Black Midi en Chile: Únicos en su especie

Black Midi en Chile: Únicos en su especie

Los ingleses desataron una verdadera locura en una Blondie repleta a rabiar. Minutos antes de las 21.00 el público se demostró ansioso, inquieto y gritón. Sentimientos que fueron contagiosos ante una banda reconocida por su intensidad.

A eso de las 21.05 la pantalla gigante del escenario proyectó la caratula de “Hellfire” (2022), álbum que se ha llenado de elogios al igual que “Schlagenheim” (2019) y “Cavalcade” (2021). Antecedentes de lujo que justificaban las ansias del público. Fanaticada que se dejó sentir con fuerzas apenas los músicos entraron a escena con la interpretación de “953”.

Guitarras estridentes y ritmos frenéticos. La intensidad que emanaba del escenario fue correspondida de principio a fin por un público que perdió los estribos. La primera mitad del público (hasta la mesa de sonido) estuvo con las revoluciones a mil durante todo el concierto.

El vocalista, guitarrista y líder la banda, Geordie Greep, se mostró agradecido y algo desconcertado ante un público sobregirado y extasiado. De impecable camisa azulina hasta el final de la presentación, Geordie se regocijó al ver las reacciones que sus canciones generaban. Su impostura, forma de cantar y monólogos frenéticos lo hacían parecer una especie de profeta cuyo mensaje reverberaba gracias a músicos excelsos que hacían chillar a sus instrumentos.

“Speedway” y “Talking Heads” mantuvieron el acelerador a fondo a pesar de que el sonido no estuvo del todo pulcro. De hecho, en más de una ocasión los músicos miraban a técnicos y mesa de sonido para nivelar el volumen de sus instrumentos. Fuera de eso, la complicidad entre los miembros de la banda estuvo firme durante todo el show.

La euforia repletó el lugar cuando se escuchó la intro de “Sugar/Tzu”. Uno de los hits de su reciente álbum “Hellfire”. El frenesí vivido se reflejó en un público galopante que saltó y aplicó mosh a destajo, sobre todo en el primer tercio del recinto.

La banda también supo manipular el éxtasis emanado desde el público, ya que usó la confiable estrategia de brindar covers emblemáticos durante su show. “Paranoid” de Black Sabbath, “Breathe (In The Air)” de Pink Floyd, “Can’t Stop” de los Red Hot Chili Peppers, “Riff Raff” de AC/DC y “Good Times Bad Times” de Led Zeppelin se hicieron presentes en diferentes momentos del setlist.

Cameron Picton, no solo destacó en lo musical con su guitarra, ya que desde lo performativo salió al escenario vestido con una camiseta del club de fútbol Palestino en evidente apoyo a un pueblo que ha sufrido a manos de Israel en un conflicto que sigue latente. Su despliegue sobre el escenario se acopló perfectamente al trabajo de sus compañeros de banda. La voz e histrionismo de Cameron son el match perfecto para el carisma de Geordie Greep. Dos personalidades similares que emanan un gran compañerismo y química sobre el escenario.

Punto aparte es el talento y destreza de Morgan Simpson. Eximio baterista. Desde que se formó Black Midi, Simpson ha demostrado ser uno de los mejores bateristas del planeta, sin exageración. Su técnica y dominio del instrumento deja entrever su formación profesional y de conservatorio. Hay mucho jazz y fusión en la forma de tomar las baquetas, los golpes y en la manera de resolver y desarrollar cada canción. Que la batería haya estado de costado sobre el escenario no hizo más que robarse las miradas para apreciar la interpretación de Morgan.

Las breves miradas y guiños de Geordie Greep hacia sus compañeros de banda a lo largo del concierto evidencian la química y señales que han pulido como músicos de una banda joven, pero de ascendente éxito.

El ímpetu y vigor que el grupo mantuvo en su show llegaron a niveles de excelencia con canciones que se han convertido en éxitos de la banda, tales como “Welcome To Hell”, la lisérgica “Still”, la avasallante “Slow”, la hipnótica “Diamond Stuff” (donde el mismo Morgan Simpson le solicitó con un gesto al público bajar un poco las revoluciones para que el aura de la canción pudiese desarrollarse) y por supuesto, la presencia de “John L”; hit de la banda cuya interpretación estuvo marcada por improvisaciones instrumentales que finalmente explotaron en un último estribillo que dejó dando vueltas a un público que no lo podía creer.

La noche cerró con la robótica y potente “bmbmbm”. Canción que también se prestó para un momento de improvisación alocada e impetuosa. Una vez finalizado el show los integrantes se despidieron de su público. El carisma de Geordie Greep lo dejó frente al micrófono en una despedida en solitario que duró al menos un minuto. Un loco querido que con apenas 24 años ya tiene una firma y personalidad marcada que lo diferencia del resto.

Black Midi fue una aplanadora. La danza de cráneos se dejó sentir con fuerzas en un público que demostró un cariño desbordante. La pasión de la fanaticada dejó sorprendida a una banda que dará que hablar en los años venideros. Son apenas seis años de carrera para una agrupación que si bien es de nicho, al estar apegados a un estilo de rock progresivo y avant garde, las posibilidades de crecimiento son enormes. Así lo han demostrado con solo tres álbumes, siendo todos ellos elogiados por lo arriesgado y novedoso de su sonido. Black Midi es una banda de nuestra época única en su especie. Y ante tal excepcionalidad solo queda desearles una carreara próspera e icónica

Cristopher Andrade

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