Disco Inmortal: Alice Cooper – Trash (1989)

Disco Inmortal: Alice Cooper – Trash (1989)

Epic Records, 1989

Tras la aplastante primera mitad de los 70’s, Alice Cooper despachó a su banda y siguió en plan solista; y qué mejor debut que el indispensable Welcome to My Nightmare (1975). Pero por los siguientes casi diez años, los cócteles de drogas estaban a la orden del día; a tal punto que no recuerda nada de aquella época, incluyendo los siete discos que publicó —ninguno en demasía rememorable. De milagro salió vivo para contarlo, y ya para mediados de los 80’s entró a rehabilitación; quedando limpio por completo. En su nueva sobria condición, lanzó los discretos Constrictor (1986) y Raise Your Fist and Yell (1987); pero faltaba uno de sus mejores golpes: Trash, puesto en estanterías el 25 de julio de 1989.

Para esa altura la banda de Cooper era una puerta giratoria, a lo que integrantes se refiere, y allí apenas contó con desconocidos; en retrospectiva sólo destacando un tal Hugh McDonald —bajista en Bon Jovi desde mediados de los 90’s. Pero para compensarlo llamó a varios de sus amigos como músicos invitados: los antiguos miembros Kane Roberts y Kip Winger, Steve Lukather de Toto, Jon Bon Jovi y Richie Sambora, y el elenco completo de Aerosmith —sólo restándose Brad Whitford. Nada podía salir mal si además se le añade la presencia de Desmond Child como productor, un creador de hits único en su especie; un verdadero rey Midas de la industria, que estuvo muy involucrado a la hora de componer las diez canciones de esta entrega.

Como muestra de ello lo primero que emerge es Poison. Un clásico instantáneo, que jugó como single que adelantó el disco; y de paso fundió la maquinaria de MTV. Denso, retorcido y rabioso, quién sabe cómo pasó los filtros de censura; pero postula con holgura como lo mejor de este segundo aire. Trascendió la figura de la venenosa femme fatale, a la que Alice quiere herir sólo para escucharla gritar su nombre.

Spark in the Dark, sin que decaigan las revoluciones, se debate entre lascivia y romance. Muy en la sintonía de otra carta destacada: House of Fire. Compartiendo crédito con la mismísima Joan Jett, se trata de una canción dulzona; pero llena de carisma, con un identificable solo de guitarra cortesía de Joe Perry. En tanto, Why Trust You con despecho a flor de piel; arremete áspera, quizás la menos pulida de la colección —para el estándar del resto.

El medio tiempo lo marca Only My Heart Talkin’, balada hecha y derecha de textura suave —que puede recordar lo que nos mostró en el tema I Never Cry, de 1976; pero con un toque picaresco por la voz de Steven Tyler, que se asoma, y que en el videoclip se termina robando a la chica de Cooper. Bed of Nails retoma la vibra pesada; ganchera, oscura y con tintes de desquicio. Co-escrita junto a Diane Warren, y el ya mencionado Kane Roberts que dijo presente en las seis cuerdas —partícipe del grupo en 1986-87; clon de Rambo, y que su marca de fábrica es una guitarra en forma de metralleta.

Le continúa una dosis inclinada a lo melódico, con This Maniac’s in Love With You; antes de llegar a la que le da el nombre a la placa: Trash. Punzante y dura; una joya que le faltó un acabado más refinado, pero que demostró sus quilates acelerándose en vivo —ocupando el lugar de apertura en la gira promocional. Hell Is Living Without You por obligación debe remitirse a un lamento, debido a la dupla de guitarras que aparece: los ya nombrados Steve Lukather y Richie Sambora, pero no sin antes rematar con el desenfreno de I’m Your Gun.

Alice Cooper siempre ha sido inteligente, leyendo bien hacia donde se mueve el mercado —como también lo hizo en los albores de los 00’s, acercándose a lo industrial. Trash, su genuino disco de regreso, fue estratégicamente puesto bajo del alero del entonces dominante glam rock; lo que trajo grandes dividendos. Donde nada sobra, y del que se puede hablar de un grandes éxitos en sí —gran parte del mérito gracias al hombre tras las perillas. Y tras treinta años desde su aparición, sigue sonando tan fresco y radial como en un comienzo —dándole, de paso, un golpe energético a una carrera que desde allí no dejó de facturar buen material.

Nacion Rock

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