La ecuación atípica de Apocalyptica

La ecuación atípica de Apocalyptica

Violonchelos y una batería. ¿Te suena a heavy metal?. La evolución del género que alumbró buena parte de los ‘80s, y su infinidad de sub-ramas, también alcanzó la vena sinfónica y logró trascender en una de las propuestas más novedosas que haya nacido teniendo, como base, la escena metal. Apocalyptica, claramente, es una banda de excepción, cargada de cierto prodigio y una buena cuota de innovación. Llevan más de 20 años haciendo giras y equilibrando características musicales para las que se tiene que ser virtuoso pero, además, creativo, si se quiere llegar a un público que escape al término “elite”. Porque aunque no se crea, es posible hacer música pesada sin depender de poderosas guitarras. Los finlandeses de Apocalyptica pueden y, además, lo hacen muy bien técnicamente. Eicca Toppinen y Paavo Lötjönen son los cellistas fundadores, que se mantienen desde 1993 en la banda, dándole un toque de distinción a sus discos, cada uno de los cuales se ha encargado de convertirlos en un número bastante único.

Si el metal, como género, los inspiró, su antorcha en el camino fue una banda de la que, incluso, recogen parte de su nombre. En una entrevista, contaron que vieron en televisión un video de Metallica y que la fuerza que salía de esa estructura musical los hizo decidir dejar el mundo más clásico para hacer metal, pero no cualquiera, pues su fórmula tendría un estilo basado en lo que mejor sabían hacer: tocar el violonchelo para reinterpretar los mejores temas de Metallica, banda que en los ‘90s había variado su estilo pero que ya contaba con álbumes que habían estado en la cima y con himnos generacionales creados a punta de riffs furiosos y una batería incansable. De esta admiración también surge su primer disco “Plays Metallica by Four Cellos” (1996), el cual vendió más de un millón de copias. Y de ahí, la historia que se ha escrito sólo se define con la palabra “sobresaliente”. El resto de la década ‘90s estuvo marcada por la creatividad y por una tremenda reputación, la que los finlandeses fueron cimentando tras exitosos shows en vivo, tanto así, que los propios Metallica se volvieron un fuerte puntal de apoyo en su labor de reinterpretación, pero también, cuidándolos de algunos aspectos legales que podrían haber obstaculizado la propuesta. En 1998 lanzaron su segundo álbum, “Inquisition Symphony”, otra tanda de versiones que esta vez incluyó a Faith No More, Pantera y Sepultura, pero además, mostró temas originales que los alejaron del terreno de la “novedad” y aumentó su notoriedad como músicos de prestigio.

Llegado el nuevo milenio, Apocalyptica continuó despertando interés con canciones cada vez más frescas. “Cult” (2000) siguió la senda del éxito, mientras que la aparición de “Reflections” (2003) sólo habló de excelencia en la producción y elaboración, con un cambio en su sonido al incorporar por primera vez la batería, lo que energizó sus composiciones. Ya no eran una banda de covers.

AP BAJA

Luego vinieron “Apocalyptica” (2005), “Worlds Collide” (2007) y el gran “7th Symphony”, (2010) el cual contó con varias colaboraciones vocales, como la de Gavin Rosdale (Bush), Brent Smith (Shine Down), Dave Lombardo a la batería y otras más. El resultado fue otro disco notable y con instrumentales de enorme categoría. “Wagner Reloaded” (2013) y “Shadowmaker” (2015) completan una discografía de calidad, pero relativamente compleja para el que no es cercano a la instrumentalización, sin embargo, los finlandeses son cada vez más cercanos y la aceptación de sus discos y puesta en escena así lo corroboran.

A 20 años de “Play Metallica by Four Cellos”, Apocalyptica ya ha captado a una audiencia amplia, que agrupa fans del metal y otros afines a la música más clásica. La combinación es peculiar, pero para ellos los dos géneros guardan una relación lógica, la que han sabido expresar con naturalidad y belleza; como muestra, está el solo de Eicca en “One”, la atmósfera metalera que logra Perttu y la contundencia de la batería.

Apocalyptica es un buen resumen de la trascendencia del rock.

Porque el rock es la guitarra de Elvis, también lo es la espectacularidad de Slipknot y también lo es un grupo instrumental que, sin guitarras ni bajos, recrea bellas composiciones de riffs pesados, transportándolos a la magia y contundencia de un violonchelo. Pareciera un desafío constante el “melodizar” el metal sin guitarra, pero las cuerdas que acompañan a la banda se han transformado en herramientas atípicas pero valiosas a la hora de encausar este género hacia otra forma de expresión. El caso de Apocalyptica es una comprobación de que existen múltiples formas de articular el rock y que su fórmula ha logrado vencer el tabú con clase, estilo y los temas de un bastión fundamental del metal, sin que ello haya significado transar su épica esencia.

Macarena Polanco G.

Macarena Polanco

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