un contraste con la baja factura del videoclip dirigido por Julien Temple —el segundo del catálogo, por detrás de Living After Midnight; parte de la misma placa.
Sabiéndose cortos de presupuesto, en una industria audiovisual naciente, optaron por cargarlo hacía lo lúdico. Porque tras el sencillo guión, de la agrupación dejándose caer en un banco —para robar un disco de oro enmarcado de British Steel; hay mucho humor. Ya que tras el inicio introspectivo —en una ciudad nublada de tono grisáceo; en que se ve a Rob Halford cantando, pelo al viento en el asiento trasero de un automóvil descapotable, llegan al lugar con guitarras y un bajo. Pero apuntando con ellos a la gente como si fuesen armas, o que con una pasada por las cuerdas se quiebren los vidrios de unos anteojos; mismo sistema que ocupan para abrir sin esfuerzo la puerta de la bóveda —no sin antes el vocalista doblar unos barrotes nada más con sus manos; para retirarse tan rápido como aparecieron.
El detalle icónico corresponde al guardia de seguridad, que al comienzo se le ve durmiendo apoyado en el escritorio de su sala, quien despierta y ve por el monitor la irrupción de Judas Priest; que lejos de hacer algo, sólo toma una guitarra de cartón y comienza a tocarla —lo que, dicho sea de paso, le dio mucha popularidad a la air guitar: hacer la mímica de estar tocando sin tener nada en las manos. Un humor recatado, muy a la inglesa, el cual no deja de sacar sonrisas; que lo terminó colocando en un sitio de culto —a pesar de que siempre figura en los primeros puestos en rankings de los peores videoclips. Sentó códigos y bases metaleras, aunque allí se vean como cliché: por ejemplo la imagen forajida. O la estética, sin ir más lejos, donde se le asoció al estilo la chaqueta y pantalón de cuero; un elemento de la movida homosexual que el cantante la trajo de manera solapada, y que quedó para siempre.