The Winery Dogs en Chile: Virtud entregada por virtuosos

The Winery Dogs en Chile: Virtud entregada por virtuosos

La tercera visita del super grupo a Chile viene a confirmar una vez más la lealtad que tiene el público de este rincón del mundo hacia sus ídolos musicales, considerando que The Winery Dogs se ha alzado como un conjunto compuesto por músicos cuya trayectoria y virtuosismo los trasciende de forma notable. El espectáculo, por lo tanto, fue simplemente el de tres veteranos musicales compartiendo lo que saben hacer mejor, y que el derroche de técnica y talento no es incompatible con la energía y dinámica más propia del hard rock, y a ratos también del grunge como del rock alternativo.

La jornada en el Teatro Coliseo fue iniciada por los emergentes Velvet Chains, grupo oriundo de Las Vegas en EE.UU. pero que cuenta en sus filas con dos integrantes chilenos: el vocalista Ro VipperNils Goldschmidt al bajo. Fue una presentación de hard rock al hueso, directo y enérgico que vino a rememorar lo mejor del estilo y sus años de gloria a finales de los 80. Fue una buena elección hacer un cover a ‘Suspicious Minds’ de Elvis Presley como forma de ambientarnos en las tierras originarias del grupo; como revisar canciones de su último lanzamiento de finales del 2022 «Morbid Dreams». Sugiero escuchar «Tattoed», pieza con la que cerraron su show y prendió de buena forma al público.

Pasada las 21.10 y posterior a que sonara «American Band» de Grand Funk Railroad, ingresa Richie Kotzen y compañía a transmitir una vez más la energía que los ha vuelto tan cómplices de nuestro país. La excusa en esta ocasión era la promoción de su tercer trabajo de estudio, titulado simplemente «III» y cuya consignas al parecer era que la música hablara por sí misma: ‘Gaslight’ y ‘Xanandu’ fueron las primeras en salir a escena, seguidas de canciones de sus primeras placas como ‘Hot Streak’ y ‘Desire’.

No hubieron muchos tiempos de descanso entre canciones, habiendo poca interacción con el público y saliendo una tras otra piezas llenas de riffs filosos y solos frenéticos. El primer «descanso» de la velada, posterior a las canciones ‘Mad World’ y ‘The other side’, vino a ser acompañado por el sin duda principal referente de la noche: el bajista Billy Sheehan, quien fiel a su estilo de ejecución rápida y extravagante, entregó un solo de bajo en donde exploró la variedad de sonidos y texturas que se le pueden extraer a dicho instrumento fuera del formato convencional. Y es que hace rato que el bajo dejó de ser solo un instrumento de acompañamiento, como se le suele tildar aún en el rock.

Ya en la recta final, la canción «Oblivion» estuvo llena de intercambios entre los músicos, en donde Kotzen también pudo lucir aparte de su cuidado desempeño vocal, solos de guitarra dinámicos y enérgicos caracterizados por ser tocados por las yemas de sus dedos sin recurrir a uñetas. Y posterior al las canciones del encore, el archi popular baterista Mike Portnoy se puso la camiseta de la selección nacional para acompañar la íntima «Regret» y la canción final «Elevate», apertura de su disco debut.

Lamentablemente se oyeron quejas asociadas a la acústica del recinto, que a ratos parecía difuminarse y resaltar de sobre manera las notas más agudas. Fuera de esto, el concierto estuvo ejecutado de forma correcta y dinámica, lo cual se pudo percibir en la satisfacción que transmitían los asistentes, y por supuesto, en la alegría del grupo al momento de despedirse del escenario. Virtud entregada por virtuosos. 

Fotos: Cristian Calderón 

Rodolfo Galleguillos

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