Disco Inmortal: Queens of the Stone Age – Lullabies to Paralyze (2005)

Disco Inmortal: Queens of the Stone Age – Lullabies to Paralyze (2005)

Interscope Records, 2005

Luego del éxito cosechado con su álbum anterior “Songs for the Deaf”, y de la traumática salida de Nick Oliveri; quien fuera bajista, socio creativo y parte importante de la composición, Josh Homme reúne un gran número de músicos para abordar lo que sería el cuarto álbum de la banda y todo un desafío ante la magnitud de su placa anterior. Sin Grohl al mando de las baquetas y detrás de los parches (algo que se podía advertir de ante mano por su inminente retorno a los Foo Fighters) y sin el mencionado bajista fundador, algo que, si bien tomó por sorpresa a la prensa especializada y a los fans, aparecerían los nombres de Joey Castillo y Troy Van Leeuwen, en batería el primero y el segundo para hacerse cargo de las guitarras y bajos. También se destaca la aparición de Alain Johannes, para compartir la tarea con Van Leeuwen, quien ya había participado como teclista en álbumes anteriores. Mark Lanegan, incasable colaborador, quien también había tenido un papel relevante en “Song for the Deaf,” llega aportando coros y voces nuevamente.

La lista de músicos invitados no termina ahí, también aportan lo suyo Billy Gibbons de ZZ Top, Shirley Manson de Garbage y la mismísima esposa de Homme, Brody Dalle de The Distillers. El álbum, grabado entre agosto y noviembre del 2004 en los estudios Sound City en el estado de California, está compuesto por 14 canciones que redondean la hora de duración. En un primer momento fue tomado con pinzas, y cierto recelo por la crítica ya que el cambio de integrantes había tomado por sorpresa a todos; sin embargo, con el tiempo logró tener una buena aceptación por los fans en su mayoría, sin llegar a tener el éxito descomunal de su antecesor. A diferencia de otros, Homme siempre supo rodearse de la gente adecuada, y la participación de Castillo y Van Leeuwen, quienes se quedarían bastante tiempo más, ayudaron crear un sonido y una impronta que los llevaría a ser una banda respetada por la crítica mundial.

Todo está muy ajustado, los climas y momentos entre temas —algo que ya se destacaba en su disco anterior— están muy bien manejados dando esa sensación de continuidad que se hace tan llevadera. Se aprecian los sonidos de guitarras graves y secas, pero también las poderosas y ambientales. “In My Head” y “Little Sister”, son los más “hiteros” y por lo tanto los claramente más escuchados de la placa, pero con los riffs precisos de una guitarra seductora que llega para quedarse. En ese lugar a estos dos temas se le puede agregar “Burn the Witch”, canción que sigue sonando en sus conciertos muy a menudo, dueña de un riff de bajo muy contagioso y coreable, y “Never Came” en el mismo tono de canción rockera amigable. Luego el disco tiene lugar a sus temas con una estética casi medieval, de stoner rock lisérgico con cosas  como “Someone’s in the Wolf” y la oscura “The Blood Is Love”, salidas de una especie de música de un circo de horror ambulante perdido, en una aldea maldita. Lo primero que suena es la intro del disco “This Lullaby”, con la grave e hipnótica voz de Lanegan, que tiene ese aire de música española, que bien es sabido, Joshua se había declarado fan; no solo de la música sino también de la cultura hispanoparlante.

Pero en cada track hay maravillas: “Medication” que es la que de verdad nos mete de lleno en un álbum repleto de climas y sonidos de guitarras mixturadas con teclados vintage. «Everybody Knows That You Are Insane» (algunos dicen que es una sutil despedida a Oliveri, aunque Josh nunca lo admitió) y “Tangled Up in Plaid», las cuales destacan por sus arreglos con slide y lap steel, recurso que se hará costumbre tanto de la mano de Homme como de Van Leeuwen, en el sonido de las guitarras de la banda en la posterioridad. «Skin on Skin» tiene un sonido de guitarras grave y unos riffs pesados y deformes, con un beat de batería entrecortado. Suena monstruosamente contundente. En tanto “Broken Box» vendría a ser lo más “rock ‘n’ roll” que sonará en el disco con unos arreglos de teclas y piano muy cincuentero. ¿Sumamos más? La cinematográfica y monocorde «You’ve Got a Killer Scene There, Man…» en la cual se destacan los coros de las cantantes, las ya mencionadas Shirley Manson y Brody Dalle.

Cierra el disco la canción «Long Slow Goodbye», que como su nombre lo indica, es un relajado medio tiempo de guitarras acústicas, lap steel y martilleo de pianos para culminar bien relajado un disco repleto de climas y altibajos ambientales. The outro y como track oculto, suena una pieza musical sombría y orquestal llamada “Hidden Finale”. Un adecuado cierre para un disco versátil en cuanto a sus sonidos y momentos, pero que suena a Queens of the Stone Age. Además supo sortear y suplir las ausencias de nada más y nada menos que el mencionado Grohl y del irreverente y siempre desafiante y peligroso Nick Oliveri.

«Lullabies» se ha ganado su sitial dentro de la discografía del grupo. Es un disco bien trabajado, con un sonido propio, repleto de nuevas influencias, y que, si bien se puede decir que por momentos pude llegar a ser largo —por la duración de algunas canciones y la cantidad de tracks— algo poco común en estos tiempos que corren de singles y de inmediatez en la era de Spotify, pero no deja de ser muy bien llevado y fluye tanto o mejor como en “Go With the Flow” de “Songs for the Deaf” donde Josh canta “… puedes seguir la corriente… Lo sientes en tu cabeza…».

Por Sergio Guarnera

Nacion Rock

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *