Disco Inmortal: Ozzy Osbourne – Ozzmosis (1995)

Disco Inmortal: Ozzy Osbourne – Ozzmosis (1995)

Epic Records, 1995

La pasada de la gira “The End” por el Estadio Nacional nos remeció la memoria y devolvió las ganas de escuchar los discos históricos de Black Sabbath y, también, los de Ozzy, con más cariño. Con más de 40 años haciendo metal y 70 discos de platino, Ozzy Osbourne es uno de los más grandes de la historia del rock, aunque haya sido despedido de la banda que lo transformó en referente. Con algo de rabia seguramente y muchas ganas de hacer buena música, decidió que esos años de solista no serían en vano y para apoyar esa máxima hay varios ejemplos. Acá desmenuzamos uno de ellos: “Ozzmosis”, obra que pulió en 1995 junto a Geezer Butler en el bajo y Deen Castronovo en la batería; también estuvieron Rick Wakeman en los teclados y Zakk Wylde en guitarra. No habrá gigantes de la talla de “Crazy train” o “Mr Crowley” en cuanto a esquema típico: guitarra metalera y solos veloces pero, con el paso de los años, “Ozzmosis” se ha vuelto un disco muy valorable.

Todo parte con “Perry Mason”, un temazo. La intro es muy original, con teclados inquietantes que simulan una sonoridad de violines. Ozzy canta relajado y con una base guitarrera de lujo (el solo es fantástico), y el estribillo es tan pegajoso que más de alguien dijo, en su momento, que el tema era más glam porque no parabas de tararear el coro. El track es muy completo, poderoso, la batería es imponente. Un clásico de su discografía. “I Just Want You” destaca por sobre el resto por su melodía vocal sobresaliente. EL solo es muy original y se nota una trabajada instrumentación. “Ghost Behind My Eyes” suena más tranquila, no desentona con lo escuchado hasta el momento, pero es como una pausa y pasa más inadvertida.

Más personalidad tiene “Thunder Underground”, donde destaca el riff de Wylde, el cual hace un trabajo de joyería con esos sonidos realmente atractivos. El estribillo sobresale por su producción. Otro gran momento es “See You on the Other Side”, sonido con el sello Ozzy. Una balada que suena a lo “Mama, I’coming home” porque tiene ese aire sureño de gran nivel. El tema es bastante mágico y la letra no se queda en cuanto a la profundidad. Seguimos con “Tomorrow”, la que es impresionante, una joya. Las melodías juegan con la atmósfera oscura, el sello de la casa! Hay muchas guitarras y buen trabajo de Wakeman en los teclados. El solo es de alta factura, con sonidos experimentales que fueron bien ensamblados permitiendo el lucimiento de Wylde; acá se demuestra que Ozzy sabía quiénes estaban en su mejor momento y se hizo acompañar por ellos. Otro clásico salido de este “Ozzmosis”. La siguiente es “Denial”, la que parece salida de la banda sonora de una película de terror; la voz de Osbourne le aporta espectacularidad y hay un muy buen riff que permite el cambio de ritmo, bien Zakk.

Hasta ahora, el estilo Vai no había aparecido, pero la melodía de “My Little Man” es muy cercana a la del guitarrista. Esta propuesta es más triste que el resto, pero el solo es una maravilla.Pasada esta pausa, Zakk vuelve a la carga con “My Jeckyll Doesn’t Hide” la que claramente es más metalera; es una patada fuerte, con un trabajo de Castronovo de alto nivel y una aguda guitarra. Muy buen track. Bajamos las revoluciones con una balada estremecedora: “Old L.A. Tonight”. Con un inicio de piano, nos introduce en una propuesta llena de matices y que suena muy “Goodbye to Romance”. Hay un solo de ensueño, que provoca sentimiento pero también tiene velocidad. Otra vez Zakk poniendo puntos sobre las íes.

En algunas ediciones remasterizadas se incluyeron dos bonus tracks: “Whole Worlds Fallin Down”, de muy potente riff y un sólido Castronovo. Y “Aimee”, una balada con piano y teclados muy interesantes.

Dos discos multiplatino, un disco de platino, un disco de oro y críticas más bien negativas de la prensa de la época, que reclamaba que Ozzy se alejaba de su lado más duro para caer en los artilugios de la producción muy cuidada. En “Ozzmosis” los temas son largos y reina el medio tempo, incluyéndose un par de baladas (muy sólidas) y donde no hay relleno. Aunque esta descripción nos aleje del Ozzy que se conoció en los ’70 y que efectivamente éste fue un viaje por un estilo más trabajado y menos heavy, el disco nunca perdió su cuota de oscuridad.

Aunque la prensa no lo celebró, “Ozzmosis” logró escalar y posicionarse como uno de los clásicos de la discografía solista de Ozzy. Un disco importante, a la vez, porque cumplió dos funciones primordiales: lo devolvió a los primeros lugares de los charts, lo que significó reinstalar su vigencia. Y además, sirvió para exponer al Prince of Darkness como un artista que estaba en un estado de máxima expresión musical pero también creativa, ya que un año después fundaría el Ozzfest, estableciendo un espacio ideal para la revitalización del género metal y permitiendo el nacimiento y disfusión de nuevas bandas, las que seguirían cimentando la paternidad e influencia del británico.

Macarena Polanco

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